Siempre hay huecos que cubrir, pueden ser heridas abiertas que nunca
sanaron, o algunas cicatrices que quedan agudamente marcadas en
nosotros. Momentos que no volverán, cosas que nunca se hicieron,
algunas que se hicieron demasiado, gente que ha revoloteado alrededor
y luego se han desaparecido, o simplemente nosotros hemos
desaparecido.
Muchas veces solamente por la necesidad humana, otras tantas por
cubrir necesidades innecesarias pero obligadas por los parámetros
sociales, buscamos rellenar esos huecos que quedan, es como tener una
inmensa malla que a medida que pasa el tiempo se va agujereando por
todo aquello que nos ha pasado, esas huellas a veces imborrables que
dejan su marca para siempre.
Algunas de ellas las queremos conservar, algunas nos hicieron crecer,
a las malas o a las buenas, otras tantas son experiencias de vida que
marcan, que transforman o que hacen reflexionar acerca de nosotros
mismos y el camino que tenemos en frente. Otras tantas simplemente
son los gajes del oficio de estar vivo, esas cosas que les pasan casi
a todos en el mismo proceso del crecimiento humano hacia cualquier
lugar, son esas lecciones obligatorias que hay que tomar para poder
graduarse.
Muchas otras simplemente han quedado vacías por el paso del tiempo,
cosa que se han ido olvidando o desechando, muchas veces inservibles,
otras veces por fuerza mayor y por necesidad de desprendernos de
algunas cosas del pasado, o del presente, que no nos han permitido
continuar. Muchas dejan su huella, éstas usualmente son de aquellos
quiénes han pasado por diferentes momentos de nuestras vidas y mal o
bien han dejado una enseñanza, un momento, un instante en nuestras
vidas, algunos perduran más tiempo, otros tanto se van evaporando,
cumplieron su misión y siguieron adelante, así como nosotros hemos
seguido adelante en tantas otras historias como actores de reparto
que colaboran con la escena, pero no hacemos parte de la historia.
A veces las que se prolongan más son más difíciles de suplir, esas
que por alguna razón interpretaron un papel más prolongado de lo
esperado y pasaron a ser de reparto a convertirse en artistas
invitados e importantes para el desarrollo de la historia. Nadie
tiene la fórmula mágica ni nadie entiende el por qué a veces nos
podemos convertir en protagonistas, o antagonistas, de una historia o
en qué momento alguien puede convertirse en un rol importante para
poder continuar, son solo los hechos universales que van y vienen y
nos ponen gente en el camino, de esos billones de personas que
existen en este pequeño pero inmenso planeta, siempre habrá
alguien, siempre hay una esquina que doblar en dónde se pueden
encontrar miles de nuevas historias y protagonistas.
Sin embargo como toda buena historia no se puede sostener simplemente
con un montón de personajes de primera línea que traten de
influenciar la historia y hacer parte de ella, a veces es necesario
eliminarlos, o simplemente terminan ese rol, demasiado importante, y
desaparecen. Esos hoyos que dejan aquellos personajes quizás son los
más complicados de suplir, las cosas, los eventos, se transfieren,
mutan, se digieren unos a otros, se convierten en uno sólo, son
permutables y podemos intercambiar o incrementar su intensidad con
otros similares, un cúmulo de experiencias y cosas que una sobre
otra forman la amorfa experiencia de la vida. Pero cuando se trata de
objetos animados, carne y hueso que cumplen un papel más allá de
los fotogramas que podemos captar con la mente, el instante, el
lugar, el clima, la luna, el sol y todo lo demás, es más complicado
suplir esos espacios cuando no están.
Todos al final creo que estamos llenos de agujeros, de todas esas
huellas buenas y malas que han pasado por la sábana de nuestra vida,
algunas cicatrizan o simplemente se confunden a través de los años
con vagos recuerdos de algo que sucedió, algo que no se puede
olvidar porque hace parte de lo que somos y nos define, pero
simplemente se vuelven detalles y anécdotas del pasado que tuvieron
algún giro inesperado pero no sustancial para el momento proceso.
Otros tantos buscan ser rellenados de nuevo, quizás porque el frío
viento de algunas temporadas de la vida hace que se sientan vacíos,
abandonados y requieren atención.
Es imposible suplir a los animados, lo que es inanimado es solamente
cuestión de poner uno encima de otro, pero lo demás se vuelve más
complejo. Desafortunadamente como seres sociales tenemos la
obligación de relacionarnos con el entorno a todo nivel y a veces
algunas cosas simplemente desaparecen, o nos despertamos y ya no
están ahí.
Lo más curioso de todo es que a medida que pasa el tiempo se
requieren menos elementos para rellenar los vacíos que existen, a
veces una sola persona puede rellenar todos esos agujeros como una
gran mezcla de todo aquello que puede que haga y no falta para
rellenar estos espacios. A veces pueden ser solamente dos o tres más,
pero a medida que pasa el tiempo y de alguna manera nos acercamos más
a la realidad de nuestras vidas, este tipo de personajes se hacen
menos importantes, son menos irrelevantes y los que realmente
permanecen son los que seguramente hacen parte del núcleo de la
historia y permanecerán ahí por siempre.
Es naturaleza humana andar buscando las cosas que nos hagan sentir
bien, siempre mejorar o al menos siempre eso que nos da bienestar.
Pero parece que a medida que nos hacemos viejos estas cosas se
vuelven más sencillas o al menos se encuentran en cosas más
sencillas y mas edificantes, así que la sábana se va haciendo más
pequeña, ya no hay necesidad de tapar todos los agujeros y lo poco
que se encuentra alrededor es realmente un universo entero que suple
todo lo demás. A pesar de todo es mejor siempre soltar, dejar, y
seguir adelante con aquello que jamás nos abandona esos personajes
son los que realmente le dan la fuerza necesaria a la historia.
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