6/2/14

Los sustitutos

Un viejo refrán dice que todo tiempo pasado fue mejor. Yo no creo encontrarme en una posición tan privilegiada para poder determinar si es o no cierto, nací en la mitad de ese pasado y el futuro que habría de venir. Justo en el punto de quiebre en dónde muchas cosas comenzaron a cambiar, y claro está como era tan pequeño, muchas de esas cosas simplemente aparecieron frente a mí cuando ya tenía uso de razón y tampoco estuve ahí para ver el proceso de cambio de un pasado a un futuro, presente para mí, en el cual muchas cosas son diferentes.

No puedo decir que todo tiempo pasado, con mayúsculas, fue mejor, porque realmente no viví en el pasado, en aquél pasado que no estaba dominado por las máquinas, el reciclaje, el re encauche, en lo desechable, lo superficial, y en la banalidad del día a día y de tenerlo todo al alcance de la mano. Puedo recordar ciertas cosas que hacen que dicho tiempo quizás haya tenido otras connotaciones y mejores cosas que ahora, no en el sentido de cosas materiales, sino de las cosas que de verdad hacen la vida mejor para cualquier persona.

Sin embargo al vivir en el punto de quiebre me encuentro un poco entre uno tiempo y otro, conservando algunas pocas cosas que me quedaron de ese pasado pasadas a mí por medio de mi familia, y las otras tantas con las que tuve que enfrentarme en el presente que simplemente fui encontrando por el camino. No creo que pueda tomar partido nunca sobre el pasado y mucho menos sobre el presente, ya que no tengo punto de comparación y muchas cosas son simplemente retratos en sepia, flashbacks e historias de tradición oral que a veces suenan a historias épicas como la Odisea o la Ilíada. Son simplemente fragmentos de recuerdos, fotografías y algunas imágenes que se han quedado en mi lo cual me daría pie para comparar aquello, con la vida ahora.

Sin embargo si puedo tomar partido por el presente que ha sido parte de mí vida durante la mayoría del tiempo, y digo presente porque no veo un futuro tan claro ni tan diferente al día de hoy. Toda la ciencia ficción se quedará en eso por lo menos por un buen tiempo, lo demás será simplemente una pequeña evolución de lo que ya hay para seguir nutriendo necesidades inexistentes en los seres humanos, cada vez con un pequeño aditivo que nos prometerán nos hará la vida más fácil, paso a paso. Este proceso durará quizás por muchos años más, décadas y hasta otro milenio, tampoco lo sé, pero es claro que mi presente cambió vertiginosamente en un corto período de tiempo pero luego se estancó y avanza a menos de la mitad de lo que solía hacerlo. Hay pequeños avances, tan pequeños que para la vida cotidiana de cualquier persona son totalmente irrelevantes. Hablan de muchos avances y descubrimientos, que parecen salidos de una película, pero la verdad es que el desarrollo e implementación de los mismos al público masivo está bastante lejos, no hay suficiente obsolencia presente para introducir algo completamente avanzado, hay que seguir exprimiendo lo más que se pueda lo existente.

En cuanto a la vida cotidiana y todo lo que eso conlleva, sus avances, sus mejoras por medio de terceros, aparatos, que nos facilitan, o complican las cosas, no hay mucho que decir, o hacer para ese caso, es un virus simplemente que se propaga sin que seamos conscientes o sin que a gran escala podamos, o más bien ¿queramos?, hacer algo al respecto. Digamos que es una batalla que casi nadie quiere pelear, aunque existen aquellos que se oponen a los cuales admiro de cierta manera. No puedo tomar partido por el pro o el contra ya que nunca he sido de extremos, pero si puedo decir que me encuentro dividido a veces entre dichos avances que nos facilitan la vida, entre que tan buenos son o en si realmente necesitamos de ellos para vivir.

Pero el asunto no radica en ello, aunque su influencia es innegable, lo que más me inquieta es el modo en como poco a poco todo aquello ha comenzado a transferirse a la vida personal a una velocidad alarmante. En un tiempo, no muy lejano, todo lo exterior era simplemente una ayuda, una herramienta para facilitarnos las cosas o para simplemente mantenernos comunicados, en contacto, hacer todo más fácil y rápido. Muchas de esas cosas, como éste medio y la computadora en dónde escribo, han mantenido dichas funciones con adiciones que de a poco, más pronto de lo imaginado, se han tornado casi indispensables y ya no simplemente están ahí para ayudarnos sino que se han vuelto partes elementales de la vida cotidiana.

La cultura “pop” y todo lo que ello conlleva ya no solo es un elemento de expresión artístico o estilístico, sino que se ha vuelto un estilo de vida personal, más allá de la parafernalia de los aditamentos y demás, se ha introducido en cada uno para hacer todo más light y desechable. Muchas de las cosas que deberán ayudarnos a estar más cerca de nuestros seres queridos lo que hace es alejarnos más, solamente sirve para estar más cerca de aquellos que están realmente lejos, pero para los que están constantemente ahí simplemente nos aleja. Nos facilita nuestra vida en cuanto a que podamos “saber” lo que todos hacen, cuando queramos y nos evitamos los desplazamientos, las llamadas telefónicas, la interacción, y lo cambiamos por la facilidad de saber lo que todos hacen, en tan solo diez minutos, y con eso creemos que cumplimos y estamos en “contacto” con nuestro entorno.

Pensé que dicha invasión de la no vida iba a demorarse un poco más, pero cada vez veo que nos hemos convertido en elementos “pop” para los demás. Ya no somos importantes, no somos cercanos, no somos nada más que un avatar, una imagen, un ícono, una cara feliz producto de un código binario, un enviar, un adjunto en la vida de los demás. Nos hemos convertido en eso que en su momento era una imagen lejana que simplemente hacía parte de un momento de la historia en dónde todo se volvió accesible y desechable con la misma facilidad. Eso que por algunas décadas estuvo ahí simplemente como una imagen en un televisor, como un ídolo, como un ícono lejano, se ha convertido en cada uno de nosotros, sin el glamour y la parafernalia alrededor, simplemente como un ente made in china que se desecha una vez no sirve para nada.

Puede sonar un poco descabellado, pero es porque igualmente no somos conscientes de que en una medida más grande es así, somos elementos desechables, reemplazables y ya casi inanimados en la vida de otros y muchas veces inclusive en la nuestra. Nos hemos convertido en la mala versión de aquellos ídolos que parecían tan intocables y que solo podíamos poseer por medio de afiches, revistas y demás, nosotros no estamos en esa élite, que sigue existiendo, pero ahora hacemos parte de la foto de perfil, de los quince minutos, mega bytes, de fama con todas las posibilidades que nos ofrece el presente y sus beneficios. Nos convertimos en un elemento como cualquier otro, un comercial de treinta segundos, un hit de verano, un video viral que mantiene el interés hasta que aparezca el próximo o hasta que sea tan viral que pierde significado. Lo que más me preocupa de todo esto es que no nos hemos dado cuenta al punto en el que hemos llegado por utilizar aquellas cosas que nos dicen nos hará la vida mejor, más fácil, la cual nos genera acceso a todo lo que queramos, verdadero y falso, estar conectados, ser parte del “futuro” de esa ciencia ficción de antaño, pero sacrificando nuestra identidad por ser un producto prefabricado a las necesidades, no de nosotros, sino de dichos aparatos y facilidades de la vida moderna.

En un comienzo ellos eran adaptados a nuestras necesidades, ahora nosotros somos adaptados a las necesidades de ellos. Es verdad que no todo es tan negro y que de alguna manera todavía quedamos conscientes que preferimos la risa verdadera que el jajaja monótono y aburrido de un texto frío. Pero cada vez más y más ente se siente cómoda con ser un elemento “pop” y tratar a los demás como tal, que no sé si llegará el momento en el que seamos totalmente prescindibles hasta en nuestra forma de ser, que nos convirtamos en un personaje de un video juego al cual accedan simplemente cuando tengan la necesidad de hacerlo y más allá de eso que hagan con ese personaje lo que venga en gana, ya que no tendríamos vida propia y viviríamos por medio de aquellos que nos dan un toque para hacernos sentirnos vivos.


 El pasado quizás haya sido mejor, y peor en muchos aspectos, jamás podré comprobarlo, y tampoco podré decir que éste pasado sea mejor que el futuro que viene, ya que no estaré allí para verlo pero si tengo que adivinar diría que sí será mejor y que quizás el futuro ni siquiera exista porque nosotros a pesar de seguir respirando y ocupar un espacio parecemos cadáveres que somos fácilmente sustituidos por el siguiente en fila, que podemos ser desechados y olvidados cuando otro, más actualizado al momento en cuestión, tome nuestro lugar. Todavía existe la verdadera amistad, todavía existe el vínculo, la verdadera conexión, a pesar de que ha sido reemplazada de a poco por otros vínculos y conexiones que se vuelven cada vez más importantes, y la sustancia y la esencia cada vez menos relevantes. Para los que estamos atrapados en medio de ese pasado, que suena mejor y peor, y este presente, o futuro, quizás es una lucha difícil pero todavía algunos nos mantenemos en pie y no queremos ser un elemento substituible de nadie y queremos todavía seguir viviendo y soñando al lado de todos los verdaderos vínculos y conexiones que hemos cultivado a través del pasado, el presente y lo que será del futuro.