Un viejo refrán dice que todo tiempo pasado fue mejor. Yo no creo
encontrarme en una posición tan privilegiada para poder determinar
si es o no cierto, nací en la mitad de ese pasado y el futuro que
habría de venir. Justo en el punto de quiebre en dónde muchas cosas
comenzaron a cambiar, y claro está como era tan pequeño, muchas de
esas cosas simplemente aparecieron frente a mí cuando ya tenía uso
de razón y tampoco estuve ahí para ver el proceso de cambio de un
pasado a un futuro, presente para mí, en el cual muchas cosas son
diferentes.
No puedo decir que todo tiempo pasado, con mayúsculas, fue mejor,
porque realmente no viví en el pasado, en aquél pasado que no
estaba dominado por las máquinas, el reciclaje, el re encauche, en
lo desechable, lo superficial, y en la banalidad del día a día y de
tenerlo todo al alcance de la mano. Puedo recordar ciertas cosas que
hacen que dicho tiempo quizás haya tenido otras connotaciones y
mejores cosas que ahora, no en el sentido de cosas materiales, sino
de las cosas que de verdad hacen la vida mejor para cualquier
persona.
Sin embargo al vivir en el punto de quiebre me encuentro un poco
entre uno tiempo y otro, conservando algunas pocas cosas que me
quedaron de ese pasado pasadas a mí por medio de mi familia, y las
otras tantas con las que tuve que enfrentarme en el presente que
simplemente fui encontrando por el camino. No creo que pueda tomar
partido nunca sobre el pasado y mucho menos sobre el presente, ya que
no tengo punto de comparación y muchas cosas son simplemente
retratos en sepia, flashbacks e historias de tradición oral que a
veces suenan a historias épicas como la Odisea o la Ilíada. Son
simplemente fragmentos de recuerdos, fotografías y algunas imágenes
que se han quedado en mi lo cual me daría pie para comparar aquello,
con la vida ahora.
Sin embargo si puedo tomar partido por el presente que ha sido parte
de mí vida durante la mayoría del tiempo, y digo presente porque no
veo un futuro tan claro ni tan diferente al día de hoy. Toda la
ciencia ficción se quedará en eso por lo menos por un buen tiempo,
lo demás será simplemente una pequeña evolución de lo que ya hay
para seguir nutriendo necesidades inexistentes en los seres humanos,
cada vez con un pequeño aditivo que nos prometerán nos hará la
vida más fácil, paso a paso. Este proceso durará quizás por
muchos años más, décadas y hasta otro milenio, tampoco lo sé,
pero es claro que mi presente cambió vertiginosamente en un corto
período de tiempo pero luego se estancó y avanza a menos de la
mitad de lo que solía hacerlo. Hay pequeños avances, tan pequeños
que para la vida cotidiana de cualquier persona son totalmente
irrelevantes. Hablan de muchos avances y descubrimientos, que parecen
salidos de una película, pero la verdad es que el desarrollo e
implementación de los mismos al público masivo está bastante
lejos, no hay suficiente obsolencia presente para introducir algo
completamente avanzado, hay que seguir exprimiendo lo más que se
pueda lo existente.
En cuanto a la vida cotidiana y todo lo que eso conlleva, sus
avances, sus mejoras por medio de terceros, aparatos, que nos
facilitan, o complican las cosas, no hay mucho que decir, o hacer
para ese caso, es un virus simplemente que se propaga sin que seamos
conscientes o sin que a gran escala podamos, o más bien ¿queramos?,
hacer algo al respecto. Digamos que es una batalla que casi nadie
quiere pelear, aunque existen aquellos que se oponen a los cuales
admiro de cierta manera. No puedo tomar partido por el pro o el
contra ya que nunca he sido de extremos, pero si puedo decir que me
encuentro dividido a veces entre dichos avances que nos facilitan la
vida, entre que tan buenos son o en si realmente necesitamos de ellos
para vivir.
Pero el asunto no radica en ello, aunque su influencia es innegable,
lo que más me inquieta es el modo en como poco a poco todo aquello
ha comenzado a transferirse a la vida personal a una velocidad
alarmante. En un tiempo, no muy lejano, todo lo exterior era
simplemente una ayuda, una herramienta para facilitarnos las cosas o
para simplemente mantenernos comunicados, en contacto, hacer todo más
fácil y rápido. Muchas de esas cosas, como éste medio y la
computadora en dónde escribo, han mantenido dichas funciones con
adiciones que de a poco, más pronto de lo imaginado, se han tornado
casi indispensables y ya no simplemente están ahí para ayudarnos
sino que se han vuelto partes elementales de la vida cotidiana.
La cultura “pop” y todo lo que ello conlleva ya no solo es un
elemento de expresión artístico o estilístico, sino que se ha
vuelto un estilo de vida personal, más allá de la parafernalia de
los aditamentos y demás, se ha introducido en cada uno para hacer
todo más light y desechable. Muchas de las cosas que deberán
ayudarnos a estar más cerca de nuestros seres queridos lo que hace
es alejarnos más, solamente sirve para estar más cerca de aquellos
que están realmente lejos, pero para los que están constantemente
ahí simplemente nos aleja. Nos facilita nuestra vida en cuanto a que
podamos “saber” lo que todos hacen, cuando queramos y nos
evitamos los desplazamientos, las llamadas telefónicas, la
interacción, y lo cambiamos por la facilidad de saber lo que todos
hacen, en tan solo diez minutos, y con eso creemos que cumplimos y
estamos en “contacto” con nuestro entorno.
Pensé que dicha invasión de la no vida iba a demorarse un poco más,
pero cada vez veo que nos hemos convertido en elementos “pop”
para los demás. Ya no somos importantes, no somos cercanos, no somos
nada más que un avatar, una imagen, un ícono, una cara feliz
producto de un código binario, un enviar, un adjunto en la vida de
los demás. Nos hemos convertido en eso que en su momento era una
imagen lejana que simplemente hacía parte de un momento de la
historia en dónde todo se volvió accesible y desechable con la
misma facilidad. Eso que por algunas décadas estuvo ahí simplemente
como una imagen en un televisor, como un ídolo, como un ícono
lejano, se ha convertido en cada uno de nosotros, sin el glamour y la
parafernalia alrededor, simplemente como un ente made in china
que se desecha una vez no sirve para nada.
Puede sonar un poco descabellado, pero es porque igualmente no somos
conscientes de que en una medida más grande es así, somos elementos
desechables, reemplazables y ya casi inanimados en la vida de otros y
muchas veces inclusive en la nuestra. Nos hemos convertido en la mala
versión de aquellos ídolos que parecían tan intocables y que solo
podíamos poseer por medio de afiches, revistas y demás, nosotros no
estamos en esa élite, que sigue existiendo, pero ahora hacemos parte
de la foto de perfil, de los quince minutos, mega bytes, de fama con
todas las posibilidades que nos ofrece el presente y sus beneficios.
Nos convertimos en un elemento como cualquier otro, un comercial de
treinta segundos, un hit de verano, un video viral que mantiene el
interés hasta que aparezca el próximo o hasta que sea tan viral que
pierde significado. Lo que más me preocupa de todo esto es que no
nos hemos dado cuenta al punto en el que hemos llegado por utilizar
aquellas cosas que nos dicen nos hará la vida mejor, más fácil, la
cual nos genera acceso a todo lo que queramos, verdadero y falso,
estar conectados, ser parte del “futuro” de esa ciencia ficción
de antaño, pero sacrificando nuestra identidad por ser un producto
prefabricado a las necesidades, no de nosotros, sino de dichos
aparatos y facilidades de la vida moderna.
En un comienzo ellos eran adaptados a nuestras necesidades, ahora
nosotros somos adaptados a las necesidades de ellos. Es verdad que no
todo es tan negro y que de alguna manera todavía quedamos
conscientes que preferimos la risa verdadera que el jajaja monótono
y aburrido de un texto frío. Pero cada vez más y más ente se
siente cómoda con ser un elemento “pop” y tratar a los demás
como tal, que no sé si llegará el momento en el que seamos
totalmente prescindibles hasta en nuestra forma de ser, que nos
convirtamos en un personaje de un video juego al cual accedan
simplemente cuando tengan la necesidad de hacerlo y más allá de eso
que hagan con ese personaje lo que venga en gana, ya que no
tendríamos vida propia y viviríamos por medio de aquellos que nos
dan un toque para hacernos sentirnos vivos.
El pasado quizás haya sido mejor, y peor en muchos aspectos, jamás
podré comprobarlo, y tampoco podré decir que éste pasado sea mejor
que el futuro que viene, ya que no estaré allí para verlo pero si
tengo que adivinar diría que sí será mejor y que quizás el futuro
ni siquiera exista porque nosotros a pesar de seguir respirando y
ocupar un espacio parecemos cadáveres que somos fácilmente
sustituidos por el siguiente en fila, que podemos ser desechados y
olvidados cuando otro, más actualizado al momento en cuestión, tome
nuestro lugar. Todavía existe la verdadera amistad, todavía existe
el vínculo, la verdadera conexión, a pesar de que ha sido
reemplazada de a poco por otros vínculos y conexiones que se vuelven
cada vez más importantes, y la sustancia y la esencia cada vez menos
relevantes. Para los que estamos atrapados en medio de ese pasado,
que suena mejor y peor, y este presente, o futuro, quizás es una
lucha difícil pero todavía algunos nos mantenemos en pie y no
queremos ser un elemento substituible de nadie y queremos todavía
seguir viviendo y soñando al lado de todos los verdaderos vínculos
y conexiones que hemos cultivado a través del pasado, el presente y
lo que será del futuro.
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