23/8/13

Suplir

Siempre hay huecos que cubrir, pueden ser heridas abiertas que nunca sanaron, o algunas cicatrices que quedan agudamente marcadas en nosotros. Momentos que no volverán, cosas que nunca se hicieron, algunas que se hicieron demasiado, gente que ha revoloteado alrededor y luego se han desaparecido, o simplemente nosotros hemos desaparecido.

Muchas veces solamente por la necesidad humana, otras tantas por cubrir necesidades innecesarias pero obligadas por los parámetros sociales, buscamos rellenar esos huecos que quedan, es como tener una inmensa malla que a medida que pasa el tiempo se va agujereando por todo aquello que nos ha pasado, esas huellas a veces imborrables que dejan su marca para siempre.

Algunas de ellas las queremos conservar, algunas nos hicieron crecer, a las malas o a las buenas, otras tantas son experiencias de vida que marcan, que transforman o que hacen reflexionar acerca de nosotros mismos y el camino que tenemos en frente. Otras tantas simplemente son los gajes del oficio de estar vivo, esas cosas que les pasan casi a todos en el mismo proceso del crecimiento humano hacia cualquier lugar, son esas lecciones obligatorias que hay que tomar para poder graduarse.

Muchas otras simplemente han quedado vacías por el paso del tiempo, cosa que se han ido olvidando o desechando, muchas veces inservibles, otras veces por fuerza mayor y por necesidad de desprendernos de algunas cosas del pasado, o del presente, que no nos han permitido continuar. Muchas dejan su huella, éstas usualmente son de aquellos quiénes han pasado por diferentes momentos de nuestras vidas y mal o bien han dejado una enseñanza, un momento, un instante en nuestras vidas, algunos perduran más tiempo, otros tanto se van evaporando, cumplieron su misión y siguieron adelante, así como nosotros hemos seguido adelante en tantas otras historias como actores de reparto que colaboran con la escena, pero no hacemos parte de la historia.

A veces las que se prolongan más son más difíciles de suplir, esas que por alguna razón interpretaron un papel más prolongado de lo esperado y pasaron a ser de reparto a convertirse en artistas invitados e importantes para el desarrollo de la historia. Nadie tiene la fórmula mágica ni nadie entiende el por qué a veces nos podemos convertir en protagonistas, o antagonistas, de una historia o en qué momento alguien puede convertirse en un rol importante para poder continuar, son solo los hechos universales que van y vienen y nos ponen gente en el camino, de esos billones de personas que existen en este pequeño pero inmenso planeta, siempre habrá alguien, siempre hay una esquina que doblar en dónde se pueden encontrar miles de nuevas historias y protagonistas.

Sin embargo como toda buena historia no se puede sostener simplemente con un montón de personajes de primera línea que traten de influenciar la historia y hacer parte de ella, a veces es necesario eliminarlos, o simplemente terminan ese rol, demasiado importante, y desaparecen. Esos hoyos que dejan aquellos personajes quizás son los más complicados de suplir, las cosas, los eventos, se transfieren, mutan, se digieren unos a otros, se convierten en uno sólo, son permutables y podemos intercambiar o incrementar su intensidad con otros similares, un cúmulo de experiencias y cosas que una sobre otra forman la amorfa experiencia de la vida. Pero cuando se trata de objetos animados, carne y hueso que cumplen un papel más allá de los fotogramas que podemos captar con la mente, el instante, el lugar, el clima, la luna, el sol y todo lo demás, es más complicado suplir esos espacios cuando no están.

Todos al final creo que estamos llenos de agujeros, de todas esas huellas buenas y malas que han pasado por la sábana de nuestra vida, algunas cicatrizan o simplemente se confunden a través de los años con vagos recuerdos de algo que sucedió, algo que no se puede olvidar porque hace parte de lo que somos y nos define, pero simplemente se vuelven detalles y anécdotas del pasado que tuvieron algún giro inesperado pero no sustancial para el momento proceso. Otros tantos buscan ser rellenados de nuevo, quizás porque el frío viento de algunas temporadas de la vida hace que se sientan vacíos, abandonados y requieren atención.

Es imposible suplir a los animados, lo que es inanimado es solamente cuestión de poner uno encima de otro, pero lo demás se vuelve más complejo. Desafortunadamente como seres sociales tenemos la obligación de relacionarnos con el entorno a todo nivel y a veces algunas cosas simplemente desaparecen, o nos despertamos y ya no están ahí.

Lo más curioso de todo es que a medida que pasa el tiempo se requieren menos elementos para rellenar los vacíos que existen, a veces una sola persona puede rellenar todos esos agujeros como una gran mezcla de todo aquello que puede que haga y no falta para rellenar estos espacios. A veces pueden ser solamente dos o tres más, pero a medida que pasa el tiempo y de alguna manera nos acercamos más a la realidad de nuestras vidas, este tipo de personajes se hacen menos importantes, son menos irrelevantes y los que realmente permanecen son los que seguramente hacen parte del núcleo de la historia y permanecerán ahí por siempre.


 Es naturaleza humana andar buscando las cosas que nos hagan sentir bien, siempre mejorar o al menos siempre eso que nos da bienestar. Pero parece que a medida que nos hacemos viejos estas cosas se vuelven más sencillas o al menos se encuentran en cosas más sencillas y mas edificantes, así que la sábana se va haciendo más pequeña, ya no hay necesidad de tapar todos los agujeros y lo poco que se encuentra alrededor es realmente un universo entero que suple todo lo demás. A pesar de todo es mejor siempre soltar, dejar, y seguir adelante con aquello que jamás nos abandona esos personajes son los que realmente le dan la fuerza necesaria a la historia.

2/8/13

Dirección

Para casi todo ser humano, por no decir que todos, hay un propósito en la vida, ya sea algo que nos han dicho que es ese propósito o porque realmente creemos que hay un por qué de las cosas y de nuestra existencia. A muchos nos dan cierta educación y en esa formación nos dicen hacia dónde nos debemos dirigir, o por qué esa dirección es la correcta, no nos dan muchas pistas ni nos dicen las verdaderas razones del por qué tenemos que ir hacia un lado y no hacia otro. Y no me refiero a escoger entre el bien y el mal, o hacer el bien y no coger un mal camino, me refiero al hecho de que nos dicen cómo debe ser una vida “ideal” cual debe ser ese propósito y nos impulsan a continuar de cierta manera una tradición milenaria de nacer, crecer, reproducirse y morirse, con algunas otras estaciones de por medio pero que contribuyen a ese objetivo final.
La mayoría de la gente adopta este tipo de orientación como su dirección, de alguna manera al ser tan pequeños no cuestionamos mucho, o nada, lo que nos dicen nuestros padres o maestros, cuando ya estamos en edad de hacerlo cuestionamos o nos rebelamos ante ciertas cosas, pero esa idea original parece permanecer y crecer muy fuertemente en nosotros y por eso es algo que pocos cuestionan o ante lo cual se rebelan.
Muchas de las vidas de los seres humanos ya están determinadas por ese destino que parece implacable pero a su vez lógico de un ciclo de vida en el cual hay que dejar un legado, hijos en principio, y llevar una vida digna o al menos que enorgullezca y que nos de una satisfacción por el hecho de estar vivos, y también claro, agradecer que nuestros mentores hayan hecho un muy buen trabajo y así podamos continuar la obra.
En estos términos generales la vida es algo aburrida, son 4 grandes estaciones por las que hay que pasar, por lo que hay en el medio cada uno es responsable y es quizás lo que hace a cada persona única dependiendo de sus propias experiencias o diferentes estaciones en las cuales se haya bajado para “vivir” la vida. Más allá de eso todos estamos en el mismo costal y si resumimos la vida en dos etapas es nacer y morirse. Las preguntas filosóficas del por qué y para qué son cuestiones personales o sociales que se han debatido por milenios sin realmente entender o llegar a una razón que satisfaga a todo el mundo. La religión, la filosofía, las corrientes alternativas, etc, ofrecen diferentes visiones e interpretaciones de la misma y cada uno escoge o una o varias de esas corrientes para encontrarle esa dirección a su vida.
Yo pienso que dirección debe haber propósitos, metas, objetivos, pequeños o grandes, o medianos, cosas que uno se proponga hacer, una lista que se va a ir tachando de a poco, en lo posible, a la medida que se vayan logrando cosas. Abordar el camino de la vida como algo general y com un objetivo tan cerrado como nacer, crecer, reproducirse y morirse es algo triste, no es satisfactorio, no llena del todo, hay muchas más cosas, entre esa inevitabilidad de la mortalidad humana, que hacen que todo sea más agradable y al final realmente satisfactorio el vivir. Los pequeños pasos que nos llevan a grandes cosas o a cosas significativas es lo que nos debe interesar, cada uno tiene sus propios intereses y sus visiones, quizás el adicto al trabajo es feliz haciendo lo que hace, aunque en muchos casos es consciente de lo que se pierde, sin embargo sigue por ese camino que de alguna manera, por tradición y muchas otras cosas, lo hace feliz y es como se deben hacer las cosas.
No hay manera de hacer las cosas, no existen errores en cómo vivir una vida, al fin y al cabo es sólo una o sea que el concepto de bien o mal no existe, simplemente se vive, al final cada uno es responsable de lo que haga y no hay cuentas que rendir o no hay por qué estar pensando en esas cuentas que uno necesita rendirle a alguien por algún motivo. No hay una dirección, no hay que llegar a ningún lado, las metas finales y las verdades absolutas no existen, y si lo hacen no tenemos la capacidad para entenderlas, son caminos que decidimos tomar, son pequeños propósitos que usualmente cambian con el tiempo, cumplimos pequeñas metas, pequeños sueños, que es más importante que cumplir un gran sueño porque al final nos quedamos sin ninguno realmente y nos sentimos vacíos. Hay que tener propósitos, ir explorando cada etapa, cada uno de ellos coronar esa meta y luego trazarse otra, sin apuros, sin complicaciones, hay miles por cumplir y siempre habrá algo que hacer al respecto, jamás nos quedaremos quietos, somos inquietos, nos movemos, mutamos, jamás cambiamos pero nos amos adaptando al mundo hostil que hay afuera, a las incertidumbres, a lo desconocido, a dar saltos de fe solo porque no hay otra salida, porque no volvemos atrás, vamos siempre adelante, son los pequeños pasos los que han hecho grandes al hombre, nunca hay una gran obra por si sola que aparezca por un solo paso, siempre son pequeñas cosas que nos llevan a otras pequeñas cosas, al final nos damos cuenta que podemos estar en la cima de la montaña, y cada parada se vuelve más importante y la recordamos siempre porque quedó marcada como ese propósito y esa pequeña meta que nos ha llevado a ser más grandes.
Desafortunadamente la vida post-moderna nos ha llevado a caminos sin sentido, a conectarnos irónicamente menos pero con mayores opciones, a poder compartir con el mundo entero, sabiendo que el mundo entero no es nadie ni nada. Caímos en la trampa del tradicionalismo, la fe, lo que escuchamos de pequeños, lo que unos cuentan, lo que otros oyen, lo que unos ven y lo que otros no pueden ver. Mi generación creció con los sueños irreales, con un camino definido hacia la “felicidad” que se proclamaba, pero nunca nos contaron todo el secreto, o quizás no lo sabían o hay un pacto de silencio para no revelar la verdadera vida a aquellos que vienen después de nosotros. Hemos crecido en muchas mentiras que de a poco van cayendo, aunque haya otras tantas que se están creando con los nuevos aires. Seguramente las generaciones futuras tendrán otras direcciones y creerán, como ya lo hacen muchos ahora, que la vida se basa en ciertas cosas que se tienen, y que hay que trabajar para mantenerlas o incrementarlas.
 No creo en direcciones, creo en propósitos, pequeños pasos, pequeños detalles, pequeñas cosas, al final el mismo universo está hecho de partículas ínfimas que arman un todo que vemos, pero de cerca cada pequeño paso, cada peldaño, cada pequeña cosa que está por ahí hace el verdadero propósito de la vida, no hay que ir a ningún lado, ni llegar a ninguna parte, hay que estar e ir a dónde se necesite.

Opciones

La vida está llena de caminos, decisiones que en muchos momentos de la vida hemos tenido que tomar, a veces sin siquiera saberlo tomamos decisiones que afectarán nuestro futuro, no solamente inmediato sino lejano. Nos dan opciones, nos dan caminos, guías, mapas, o guiños de todas las posibilidades que podemos encontrar en nuestro camino, a veces sin pedirlas, y otras tantas veces rogamos porque haya una luz o algo que nos diga qué hacer o qué es lo más conveniente para nosotros.
Algunos creen en un destino implacable, ese en el cual estamos aquí bajo un plan divino o superior, como lo quieran llamar, otros creen en el libre albedrío, en el cual somos dueños de todas las decisiones que tomamos y sus consecuencias. Son puntos de vista basados en principios muy diferentes en cuanto a la práctica, pero en la teoría parten del principio de individualidad que por alguna razón sentimos en nuestras vidas. Esa individualidad que nos hace ser lo que somos y que asumimos como bandera para diferenciarnos de los demás, por ende podemos tomar decisiones conscientemente sin necesidad de un plan diseñado. Por otro lado existe el mismo sentido de personalidad, pero de un todo, mucho parte de las tradiciones religiosas en las que se traza un destino para la humanidad, un plan elaborado por Dios para con su creación en el cual hay que seguir ciertas normas para poder acceder al siguiente nivel.
Sea cual sea la posición partimos de la misma base, el ser en un planeta viviendo una vida que no entendemos, que no pedimos y que no entendemos para qué o cómo funciona ni cual es el origen que determine el fin de la misma. Sin profundizar filosóficamente en las eternas preguntas de la humanidad, simplemente tomamos dos posiciones o creemos en el destino implacable o creemos en la completa libertad de decisión. Sin embargo como la vida nos enseña muchas veces no todo es blanco y negro y siempre, porque es además naturaleza humana hacerlo, consideramos que existen otras opciones o una mezcla de las ya existentes.
En mi caso creo en el destino, pero no por el plan de un ser superior o algo determinado que ya ha sido escrito desde tiempos inmemorables, cuando el tiempo ni siquiera existía irónicamente. No creo en el destino como un plan trazado por alguien, o varios, que determinen los pasos a seguir como un juego o un libreto simplemente por diversión. Sin embargo si creo en un camino que hay que seguir, por razones desconocidas si no lo fueran no tendríamos por qué estar aquí en primer lugar, y ese camino está diseñado para ser recorrido de una u otra manera, y es ahí cuando entra el libre albedrío. Durante el camino tenemos opciones, puertas o ventanas que nos encontramos en diversas situaciones, en ese caso escogemos A o B, muchas veces creemos que tenemos miles de opciones, pero en realidad siempre se reducen a dos, A o B. Esa es la libertad que creo que existe, y que me he permitido, o eso creo, dentro del camino trazado, puede ser otra artimaña para hacernos creer que el libre albedrío existe, darnos “opciones” que realmente no son más que un aliciente para seguir con una vida ya trazada.
Personalmente no me gusta la idea del destino, pero la tomo porque es una salida fácil, el destino ha hecho y hará todo lo que mis buenas o malas acciones realicen en el mundo, si lo sé es una posición muy facilista, me lavo las manos ante todo en mi consciencia porque lo que hice o haré ya estaba predeterminado. En teoría es así de sencillo, en la vida real no lo es tanto, hay miles de factores que influyen para uno asumir ciertas posiciones y culpas y demás, pero eso es harina de otro costal.
Es una posición fácil pero al mismo tiempo me libera de tener que pensar el qué será o qué hubiera sido si, ya que no tengo por qué pensar en eso, voy esperando que pasen las cosas y cuando lleguen los pequeños momentos de libertad que se me otorgan puedo decidir qué hacer y así aventurar en el mundo del destino sin preocupación alguna. Es mi manera personal de asumirlo ya que así hasta el momento no me ha ido nada mal y no tengo remordimientos ni preguntas acerca de lo que ya he hecho.
Ahora bien esto pone sobre la mesa algo mucho más interesante y es el hecho de que siempre así haya sido una vez en la vida, nos hemos imaginado cómo sería nuestras vidas si hubiéramos hecho tal o tal otra cosa, qué hubiera cambiado, dónde estaríamos ahora si no hubiéramos hecho el viaje, sino hubiéramos decidido hacer lo que hicimos en algún momento particular, decirle a alguien ciertas cosas, y demás situaciones que todos hemos vivido que posan esa pregunta del qué hubiera sido si….
Según la física cuántica y la teoría de cuerdas existen universos paralelos en los cuales una replica de cada uno de nosotros existe y por ende en cada uno tenemos vidas paralelas, vidas en las cuales se tomó la decisión contraria a la que tomamos en ésta, por o tanto el resultado fue diferente. Si tomamos como base ésta teoría significa que por cada situación en la cual había muchas opciones, así al final en ésta vida se reduce a dos, todas esas otras opciones que no tomamos fueron tomadas en nuestras vidas paralelas y estamos viviendo, sin saberlo, todos los posibles resultados de esa situación en particular.
En lo personal no creo que esa parte de la teoría de cuerdas tenga razón, pero eso no quiere decir que la idea no sea algo fascinante desde cualquier punto de vista que se le mire.
Si pudiéramos vivir otra vez nuestra vida ¿cambiaríamos algo?, ¿repetiríamos exactamente lo mismo otra vez?, significa un sí a la primera pregunta ¿que no estamos satisfechos con nuestra vida?. ¿ O que quizás queremos hacer las cosas mejor, o probar algo diferente?. Cada uno se ha hecho estas preguntas muchas veces. Yo personalmente a veces he pensado qué sería de mi vida si no hubiera hecho esto o lo otro, lo mejor del asunto es que no hay respuesta, nunca se sabrá, nunca sabremos, podemos suponer, “soñar” con eso, quizás es algo que nos hace seguir adelante, quizás es eso lo que soñamos en las noches y no recordamos, es ese quizás el motor de nuestra vida y por eso seguimos adelante, para querer seguir tomando decisiones, escoger la puerta A o la B para saber si realmente estamos o no haciendo un buen trabajo, quizás para corroborar si nuestro destino ha sido benevolente o tenemos que pasar una vida de mierda, depende como cada un lo vea, y así mismo tomar partido de ser pro destino o pro libertad.
Zugzwang es un término utilizado en ajedrez en el cual la mejor opción es no mover ni una pieza, cuando todas las opciones no benefician al jugador. Creo que en la vida pasan muchos Zugzwangs pero por el correr del tiempo que nos impulsa hacia adelante así no movamos, nos hacen mover.
No podemos determinar cada paso o cada movimiento, muchas de las consecuencias inclusive son incomprensibles, o simplemente no podemos saber realmente qué pasará con el aleteo de una mariposa al otro lado del mundo. Consecuencias hay, algunas cambian la vida para siempre, otras alteran o distorsionan un poco la idea de vida o de camino que llevamos, algunas simplemente son lo que llaman saltos de fe para poder seguir adelante y esperar lo mejor. En otros casos lo mejor es no moverse, pero nos movemos por la misma inercia del mundo que gira y nos lleva del día a la noche y así sucesivamente sin querer, pero seguimos, con un camino o sin él, con un destino implacable o con la libertad de poder escoger el camino asumiendo cualquier consecuencia.
A veces pensamos sólo en nosotros y eso nos lleva quizás a no comprender la magnitud de un universo vasto en el cual somos tan insignificantes como el grano de arena en el mar. Muchas veces esto nos lleva a cometer más errores que aciertos, es inevitable no pensar en el qué hubiera sido de mi si…. somos individuos y pensamos como tal, pero el entorno ahora juega un papel muy importante en nuestras vidas y todos los qué hubiera sido si afectan, o hubieran afectado, miles de tantas otras cosas a nuestro alrededor que es inimaginable.
Yo seguiré preguntándome muchas veces que pasaría si hago o no tal cosa, o si decido coger a la izquierda que a la derecha, es un ejercicio interesante solamente por el hecho de cuestionarse la vida humana en lo más elemental y frágil que es tomar decisiones. Pero por otro lado el destino o la libertad, sea cual sea, me permite disfrutar a cada momento de los giros a la derecha a la izquierda o de quedarme estático esperando, es lo bonito que tiene tanto el destino como su intrínseca libertad apriosionada.

Cuestionarse

A veces envidio a la gente que se pasa la vida entre miles de cosas, superficiales principalmente, y aparentan tener una alegría contagiosa en su rostro, puede que sea una de tantas máscaras que usan para los demás, o puede ser algo sincero. A veces los envidio porque no parecen tener preocupaciones, no parecen alterarse sino por las nimiedades de la vida cotidiana, los problemas del primer mundo, de gente de avanzada, sus pequeños problemas, o indicios de depresión no son más que momentáneos, cosas que pasan, pero sin realmente una profundidad o un sentimiento verdadero.
A veces los envidio porque al parecer todo es sencillo, el día a día es simplemente uno más tras otro, quizás no hay a dónde llegar, no hay ambiciones, todo está preparado y no hay necesidad de cuestionarse el por qué de lo que los rodea, o hacia dónde se dirigen. Me da envidia, y de la mala, porque al parecer sus vidas son tan tranquilas, tan “perfectas” y todo parece desenvolverse sin ningún tipo de problema.
Por mi lado me cuestiono todo, no por el hecho de encontrarle respuestas a esas eternas preguntas de la filosofía antigua y moderna ni para hallarle un sentido “real” al mundo en el que vivimos. Creo que esas son cosas del espíritu y aunque cuestionables pertenecen a otra categoría mucho más allá de lo que podemos entender en el plano netamente material en el que nos encontramos. Pero si me gusta cuestionarme la humanidad, el ser, nuestros semejantes y aquellos que están en nuestras vidas, o cercanos a ella, y tratar simplemente de amoldar un mejor presente, pensando en el futuro y el hacía los miles de caminos a los que se pueden ir, pero jamás quedarse quieto ni detenerse por ninguna razón, ni permanecer más de lo necesario.
No tengo ese tipo de personalidad el cual se queda quieto en un sólo lugar o en una sola cosa, quizás el deambular por las miles de opciones que nos ofrece el mundo hace parte del alimento diario que se requiere para poder seguir el camino de la vida, el incierto a veces intimidante camino que recorremos, sin saber por qué. No puedo simplemente dejar pasar todas las cosas de lado y sumergirme en un mundo superficial que se mantiene a flote simplemente por la fuerza de la nada que es como una masa amorfa que simplemente va, pero sin jamás tener un objetivo fijo.
No puedo pertenecer a ese gran grupo de los que van por ir, o a veces ni siquiera por ir, sino porque otros van y si otros van está bien, yo no puedo ir, esté bien o mal, no puedo simplemente tomar esa decisión no tendría sentido, no sería justo con la humanidad andar por ahí como un animal ciego, por instinto sin cuestionarse los pasos, los paisajes, los sentimientos, los pensamientos, las palabras, las miradas, el aire, lo lejano, lo cercano, lo desconocido. Sería un desperdicio no cuestionarse, solamente por el ejercicio per sé, nuestro propio mundo, lo que hace con nuestras vidas, lo que nos rodea y lo que nos ofrece. La idea no es resolver dudas realmente, no se trata de cuestionar o de hacerse preguntas acerca del para qué, ya que ese tipo de preguntas no tienen un sentido mas allá de un pajazo mental que quizás satisface algunos deseos menores de nuestra propia intelectualidad.
A veces cuestionarse no significa necesariamente buscar una respuesta, a veces es como un viaje dentro de las personas, dentro de los sentimientos, pensamientos, comportamientos de aquellos que nos rodean o simplemente de la gente en general. No es necesario buscar respuestas, es la curiosidad de le exploración la que nos lleva a ser mejores, a buscar alternativas, a poder definir muchas cosas de nuestra personalidad, de nuestra vida, de nuestra contribución a la humanidad, dentro del pequeño microcosmos al que todos pertenecemos.
Siento envidia de aquellos que se la pasan sin cuestionarse nada, solamente por el hecho de que no tienen que preocuparse por sus vidas más allá de la rutina cotidiana y sus posibles resultados, es un conformismo firmado desde hace tiempo el cual no permite ningún tipo de cuestionamiento ni duda ante nada, simplemente seguir el camino, los beneficios con sus respectivos efectos secundarios ya han sido predeterminados y aceptados. A veces me da envidia porque es la manera fácil, no se necesita el más mínimo esfuerzo con nadie, ni siquiera con uno mismo, y es simplemente flotar, como en el mar muerto, sin siquiera saber por qué.
 Pero a pesar de la envidia que a veces pueda sentir simplemente no podría soportar el no cuestionar los caminos, lo que nos hace humanos, lo que tenemos y no, la curiosidad de simplemente pensar en el ser que somos y todo lo que podemos adicionarle y restarle, para forjar y fortalecer ese potencial que tenemos dentro y eso que nos permite disfrutar de todo esto que nos rodea. No concibo el no cuestionarme, no puedo simplemente ser y no estar o estar y no ser por separado, esa curiosidad profunda es la que seguramente me ha hecho dar, así sea pocos y pequeños, pasos que han de incrementar toda mi capacidad como ser humano para compartir, escuchar, absorber y dar a todo aquello que me rodea.  

Vacíos

Hace tiempo no me encontraba con una situación semejante, yo pensé que era de los pocos que a estas alturas, por diferentes motivos, tenía en mente algunas metas a mediano y largo plazo, nada ambiciosas, normales, de cosas comunes para todos, algo generalizado que con el tiempo son las cosas que uno va pensando en hacer a medida que otras ya se han hecho, o no se hicieron nunca, y después de haber experimentado, visto y vivido las cosas que corresponden, o no, para cada escena de la vida.
Sin embargo pensé que eran pocas, o al menos que algo estaba faltando, que alrededor veo muchas veces gente demasiado entusiasta, e insisto en el demasiado, quizás porque no se dan cuenta del estado del mundo, de las realidades paralelas que se viven y nos afectan y de lo que hay más allá de ese pequeño mundo en dónde se desenvuelven, no tiene nada de malo ni deberían sentirse culpables al respecto, para nada, no a todos se les presentan las mismas oportunidades o circunstancias o no todos tienen el mismo interés por las mismas cosas, es una ley natural que permite el equilibrio del mundo, tanto en lo bueno y lo malo, así muchos no lo quieran aceptar. Pero ese entusiasmo desbordado por lo que viene me produce cierto tipo de sospecha, a veces pienso que es una manera de no desfallecer y seguir adelante, sin mucho realismo ni con cosas concretas, pero es sabido que en este país la gente tiende a ser por sobre todo exagerada, y tiende a agrandar cualquier cosa, personal o no, para mostrarla a los demás. En otros casos la cosa es un poco más concreta, realista y se dilucida en el horizonte el real cumplimiento de sueños, metas, anhelos y demás, en otros casos también percibo un tono de hipocresía, quizás por el quedar bien, que se sobre dimensionan todos estos futuros posibles, para cumplir con un requisito, como un marcar tarjeta, que todos somos iguales, que todos vamos para el mismo lado así sea por caminos diferentes, que hacemos parte de un todo, que no somos enfermos o inadaptados, que no tenemos problemas mentales o somos un bicho raro en medio del jardín de gente.
Todo eso funciona a diferentes niveles en todas partes de igual manera, en algunas partes quizás es menos evidente lo último, pero igual de todo se ve, es quizás uno de esos errores de programación que tenemos que nos conlleva a cometer este tipo de errores sociales solamente por la necesidad de mantener el sistema operativo en sincronía con el entorno. Todo eso no está mal, realmente cada uno viene a buscar su manera, su camino, y a medida que pasan los años sus propias metas, sueños y anhelos por cumplir, muchos siguen el parámetro normal de desenvolvimiento, otros quizás enloquecen y cambian completamente de rumbo o toman una ruta inesperada. Es todo válido, y al final si son máscaras o realidades es lo de menos, cada uno está en su propio vagón y verá cuando se baja o si eventualmente nunca lo hará.
Todo esto es lo que se podría decir el impulso normal del ser humano para mejorar, seguir adelante, combatir la depresión o cualquier otro tipo de cosa que padecen las sociedades modernas, sea por entorno, presión social, por la misma dificultad, o facilidad, de muchas cosas y hace parte de todos nosotros en diferentes medidas. En mi caso personal quizás muchas cosas ya se realizaron, otras nunca lo hicieron, otras están pendientes, pero hubo de pronto un momento de excesiva velocidad en la que hubo muchas cosas que hasta ahora realmente estoy aprendiendo, de manera interna no intelectual, y eso llevó a tener un período de calma, o así lo llamo yo, en el cual no puedo sobre saturarme y mirar a lo que viene con un poco menos de planes, lo cual es decisión personal, pero viendo tanto entusiasmo alrededor a veces siento que quizás no fue una buena idea.
Pero todo ese entusiasmo y ese fervor realmente me afecta menos, o me preocupa menos, que el completo vacío que pueden tener algunas personas. Yo pensé que estaba en un grupo relegado quizás, por decisión, pero me di cuenta que hay otros en un limbo inexplicable y hasta triste, gente sin ambiciones, sin una meta ni siquiera cercana, sin nada más allá que aferrarse a la zona de comfort que los rodea, tratando de convencerse a sí mismos que eso es lo que importa, que eso es lo seguro, porque evidentemente está ahí y es tangible, y se mantienen en este mundo sin emoción, sin sentimientos, sin vida, una naturaleza muerta, como una pintura de antaño que es simplemente objeto de visualizaciones externas, que produce alguna emoción, pero esta muerte por dentro y por fuera.
Eso me impresiona más que las máscaras, el desborde desmedido y todo lo demás con lo que algunos se engañan. La falta de alma es aún más preocupante, y no lo niego, reconfortante para mí, ya que no estoy en esa área en la que pensé que estaba, sino que existe otro lugar más oscuro, más estéril en dónde no hay nada en frente, ni atrás, es como si se hubiera borrado todo del mapa, lo poco que hay alrededor es lo que mantiene el equilibrio, para simplemente no morir en vida. No creo que pueda haber peor cosa que no tener un paso a seguir, así sea solo uno, cerca, a corto plazo, sin mayores recompensas, pero tener un paso, algo por lo que mirar hacia adelante. Puede que yo no tenga miles, como muchos proclaman, pero al menos se que de los que vengan se desenvolverán otros tantos y eso hará parte del camino que escoja, o he escogido ya, y de ahí partiré hacía cosas insospechadas, aventuras, vida que es lo que al fin y al cabo nos llena y hay que aprovechar. Pero lamento mucho y me duele que realmente esos personajes ficticios con la mirada vacía sin nada que decir, nada por lo que vivir y seguir adelante, no son solamente imaginarios ni personajes de pesadillas, sino que son muy reales y se mezclan entre nosotros, a algunos puede que los afecta de manera negativa, son personas que realmente no quieres tener a tu lado, a otros, como en mi caso, me ayudó a reafirmar mis ideas y darme cuenta que de alguna manera al menos voy para algún lado, así no sepa realmente los pasos siguientes ni dónde terminaré realmente, pero voy a algún lado.

Espacios

5:30 am, despertar, levantarse, otro día más, otro como todos o uno diferente, las semanas pasan y se llaman igual, cambiamos meses cada doce ciclos, todo permanece igual, para muchos es suficiente, para otros es demasiado. El primer rayo del sol, la nube, la gota de lluvia que cae prediciendo el futuro, lo que hay por venir. Para muchos es demasiado, para otros suficiente. Algunos se sumergen en el día a día de una y otra actividad que los absorbe, permanecen y siguen, hacen parte de la rueda, no preguntan para dónde van, no les interesa parar, no observan, no escuchan, van cuesta abajo con todos los demás.
Otros, queremos detenernos, hacer pausas en cada giro, a veces es complicado, el vértigo puede con muchas cosas, pero la pausa, el instante es importante, ese espacio entre las 5:30 y el momento en el cual se pone el pie en el piso, ese instante entre la nube y el primer rayo de sol que nos roza la cara, ese espacio entre la nube gris y su primera hija que cae como kamikaze sin saber cual es su verdadero destino.
Nosotros buscamos el espacio, el pequeñísimo instante entre el corre corre, entre el diario vivir que nos carga a todos a cuestas, como un Karma maldito sin que sepa realmente por qué, a pesar de todo, todo sigue, y hay risas y llantos, y noches y desvelos, entre el cigarrillo, el vino, el sexo, dormir, levantarse, ducharse, mirarse al espejo porque sí y porque no, por reflejo, por instinto, porque no hay nada más que hacer, porque no sabemos que más hacer. Algunos viven seguros del destino final, seguros de que lo que hacen tiene algún valor, un propósito que será remunerado con el paraíso, la vida eterna, la verdad o cualquier otro fin que justifique los medios. Muchos van, simplemente van, no tienen espacios, no hay instantes de suspiros porque todos han quedado vacíos, han ido expirando con cada día después del otro sin saber el por qué de una cosa tras otra. Es una caída libre sin fin, no se puede ver el fin, no se preguntan por el fin, ruedan y ruedan y pasan las gotas kamikaze y pasa el sol y sus abrazos, y pasa la luna y su melancolía, y pasas tú y paso yo y pasamos todos, no se detienen, no nos detenemos para ellos.
Otros en medio del agite, en medio de tantas estaciones que pasan y pasan sin sentido, observamos el espacio, la milésima de tiempo que hay entre un rayo y su abrazo, entre la luna y su melancolía, entre el paso y el siguiente, entre el comienzo y el fin del suspiro, el espacio entre el cigarrillo y el que sigue, entre el sorbo de vino y el final de la botella, entre un sexo y el siguiente. Todo pasa inmediatamente, son entre los respiros de los ojos que no vemos la grandiosidad de lo lejano y lo cercano, ni siquiera en momentos de silencio percibimos los espacios que nos transmiten la vida que tenemos, eso que nos llena para seguir siempre las 5:30 am, el paso después del otro, la mirada, la tristeza, la alegría, la sonrisa, la decepción, el sol, la luna, el más allá y el más acá, lo que hay y no, lo que tenemos, lo que nos hace falta y no, eso que creemos tener pero se nos fue o nunca hemos tenido, eso que queremos tener pero nos mentimos a nosotros mismos por querer algo que no queremos y no sabemos por qué no lo queremos ni por qué lo queremos.
Los pequeños odios, las decepciones, las niñerías de tiempos de antaño, el recordar, el hacer planes para las 5:34, para la semana que viene, para el año entrante, para el próximo cumpleaños, la entrega, el furor, la pasión de aquello que amamos y no queremos tanto, el que hacer de todos los días, no querer hacer nada más por un instante, las 5:40, el momento de pararse, las 5:58, el agua está caliente, el café, el desayuno, esa mirada que por un instante se pierde en el infinito como pensando en todo aquello que somos, fuimos y queremos ser, esa mirada clavada en el horizonte perdido seguramente pidiendo por el futuro en silencio, uno bueno, alguna recompensa por lo bueno y un descuento por todo lo malo también, pero que sea más lo primero que lo segundo, ese instante de las 6:01 cuando ya por unos segundos más toda nuestra vida puede cambiar, o si nos paramos de una vez será el día tras el otro día, atreverse a romper esa regla, nadie nos juzga, nadie nos puede juzgar así quieran jugar a la moralidad que salvará el mundo.
Para algunos son las 5:30 am y luego simplemente viene un número tras otro, para otros entre las 5:31 y el siguiente paso hay un universo por descubrir, un momento por el cual detenerse, dejar la rueda y sentir un poco el polvo de la carretera, saludar a las kamikazes que resbalan por nuestro rostro, el abrazo del sol, el primer sorbo y el siguiente, los espacios que se llaman vida, para muchos es demasiado, para otros jamás será suficiente.

El escondite

 Pensé que la etapa de andar huyendo y esconderse y hacerse la persona que no entiende nada, no oye, no ve y no le interesa había pasado ya. Uno creería que a cierta edad este tipo de juegos o de esas cosas de no dar la cara y afrontar las cosas ya habría pasado. Pero me he dado cuenta que realmente todavía quedan algunos por ahí que les gusta jugar a esconderse, y creyendo además que uno no se da cuenta de ello.
Es algo triste ver cómo se manejan ese tipo de moralidades o de conveniencias en nuestra sociedad, la gente, mucha no toda, lo mantiene a uno ahí, como por si acaso algún día se me ocurre o requiero de algún tipo de servicio que ésta pueda aportar. Digamos que en términos generales, incluyendo ocupaciones normales, horarios, círculo cercano de amigos, etc, esto no es tan extraño y todos en cierta medida lo hacemos o lo hemos hecho en diversas ocasiones. Hasta aquí nada exageradamente extraño, empezando porque generalmente este tipo de relaciones con dichas personas son simbióticas, ni de un lado ni del otro realmente existe algo más allá de la eventual casualidad o necesidad.
En términos globales, para aquellos que han tenido la experiencia, esto también ocurre en todo lado, no es algo de la idiosincrasia nacional o latinoamericana específicamente, pero si existe algo que hace toda la diferencia. Lo que hace realmente la diferencia y hace que en otras circunstancias, o latitudes, este tipo de comportamiento se tome como más irrelevante, es que de entrada uno sabe como son las reglas del juego, las personas no se desaparecen después de haber estado ahí, no se pierden, no se esconden, nunca han estado, solo aparecen como en momentos requeridos, usualmente cuando uno lo requiere o ellos lo requieren a uno, pero la diferencia es que como nunca realmente han estado en primer lugar el hecho de que simplemente aparezcan hace que ese tipo de acción de por sí ya pague por el hecho de no estar, mejor dicho cumplen a cabalidad con la función por la cual existen alrededor de nosotros que es no estar nunca sino solamente a veces, y viceversa, pero no existe el esconderse el tratar de localizar a alguien que se hace el desaparecido y que no responde a los llamados.
Son circunstancias muy diferentes aquí la gente tiende a hacer visible y decir presente, cuando le conviene, y luego a veces por miles de motivos válidos o no o por cosas de la vida se desaparecen, hasta aquí es algo que puede y suele pasar. Pero cuando existen los medios de contacto para retomar esa actividad, normal antes de ser visible, y la persona se esconde, se hace el de la vista gorda y se desaparece, o eso creen ellos como si uno no se diera cuenta, es lo que hace que lastimosamente se maneje demasiada hipocresía y conveniencia en nuestra sociedad.
Más allá de desaparecerse o no el problema de fondo es realmente ese intentar, a veces in extremis de hacerse invisible, de hacer de cuenta que no sabe nada, que uno lo busca pero esta persona sigue escondiéndose. Eso lo puedo entender de personas de 15 años, entre otras, en adultos estos casos aunque escasos también existen, pero claro la medida debería ser menor. Es algo triste y patético realmente que dichas personas simplemente no den un paso al frente y digan las razones por las cuales se han desaparecido de un momento a otro y por las cuales no responden a señales de contacto evidentes, no sé a que le temen, por dios somos gente que puede simplemente hablar las cosas, hay mal entendidos, a veces no se sabe como responder ante ciertas cosas, manejar diferentes situaciones pero esconderse no es una solución, es más empeora el problema y en mi caso simplemente me da una tristeza y una tremenda lástima por las que lo hacen, no se realmente a qué le tienen miedo.
Pero no todo es malo, existen personas con las que realmente se pasan buenos momentos, que uno saben que nunca le van a fallar, y si lo hacen seguramente va a ser por circunstancias a veces inmanejables o sin intenciones de realmente hacernos daño, en muchos casos. Esta persona en especial está ahí, no se esconde, podría hacerlo y de pronto puede que lo haga pero sé que tendrá luego la valentía suficiente para afrontar las cosas y salir de eso, nada de conveniencias ni dobles morales. Esta persona realmente te hace sentir bien, se comparten buenos momentos y de alguna manera redime a todas las demás, estúpidas, que andan por ahí escondiéndose como si esto fuera una cacería o algo por el estilo. Esta persona hace que te sientas bien, que puedas compartir, que realmente sepas que esta ahí, que no se esconde y que siempre estará en pie de lucha para seguir el camino con uno a pesar de todo, esta y otras tantas que están alrededor al final son las que uno puede mirar fijamente sin miedos ni prejuicios y decir las cosas como son sin temor a que huyan y se escondan al primer percance que se presente, que no tienen conveniencias o se hacen los ciegos o de oídos sordos. Estas personas son las que alegran el día a día, a pesar de que no están con nosotros todo el tiempo, pero de alguna manera siempre lo están así sea en pensamientos, éstas son las que valen la pena y al final sean los motivos que sean por las cuales algunas salen y se esconden, eso les hace perder todo respeto y todo valor porque sea la razón que sea hay que afrontarla y no desaparecerse.
A las que siguen sin miedo y permanecen ahí a pesar del tiempo, los años, la distancia a ellos les debo mi respeto y admiración, a las que ahora están ahí, especialmente una, todavía más ya que son las que hacen que todo tenga una razón para seguir adelante, a veces solamente para compartir al lado de ellas los diversos momentos de la vida que nos ayudan a seguir adelante y crecer, sin esconderse, sin desaparecerse, sin juegos ridículos sino con valentía y con respeto.

En busca de la redención

No sé que pasa últimamente que a mucha gente le ha dado por demostrar algo, en principio como algo completamente personal, pero sin embargo tratan de siempre restregarlo ante los demás como si hubiera o existiera esa desesperada necesidad de demostrar algo ante el mundo.
Son muchas las maneras de hacerlo, hay algunas metas que se pueden tomar como personales, correr una maratón, hacer x o y tarea o ejercicio como algo personal, como algo que se hizo en la vida, quizás por la necesidad, que no entiendo aún, de no pasar desapercibido, dejar huella, marcar historia, así sea dentro del círculo social cercano, algo por lo cual nos recuerden. Por otro lado existen los compromisos globales, eso de salvar el medio ambiente, estar en pro o en contra de maltratos o por decirlo en manera general, del mal uso de las cosas que nos rodean, ser mejores ciudadanos del mundo, como dirían algunos.
La verdad me tiene un poco harto y algo enfermo esta necesidad de asumir una pose social de interés o de hacerse notar por cosas que realmente, la gran mayoría en el fondo, no tienen idea de lo que realmente implica o de lo que se trata. Creo que es una cierta desesperación por tratar de encajar en el mundo post-moderno y sus preocupaciones apocalípticas que no cabían en generaciones anteriores. Creo que las tribus urbanas y sus derivados se han agotado, ya no sirve ser Punk o Metalero o Hippie o Candy o Metrosexual ni tantas otras tendencias, algunas válidas otras completamente estúpidas que se han inventado, para hacer que la gente haga parte de un “grupo” y sea parte de una pequeña sociedad, de cierta manera aceptada y verificada por los demás. Creo que este tipo de sub sociedades se han agotado, han sido tantas, tan banales muchas, y otras tantas ya desgastadas por el tiempo, que ahora se trata de hacer parte de un grupo global, de sentir que se está haciendo algo por otra especie, o por el planeta, algo que realmente marque diferencia, una que realmente se marca solamente por el desespero social de sentirse “especial”, parte de un algo que es más grande que nosotros, algo que nos haga trascender.
La verdad pienso que la mayoría de estas posturas no son más que una necesidad de sentirse especial, parte de algo grande, algo que moralmente, dentro de los preceptos judeo-cristianos los cuales se inventaron dicha moralidad, sea válido para la humanidad en tiempos revolucionarios de conexiones interactivas y de estar en permanente contacto con lo que sucede en el mundo. No es más que un afán de sentirse parte de un grupo más grande, uno de esos que no peligra en desaparecer, como las modas candy, metrosexual, hipster y demás que nos inventamos sin cesar sin sentido alguno. Para muchos estas no son alternativas y hay que buscar algo más seguro, ya que el hecho de hacer parte de un “sentimiento” más global hace que haya menos espacio para los señalamientos y hace más fácil manejar las sutilezas que esto presenta. Ahora todos quieren hacer algo por alguien, sea o no de la especie humana, contribuir con el “cambio del mundo”, quieren hacerse especiales, quieren sentirse especiales, que lo normal y trivial de la vida tenga un plano más trascendental en un aspecto universal.
No sé en qué momento nos han metido ese gol de tratar de ser “especiales” y de contribuir con una causa más allá de lo humano, no sé por qué la gente necesita sentirse “especial” siendo que de por sí ya somos ESPECIALES, no tenemos por qué buscar otras especialidades o algo que nos haga especiales. Nuestro pensamiento no da para pensar que ya somos el todo, que hacemos y siempre hemos y haremos parte del todo que es la existencia, desde la partícula subatómica más pequeña hasta el vasto espacio que ocupa el universo que nadie conoce, y ni siquiera imagina. Ese afán de hacer que nuestra precaria existencia sea especial en este plano tan mundano y tan material es algo innecesario, de por sí el hecho de estar aquí ya es algo supremamente especial, que no lo entendamos no significa que no sea así.
Me irrita un poco el afán de alguna gente de hacerse ver desde un ángulo completamente débil que de cierta manera implica que hacen algo más de lo que supuestamente se debería hacer, el “bien” por encima de lo que no se supone que se deba hacer, el “mal”. No creo que exista ningún tipo de actividad que pueda cambiar lo que es y será, claro que existe ese pequeño aporte en relaciones interpersonales, que realmente a gran escala aunque importantes no son realmente trascendentales para la magnitud del universo en el que vivimos. Igual todo eso tiene una razón, cada persona y cada vida que podamos “afectar” positiva o negativamente, que no es lo mismo que para bien o para mal, es algo que hace parte del panorama más grande, eso que pocos comprenden y que en el fondo es lo que buscamos en miles de diferentes maneras, a veces con éxito y otras veces con caminos y puertas cerradas. No existe tal cambio trascendental, ni escribir o cambiar la historia o hacer algo que nos recuerde como algo mejor o peor que otros, eso existe solamente en la consciencia de cada persona que nos conoce, en lo que cada uno al fin y al cabo puede percibir de cada uno, porque nadie puede percibir el panorama completo, somos demasiado complejos, y sencillos a la vez, que ni siquiera nosotros podemos describir para nosotros mismos claramente lo que vemos ante nuestros ojos.
Esas nuevas tendencias de aportar algo por el “bien mayor”, son ideas que de a poco nos han ido metiendo en la cabeza tratando simplemente de contribuir con unos pequeños sistemas que buscan unos intereses, que no tienen nada ni de bueno ni malo, sino simplemente hacen parte del engranaje de esta gran máquina llamada universo que lleva a un fin sin una relevancia significante para nadie ni nada. Es impresionante ver como se ha creado un afán de dejar una huella en el mas allá, o acá, dependiendo, como una necesidad humana de ser “especial”. Es claro que la influencia de la post-modernidad ha afectado el actuar real de lo que somos y a lo que realmente hemos venido. Es un camino complicado, lleno de variantes, lleno de dudas, de riesgos, de cosas desconocidas que producen eso que llaman miedo en nosotros, y quiero pensar que es quizás por eso que se busca redimir nuestra existencia en cosas que dentro de nuestro concepto, muy personal, de hacer el bien, son válidas para lograr ese objetivo, quizás pensando en que así nos ganaremos una salvación o sea lo que sea que cada uno entienda o quiera entender por ese “bien mayor” que exista y no sentir de cierta forma que hemos desperdiciado una vida sin sentido metidos entre las actividades cotidianas que pierden sentido y dirección muchas veces y el buscar algo que no sabemos muchas veces qué es.
No me gusta la nueva tendencia a tratar de buscar caminos de redención social, o humanitaria, de sentir que hay que demostrar algo, así sea a nosotros mismos pero reflejarlo en los demás, como un sentido de aprobación, como lavarse las manos y decir ya hice mi parte y espero que de alguna manera eso redima nuestra existencia pensando en que con eso ganamos o al menos hicimos el intento de ganar algo, que nadie sabe realmente que es y nos espera al otro lado de esto que llamamos vida. No existe ni debe existir tal deseo o anhelo de hacer este tipo de acciones, a menos que sean totalmente auto indulgentes, en ese caso solo nos incumben a nosotros mismos sin importar las aprobaciones o resultados a las que éstas lleven, pero sin esperar así sea solo por suerte o carambola, que éstas den una imagen externa de algo que realmente no tiene importancia. Todos somos lo suficientemente especiales sin hacer nada especial, porque de eso se trata todo, no hay que buscar ese concepto de ser “especial” realmente, no hay nada que no redima porque no hay nada que redimir, no hay nada que nos haga más o menos especiales porque ya lo somos en su justa medida y para que todo se mantenga en equilibrio como debe ser, nuestra medida se junta con otras medidas de aquellos que nos rodean, sean pocos o muchos, que necesitan de nuestra justa medida para mezclarse con la de ellos, pero nada más que eso, por eso todos somos especiales dentro del gran engranaje de todo lo que nos rodea, todo es justo, medido, no hay redenciones, no hay mal ni bien, no hay nada más que nosotros que somos el todo y el todo que somos nosotros.
Estamos buscando en el camino equivocado, estamos dejándonos llevar por cosas sin sentido, buscando por aquí y por allá cosas que no se nos han perdido, ni cosas que nos dicen debemos encontrar. Todo se encuentra adentro es sólo cuestión de enfocarse en el rumbo correcto para encontrarlo, no necesitamos la redención ni la aprobación de nada ni nadie, ni dejar huella, porque ya lo hemos hecho tan solo con la acción de estar aquí para todos o para nadie.

El círculo

 A medida que pasa el tiempo, quizás por los cambios en las metas, en los caminos, o en las experiencias de vida que nos alejan de unas cosas y nos acercan a otras, el círculo que nos rodea de aquellos que se encuentran algo cerca y no tanto, se va estrechando, se reduce al parecer. En un principio podría parecer que esto podría ser algo negativo, teniendo en cuenta que en el subconsciente siempre se está pensando en expandirse, y nuestros propios recuerdos nos hacen ver lo grande que era todo antes, al parecer no tenía fin y parecía que iba a seguir creciendo sin parar.
Pero llegan momentos en que quizás eso no sucede, son miles las diferentes circunstancias, en un comienzo, pienso en mi caso particular, realmente no hubo desde un comienzo algo lo suficientemente real y sincero como para que perdurara en muchos casos, pienso ahora que fueron las circunstancias de la inexperiencia, el momento, quizás la inmadurez y esa etapa de estar ahí afuera, en el mundo, y tratar de sobrevivir como se pueda. En estos casos los lazos se mantienen, o se sostienen mejor, por medio de otro tipo de balanzas y cosas en el camino que se vuelven un poco el motor de dichos lazos, pero como todo en la vida después de un tiempo, especialmente de grandes cambios, eso que mantenía unido la débil unión definitivamente desaparece, y se encuentra uno frente a unos extraños muy conocidos, pero ajenos, lejanos, en una sintonía diferente, en dónde muy seguramente estuvieron siempre, pero solo hasta ahora se hace notorio, importante y relevante para seguir adelante.
No es tan malo como parece, insisto, llega un momento en que este tipo de cosas pierden la sustancia y no se vuelven tan trascendentales como en otras épocas. Llega un momento en que simplemente por tiempo, sabiduría o cómo lo quieran llamar, hay cosas que se entienden, se asimilan y simplemente se dejan pasar sin la parafernalia de otros tiempos, es una depuración obligada, necesaria y en ciertos aspectos ya ni siquiera duele, se vuelve una relación como con cualquier otra persona que se cruza en el camino, políticamente correcta y amable, sin esperar jamás nada de ese lado y con la seguridad que se ofrecerá, y recibirá de igual manera, lo justo para simplemente mantener esa cordialidad histórica.
Lo bueno viene al final, o en el proceso, y es que por esas cosas de la vida re aparecen otros personajes o simplemente hay algo que llama a reunirse de nuevo específicamente con ciertas personas, sin razón o motivo aparente, y es cuando uno encuentra el refugio perfecto para lo estrictamente necesario que se va necesitando a través del paso de los años. Pueden que sean dos o tres o una sola, eso es lo de menos, lo importante es que no importa el número, y aquí si más que nunca, no importa realmente la historia pasada o el cuando, cómo y por qué uno llegó a encontrarse a dichos personajes, todo se re-inventa, es como si las cosas se aceitaran suavemente, todo echa a andar de nuevo a pesar de años, de distancia, de tiempo, de tantas cosas, y encuentra uno el nicho perfecto para compartir y convidar desde lo más trivial hasta o más humano.
No deja de ser triste pensar que de alguna manera, uno mismo porque nadie más, se ha engañado tratando de ir detrás de algo que quizás nunca existió, que en su momento fue una luz o una oportunidad y por alguna razón terminamos inmersos en dichas circunstancias sin realmente pensar en mucho de lo que pasaba alrededor. Igual éste tipo de comportamiento es inevitable, ya que igual siempre para conocer hay que echarse al agua y uno nunca sabe realmente qué se puede encontrar ni de qué manera nos pueda afectar. Pero llega un momento en que se comienzan a apreciar otras cosas, las señales se comienzan a entender, todo es más sutil y uno ya entiende así no más lo que la vida quiere decirle a uno. No sé si se pueda decir que es una habilidad, no siempre funciona de la misma manera o no siempre se interpretan las señales correctamente, pero digamos que si toma uno cancha y comienza a percibir esas pequeñas cosas que antes quizás nos tomaban más tiempo.
No es fácil darse cuenta de como todo vuelve a la fuente, como es lógico y es algo que de alguna manera sabemos en el fondo pero es difícil de asimilar fácilmente, pero el círculo se vuelve pequeño, se cierra y no significa esto que no pueda en algún momento volver a expandirse o que no haya ya lugar para volver a retomar desde algún punto olvidado en algún momento. Pero el punto para mí va más allá de eso, se trata más bien de saber mantener y retener aquello que realmente tiene ese algo que nunca podemos explicar cerca de uno, y dejar un poco de lado esas cosas que nunca fueron, que muchas veces llevan es a hipocresías y comportamientos políticamente correctos, pero con falta de substancia y de fondo, lo que al final es lo que realmente importa.
El círculo se hace pequeño pero mucho más importante y con la responsabilidad de mantenerlo, nutrirlo y cuidarlo, porque cuando llega a ese punto es cuando hay que tener más cuidado y mantenerlo así porque es éste el punto en dónde más hay que sacarle provecho y a pesar de cualquier inconveniente que se presente, será el que permanecerá a pesar de todo para siempre.

Una y otra vez

Yo no es que haya estado en cada rincón del planeta, y evidentemente del universo, no es que me haya inmiscuido 100% en algún tipo de cultura, en algún tipo de lugar por el tiempo suficiente para creer que sé lo necesario. Como todas las cosas en la cadena evolutiva siempre hay personas que están por encima y por debajo de uno, es como hacer una fila en una escalera, siempre será así y no hay nada que cambie eso, eso es lo que mantiene en parte el equilibrio del universo.
Sin embargo no creo que sea absolutamente necesario pasar una cantidad de tiempo determinada o inmiscuirse durante cierto tiempo en lugares o culturas ajenas. No creo que sea algo imperativo para poder captar la esencia de las cosas, que al final es lo que importa, a veces nos quedamos mucho en detalles, viendo cosas que hacen una diferencia, quizás por la necesidad humana común y normal de tener algo diferente que decir, algo diferente que contar, sentir que de alguna manera para nosotros mismos hay algo que se está haciendo, que hemos aprovechado cierto tiempo, ciertas cosas, y que claro evidentemente si hay oportunidad para comunicarlo a nuestros semejantes, lo haremos.
Es una sensación normal del ser humano querer hacer esto, tratar de hacerse sentir, el eterno dilema de hacer algo que valga la pena para dejar huella, así sea solamente en los hijos o las personas cercanas, nada de parafernalia mundial e historia de la humanidad, pero hay una necesidad. También existe el impulso de querer saber algo más de alguna otra cosa, cualquiera que sea, lo que a veces se llaman hobbies, algo diferente a la vida cotidiana, a la rutina, a lo usual que todos conocen y que sobretodo nosotros ya conocemos y somos más que conscientes de lo que sucede en nuestras vidas. Se necesita un escape y se necesita de vez en cuando romper la rutina.
Para muchos que no hayan tenido oportunidades de ir a otros países, ya sea de puro placer o turismo o para vivir una experiencia un poco más larga, como vivir en otro lado, es claro que muchas cosas parezcan diferentes, que haya algo que maraville, especialmente porque el contacto que se tiene con eso que es externo es básicamente la televisión o el internet, las fotos, noticias, películas, y todo lo que uno percibe, lo que nos cuentan, porque realmente son percepciones del punto de vista muy particular del sujeto que lo cuenta, sea el que vivió allá, el periodista, o la auto indulgente película que quiere enaltecer la imagen de un país haciéndonos ver lo bueno y maravilloso que es. Yo sé que muchos son conscientes que muchas de estas cosas en realidad no son verdad, pero tampoco se puede negar que eso lo saben muchos, porque no todos, ahora que tienen una edad suficiente, que de alguna manera pueden utilizar su cerebro para cosas menos banales y que pueden analizar las cosas y darse cuenta de la realidad que los rodea. Sin embargo para todos sin excepción, salvo unas muy pocas, esa imagen del exterior fue forjada en la infancia, cuando somos vulnerables a historias, a lo que escuchamos, leemos o vemos especialmente, y nos armamos, con ayuda de otros claro, una utopía de lo que es el exterior. Es claro que en nuestro caso de igual manera debido a que muchos crecimos en una sociedad en dónde todo el mundo se queja por todo, dónde la corrupción y la violencia estaban a la orden del día y demás traumatismos de la sociedad colombiana, siempre el exterior era mejor que lo que veíamos adentro, ya que nos vendieron esa imagen de cuasi perfección que aquí es inalcanzable para muchos, a su forma de ver.
La verdad es que aunque ya muchos lo sepan o lo intuyan, la verdad es completamente diferente. Sé que para muchos esta revelación no es novedosa y no es nada del otro mundo, y en realidad no lo es, pero siempre hay algo más allá que a diferencia de muchas otras personas que he tenido la fortuna de conocer he percibido que otros no y muchas veces para los demás todo se queda en el poder decir o mostrar x o y de ir o conocer tales y cuales, pero realmente no hay una observación profunda de la cualidad humana.
No es nada novedoso saber que nada de lo que nos dicen, o por lo menos el 80% o más, es acomodado para mantener a la gente dónde los gobernantes e instituciones que controlan todo nos quieren tener, no se trata de hablar de teorías de conspiración, aunque no soy ajeno ni completamente indiferente a ellas no me refiero a un plan maestro para controlar a la gente, simplemente que es evidente que el mundo está en manos de unos pocos que no quieren perder el control y simplemente mantienen el juego lo más que puedan para poder continuar con su estatus. Eso de pronto para muchos no es un secreto, pero para otros tantos quizás esa idea jamás se ha cruzado por la cabeza o no la han analizado lo suficiente como para caer en cuenta que es así y siempre ha sido así y que a pesar de que con la nueva era la mentalidad de la gente cambie, siempre seguirá siendo así.
Una de las cosas que más me ha sorprendido de andar por ahí es que realmente no hay diferencia de nada en ningún lugar con nadie. Si hay diferencias de cultura por cosas históricas, cosas de credo, que son generalmente las peores de todas y las que más daño han causado a la humanidad, y otro montón de cosas que son físicas externas, clima, geografía, etc, que hacen que haya “diferencias” entre todos nosotros. Al final la verdad es que todo es mucho más simple de lo que parece, puede sonar algo deprimente ya que podrán pensar que uno ya no encuentra emoción en nada y que todo es igual, en un comienzo si, no se puede negar que se pierde la emoción del mundo al darse cuenta que realmente nada tiene más sentido que lo más simple que nos podamos imaginar, pero una vez superada esa etapa se empieza a disfrutar de la igualdad, o por decirlo de alguna manera de que no existe absolutamente ninguna diferencia de nada para nada con nadie ni en ningún lugar. De cierta manera se cambia la cara de la moneda y se comienza a disfrutar lo predecible del mundo, comienza a disfrutarse la predictibilidad de las cosas sin importar consecuencias, razones ni nada por el estilo.
Digamos que es una manera de disfrutarse la simpleza, lo banales que somos, lo esenciales, lo tremendamente sencillos que somos en lo que se refiere a humanidad y a mundo como tal, porque evidentemente el ser único tiene rasgos, por cosas culturales, educativas, antes mencionadas que hacen que haya algo “diferente” en el trato con ellos, pero eso es a un nivel diferente y que tiene que ver con otra cantidad de cosas, banales y predecibles, que hacen que dos personas por ejemplo se unan o que uno tenga cierto tipo de amistades o no, pero en el panorama general es igual para todos y es lo más aburrido y sencillo del mundo.
El punto es que la predectibilidad es algo aburrido, es una rutina que lleva siglos, desde la creación del universo y de nuestra aparición en el planeta tierra, pero dentro de esa rutina predecible y aburrida se encuentra básicamente todo lo que queremos saber de todo, hay que saber mirarla, buscarla y claro interpretarla. Casi todos pensamos que los misterios de Dios, de la vida, la muerte y todo lo demás es algo demasiado complejo para entenderlo, eso es lo que nos han hecho creer las diferentes ramas de la fe que nos han contado un cuento, no muy bien contado a todas estas, de lo que se supone son todos estos misterios, que evidentemente nos hemos creído, a veces en mayor o menor medida, pero todos tenemos las mismas preguntas y pensamos en las mismas cosas, así de elementales y predecibles somos. Pensamos que es algo demasiado complejo, que son cosas más allá de nuestro entendimiento, y claro cómo no si los mismos que promueven este tipo de cosas sea por parte religiosa o científica no entiende realmente tampoco el por qué de nada ni el para qué, por lo tanto no pueden explicárnoslo de una manera razonable porque ni ellos lo entienden. En el caso científico muchos podrán decir que ellos si comprueban la existencia de cosas o que hay ciertas que funcionan de cierta u otra manera, y sí ese es el trabajo, pero igual no pueden ni podrán explicar el por qué de la existencia de dichos procesos. Es como que puedan explicar qué hace el la partícula de Higgs, pero jamás podrán explicar en sí por qué existe en primera instancia, por qué su función tiene que existir y el quién o para qué creo dicha partícula. Por lo tanto la ciencia nos explica los misterios que no entendemos, avanza en tecnología y en darnos a entender el funcionamiento de las cosas, pero jamás podrá explicar por qué ese funcionamiento que ellos explican y entienden es así y no de otra manera y el por qué de entrada existe ese funcionamiento.
Pero eso es harina de otro costal, al final aunque muchos no estén de acuerdo o crean que no hay excitación en la vida al darse cuenta de lo predecibles, rutinarios y completamente sencillos que somos, yo les diría que se equivocan. Pienso que es mucho mejor saber, de esa manera se disfruta ese saber, la transición no es fácil y no se puede negar que al ver las cosas de esa manera el mundo se vuelve un lugar deprimente del cual no hay salvación y en el cual no va a acontecer mayor cosa diferente a lo que ha pasado durante toda nuestra historia, pero eso para mí es el impulso para poder disfrutar cada minuto de lo que me quede, eso hace que cada cosa tenga más valor y que ya no tenga que preocuparme por nada, no tener miedo de nada, no tener que pensar en nada. En teoría es mucho más fácil claro, no se puede negar que hay momentos en que entran esas tensiones de ser humano y los problemas dan vueltas en la cabeza y vuelve uno a lo común y corriente de todo el mundo, lo cual al final no es tampoco tan malo como suena, pero cuando hay momentos de “lucidez” puede uno simplemente estar ahí, igual que todos, ayer hoy y mañana, en lo mismo pero con el plus de no tener que vivir como se haría de cierta manera sino con algo más de emoción, algo más de ganas por seguir día a día en la misma predectibilidad, en la misma rutina, que se repita una y otra vez, al final no nos queda realmente nada más, no hay nada por más emocionante que hagamos que se convierta en algo más o inclusive en otra rutina para salir de la rutina.
Creo que hay que adoptar nuestra tremenda sencillez y predectibilidad para poder realmente sacarle provecho a las cosas que nos rodean, carpe diem, vivir el día, disfrutar, no preocuparse por las cosas complejas, por preguntarse, por querer hacer algo, ser alguien, mostrar, por tener una “buena vida”, no existe tal cosa como una buena o mala vida, no existe nada de eso que creemos o nos han hecho creer que es buena o mala vida, esos conceptos sirven para mantener una moral en la gente para poder de cierta manera llevarnos lo mejor posible y poder castigar ciertos comportamientos que hacen daño, pero el concepto en sí es erróneo y falso. Simplemente hay que ser, hacer y no hacer, salir cada día y disfrutar de que todo es igual y que siempre será así, sin afanes de llegar a ningún lado, ni de estar en ninguna parte o de ser algo o alguien para muchos o para nadie, si acaso para uno mismo. Todo es lo mismo una y otra vez, todo es demasiado sencillo para buscarle la complejidad, extrañamente nosotros nos hemos vuelto expertos en encontrar respuestas a cosas complejas pero nos hemos vuelto muy malos para buscarlas en las cosas elementales y sencillas, porque al final es mucho más complicado explicar algo sencillo que algo complejo, y es por eso que a veces la humanidad se aleja de sí misma, por el concepto erróneo de que en lo complejo e inexplicable se encuentran todas las respuestas y las razones del universo, cuando realmente es mucho más sencillo que eso, pero a veces somos demasiado ciegos para ver en las cosas sencillas toda la complejidad que éstas traen y con ellas todo lo que hemos estado buscando siempre.

Ausencia

Una de las tantas cosas que suceden hoy en día por la interconectividad de la gente es que realmente estamos menos conectados de lo que creemos. Hoy uno puede desaparecer de la “realidad”, esa creada por la tecnología moderna y demás, y así no más deja uno de existir sin que nadie se de cuenta. Nos hemos hecho totalmente dependientes de notificaciones que nos hagan saber que otros siguen con vida, que están ahí, realmente la importancia de dichas notificaciones y demás no son relevantes, no nos interesa tener una idea de lo que realmente está pasando en la vida de la otra persona en sí, solamente es una señal de vida que indiferentemente nos reconforta.
Al final solo es un cúmulo de información que se asimila lo suficientemente rápido para ser olvidada a los dos minutos, pero que genera quizás las suficientes endorfinas en nuestra cabeza para conectar y hacer las transacciones cerebrales necesarias para satisfacer nuestra humanidad con saber que ese otro lado está ahí, no importa en qué circunstancia, pero está ahí. Uno desaparece y nadie se da cuenta, y si se dan cuenta son lo suficientemente indiferentes para poder buscar otras vías de comunicación, menos indirectas pero igual de alienantes, para conocer los motivos de dicha desaparición. En conclusión realmente uno no tiene ninguna importancia en la vida de nadie, claro siempre hay unos que se encuentran fuera de los círculos modernos y son más reales, pero cada vez éste tipo de personas se reducen en número y así pasa uno a ser, precisamente un número, que va y viene, y es más importante para muchos el no tener ese número en sí que lo que representa.
La humanidad desde hace varias décadas se ha sumido en la banalidad, en cantidades alarmantes ya un ritmo vertiginoso, eso parece no tener retroceso, cada vez la gente se vuelve un poco más idiota, no por gusto ni por que realmente lo quieran, quizás es algo ya circunstancial e inevitable, la mayoría ni siquiera lo piensan porque ya no tienen ni la capacidad para hacerlo. Es claro que este tipo de personajes busca excusar dichas actitudes sobresaltando las bondades de dichos medios o formas de interacción con el resto del mundo, pero esas ya no son válidas y más que comprobadas que no garantizan una mejor ni más conectividad sino simplemente simpleza y mediocridad al hacerlo.
Es un argumento de nunca terminar, y además eso ya está aquí para quedarse e invadirnos más. El problema en sí no es ese, la verdad da igual o no que se quede o no, si por alguna razón llegara a faltar simplemente se retornaría a otros métodos o medios o nos inventaremos algo nuevo eso es lo de menos, algo que realmente no tiene importancia. La banalidad es necesaria, sino existiera la banalidad en la vida humana, jamás cometeríamos idioteces, ni habría libertades, muchas veces idiotas, pero libertades al fin y al cabo que han permitido a la humanidad, mal que bien, seguir adelante y forjar la sociedad, de nuevo buena o mala, que hoy tenemos. Las cosas banales nos hacen olvidarnos de las cosas más elementales de la existencia, cosa que no está mal porque nadie puede estar todo el día todos los días pensando en trascendentalismos, pero llevados al exceso se vuelve algo monótono y aburrido.
Creo que eso es lo que sucede ahora, todos creen estar en contacto, recordar a ciertas personas, ser parte de algo, cuando al final uno puede desaparecer y nadie se da cuenta, lo más irónico es que solamente se dan cuenta si revisan que uno esté en medio de esa conectividad virtual, si el número mágico no se ha reducido, sino se preocupan. Eso todavía es pasable, pero el hecho de no buscar la manera de retomar, el número, contacto o lo cómo lo quieran llamar, es algo inexcusable.
No vale la pena pelear contra lo inevitable, pero dejar de lado la humanidad y dejar de lado aquello que realmente nos acerca y nos hace lo que somos es algo que jamás dejaré porque al final con o sin nada de lo demás es lo único que al final nos queda. Al final todo esto sirve solamente para comprobar la importancia de un ser contra la importancia de un collage de imágenes sin sentido, comentarios medio sabios y un mundo que nos mantiene es más desconectados que conectados a la vez. Es tanto lo que hay que al final no se retiene nada ni importante ni insignificante de estar ahí todo el tiempo revoloteando sin saber realmente lo que se está buscando.
Me da tristeza por la mayoría de la gente que de alguna manera está pegada a ello, por tantos motivos como gente existe en el mundo, muchas veces no es ni siquiera por estar conectados o en contacto, muchas veces es un desespero por llamar la atención, muchas veces es la única manera de tener contacto, muchas veces es simplemente algo para matar el tiempo porque ya se ha perdido la costumbre de encontrar mejores cosas para hacer con el poco tiempo que tenemos en una vida tan frágil como la que tenemos.
La banalidad es necesaria, todo en su punto justo, hay que tener equilibrio, hay que saber manejar la balanza y mantenerse de lo dos lados al mismo tiempo, ahora parece que la cosa va más hacia un lado que hacia otro. No todo es malo y como en todo hay que saber encontrar el lado positivo de la masividad ridícula que se vive ahora, siempre hay cosas rescatables y hay que saber dónde buscarlas y saber aprovecharlas.
Al final del camino me gusta saber con qué cuento y con qué no, con quienes y con quienes no, saber que la ausencia es o no relevante para algunos o no es algo que me satisface, me hace más ligero y de cierta manera me da toda la libertad para poder tomar actitudes y decisiones sin tener por decirlo de alguna manera ninguna compasión con los resultados o sin tener que sentir remordimiento alguno por algunas cosas, como solía sentirlo antes quizás por ese poco más de humanidad que a veces queda por ahí. Es claro que ésta no va a desaparecer pero digamos que es manejable de otras maneras y se acudirá a ella cuando realmente sea necesario. La vida sin las banalidades es algo aburrida no se puede negar, las banalidades son divertidas, ya sea para gusto personal o para burlarse muchas veces de cosas ajenas y ser completamente indiferente ante ellas, por los motivos que todos tenemos para cierto tipo de cosas, pero se ha llegado a un extremo insoportable, ahora es mejor estar completamente alienado de todo eso, aunque suena algo paradójico, para tratar de recuperar todo aquello que realmente vale la pena y nos hace lo que somos, por lo menos para los pocos que quedamos.

suspensivo

Así como los puntos que dejan abierta una frase, una novela, un relato, una historia, esos puntos que dejan todo incierto, que posiblemente contenga una conclusión luego, o que simplemente quede esa duda en el aire para siempre de saber que sucedió o sucederá.
Muchas veces la vida nos deja así, suspensivos, nos deja esperando, nos muestra los tres puntos que no sabemos a dónde van a conducir, y nos deja expectantes, sin aliento, con la mirada, la fe y el impulso en el limbo inmenso de la incertidumbre, con más dudas que respuestas y con aún más miedo que cualquier otra cosa. A veces nos suspendemos, nos quedamos estáticos esperando a que algo, o alguien, simplemente nos saque de semejante vacío y nos haga reaccionar, quizás lo que más necesitamos en ese momento es simplemente dar el siguiente paso, así no sepamos a dónde vamos exactamente, pero lo importante es salir del letargo y tomar ese impulso que nos lleve a la próxima estación.
Pocas veces he sentido esa sensación de que el espacio que existe frente a mí es mucho más grande de lo esperado, uno planea y tiene intenciones de moverse hacia algún lado, uno calcula, predice y toma con calma dichas conclusiones una vez se ha determinado el siguiente paso y a veces los que le seguirán al mismo en un corto plazo. Pero cuando ese primer paso no se puede dar el panorama se extiende y todo se vuelve una inmensa planicie de incertidumbre que nos nubla la vista y la fe para seguir adelante. Muchas veces solamente basta con esperar, a veces simplemente uno se decide, o algo nos empuja, y ahí estamos de nuevo caminando sobre el delgado hielo que nos une con lo incierto de cada paso.
Toca cambiar de plan, de perspectiva, no queda más que asumir las cosas, esperar que la decisión no haya sido lo suficientemente errónea como para causar un inmenso arrepentimiento luego. Quedamos suspensivos, a la espera, no sabemos que decisión tomar, tenemos miles de opciones, aunque realmente al final solo una real que es la que evidentemente menos queremos, a la cual nos resistimos y luchamos para jamás tener que aceptar que no hay otro camino sino depender de ella.
Suspenderse para contemplar es algo bueno, si se tiene todo bajo control y si todo se torna en favor de uno, estar suspendido por obligación o por una decisión, que a veces ni siquiera es clara pero ya la tomamos, es algo diferente, todo parece derrumbarse, todo parece ser diferente, y parece que de un momento a otro la vida cambió por completo. Al final podemos consolarnos con la idea de que no es tan grave, de que solo es cuestión de un poco más de tiempo y que al final todo estará bien, siempre se puede aprovechar ese tiempo extra para otras actividades lúdicas y de alguna manera no sentir que se está perdiendo el tiempo. Es posible que tengamos razón, así como cabe la misma posibilidad de que no, ésta es inaceptable, no es concebible y jamás se nos cruzará por la cabeza, aunque tengamos que luchar contra ella, pero a veces es más fuerte y se pronuncia, y es ahí cuando igualmente es demasiado tarde para dar un paso adelante o atrás y hay que enfrentar las consecuencias de todo aquello a lo que no esperábamos enfrentarnos.
Suspensivo, así muchas veces es el tiempo, por las razones que buscaremos en medio del insomnio de interminables tibias noches, para darnos aliento, para encontrar una luz, para no sentirnos tan mal con nosotros mismos y dándonos la respuesta a dicha decisión, algunas serán totalmente alocadas, otras inútiles, otras falacias inmensas del alter ego que no sabe perder, y otras, seguramente las de menor importancia al final del camino, son las que captan nuestra atención y nos aferramos a ellas como si fuera nuestra propia vida, muchas veces llega a serlo.
Suspensivo es el tiempo, es el camino, es la vida misma que no tiene sentido pero que nos fuerza a hallarle uno para poder seguir adelante y no enloquecer, tener un motivo, una meta, un algo que esté ahí adelante, pero permanece como nosotros suspensivo, quizás esperando caer, envejecer, destruirse o ser alcanzado por una ráfaga que lo lleve a caminos desesperados de soledad. Suspensiva es la vida, los puntos al final de cada día, de cada palabra, acción, de cada suspiro que damos, un cúmulo de puntos que se unen entre sí para tratar de darnos un sentido.
Suspensivo me siento, sin más camino que seguir adelante por inercia, esperando lo mejor, como todos lo hacen, y sin tratar de pensar demasiado en lo hecho sino en lo que venga con el mayor optimismo, así sea falso, que pueda existir.

Hay que quemarse

A mi me gusta la gente que ha sido quemada, aquellos que han pasado por lo más profundo de su lado oscuro, han tomado malas decisiones conscientemente, pero que a pesar de ello asumen con responsabilidad cualquier consecuencia que esto conlleve. Es más a veces muchos recaen, y vuelven por el mismo camino una y otra vez. Me gusta la gente que ha pasado por los profundos pozos, que ha tenido que vivir, por gusto o por cosas de la vida, circunstancias que cada vez hace que se fortalezcan más ante ellos mismos y todo lo que los rodea.
No se trata de auto indulgencia, no me gustan los aquellos que son sórdidos y simplemente habitan en los bajos mundos por probar algo o mostrar algo por alguna carencia personal. Lo sórdido no tiene nada de excitante, carece de alma, de feeling, de cuerpo, de sentido, y evidentemente es algo mucho más oscuro y remoto de lo que uno podría imaginarse, es un lugar para respetar, quizás para hacer una pequeña visita, pero jamás para permanecer.
A mi me gusta la aventura, esa mala, esa espina, esas cosas en las que uno puede sentir remordimiento pero al mismo tiempo un fresquito por haberlo hecho, pasado, o vivido. Los altibajos son mucho más emocionantes que las residencias permanentes, hay que ir adaptándose, hay que camuflarse con el entorno, probar, lanzarse, tomar el riesgo, y luego volver a subir, estar en la cima y mirar el vacío de una manera objetiva y analítica, es quizás la única manera de mantenerse mentalmente sano en este mundo demente.
La demencia temporal es lo que atrae, esos pequeños momentos de locura, de idiotez, que van y vienen a veces sin esperarlos, muchas claro son planeados y se busca un objetivo, igual al final lo importante es precisamente no llegar a ningún objetivo, es dejar todo abierto, dejar los ciclos, dejar la oportunidad, esa puerta ahí abierta que siempre nos coqueteará para que la atravesemos, y conozcamos lo que existe al otro lado. Me gustan aquellas personas que han caído en tentaciones, esas que se dejan llevar por aquello que no sabemos, ese instinto natural y animal que nos lleva y nos impulsa a lugares desconocidos, igual siempre después de caer en la tentación lo mejor es simplemente hacer una nota, cerrar aquellas puertas que no son demasiado convenientes y seguir adelante, el recaer ya se volverá un vicio y un espacio imposible de dejar.
Es por eso que lo sórdido, la auto indulgencia, el snobismo exagerado de una sociedad post moderna, me produce repugnancia y náuseas. Es imperdonable que se pierda tan fácilmente la esencia, el alma, la chispa que todos cargamos por cosas completamente ridículas, mantenerse en lo sórdido como una manera de escapar, de pretender, de aparentar para un montón de gente que no tiene ni cómo responder por ellos mismos y mucho menos ante el mundo real que existe. La sordidez es la tristeza y expresión máxima de desespero del ser humano, es un lugar que hay que conocer, quizás para algunos sea muy tentador permanecer, de eso se trata, pero al final se pierde todo, se olvida todo, y dejamos realmente de existir en medio de un círculo vicioso que nos envuelve y nunca nos hace ir hacia adelante.
Los altibajos son los excitantes, el poder mutar y cambiar de escenarios, el estar constantemente subiendo y bajando o permaneciendo estáticos sin expectativas, sin cargas, solamente el vacío que siempre está en frente de nosotros. Es inevitable sentir la necesidad de controlar lo que nos espera, imaginarnos una vida llena, o carente, de ciertas cosas, los deseos nos mueven, nos motivan, a veces nos traicionan también, pero son algo que no podemos eliminar y que constantemente nos recuerda nuestro personal para qué y por qué del día de mañana.
Hay que sucumbir, es la única manera de sobrevivir, las cajas de cristal, ese mundo ideal no es más que la utopía de una humanidad que nunca ha sabido para dónde va, de un rumbo incierto, y a todos nos han mantenido en ese nivel de tratar simplemente de seguir, sino se sucumbe no hay gloria, no hay alegría, no hay pasión, no se puede domar la vida. Sino se sucumbe todo mantiene un sentido falso e irreal que nos consume de a poco, hay que sucumbir, hay que aprender a hacerlo para poder dominarlo, jamás hay que quedarse, ni hundirse en lo más profundo, pero si hay que haber tocado el fondo, hay que domarlo y luego jactarse ante el mundo real de cualquier cosa que venga de frente.
Me gusta la gente golpeada, arrastrada, sufrida, que tiene algo realmente que decir y por qué sentirse orgullosa, gente que ha sucumbido y ahora son amos y señores de cualquier otro salto al vacío, así no sepan que es lo que les espera. Pero detesto la pretenciosidad de aquellos que se mantienen el fondo para mostrar algo que no son para poder medianamente controlar todas sus carencias, porque no tienen otra manera de hacerlo, no tienen cómo luchar porque se dejaron vencer por el espejo que ellos mismos han ideado de lo que quieren reflejar. Nada como unas buenas batallas, cicatrices y una mirada que muestre esos caminos recorridos y luchados. Todos aquellos por debajo, están perdidos, todos aquellos que jamás se han tomado el trabajo de conocer la realidad de sus propios límites son patéticamente desagradables, todos ellos sobran y son lo que carcome a la humanidad, los que siguen luchando, cayéndose, levantándose, a la espera, lanzándose al vacío, esos son los que realmente están en el camino, ese que al final los llevará a la verdad absoluta, en el momento menos pensado, y esas personas son las que valen la pena siempre tener cerca, son aquellas que siempre sin importar qué, ni cómo, nos harán crecer y mantenernos con la cabeza en alto para seguir batallando cuantas veces sea necesario.