Cada día nos levantamos con algún tipo de objetivo, ya sea
inconsciente, para poder sobrellevar al existencia, precaria, y a
veces un poco rutinaria y sin sentido del día a día. Tenemos metas,
nos trazamos caminos, puntos a los cuales llegar, hacemos conexiones
con los demás, vamos en parte impulsados por la masa, por los que
nos rodean, sobrellevamos el día, las actividades, en parte también
nuestra propia energía nos lleva adelante. Siempre queremos aprender
algo nuevo, estamos a la búsqueda de algo que muchas veces sea más
significativo que las ocho horas diarias de ir y venir, buscamos algo
que se pueda rescatar, si no es algo que podamos aprender es alguna
experiencia que nos llene, que nos haga sentirnos más plenos y un
paso más hacia el “Nirvana” hacia la esencia del ser humano, o
hacia la utopia creada por los que han venido antes acerca de lo que
se debe ser como ser humano.
Desesperadamente, aunque no conscientes, a diario buscamos ese paso
de más, ese algo que sea un escalón más en la cadena evolutiva
interna que nos permita sentirnos bien con nosotros mismos y nuestro
entorno, eso que nos diferencie un poco de otros, eso que nos haga
seguir creyendo que hay algo más al final del camino, que vale la
pena seguir, que no hay que rendirse, eso que le da sentido a algo
que no podemos ni siquiera comprender, pero que hemos intentado hasta
el cansancio en diversos momentos de nuestras vidas por darle un
significado y algo que podamos entender para poderlo asimilar y tener
algo por lo cual seguir adelante.
Cada día se crean y se destruyen miles de conexiones, aquél que
estaba ya no existe, aquella persona que re apareció tomó otro
camino, se ha olvidado, nosotros mismo tomamos otro camino, nos
olvidamos de los otros, los dejamos un lado. Tenemos encuentros
fortuitos quizás con personas de nuestro pasado, de nuestro
presente, o del futuro, hacemos la conexión, las memorias hacen que
se vuelva algo cómodo, algo en lo cual estamos de nuevo en nuestra
zona de confort. En el fondo seguimos los mismos procesos, las mismas
rutinas, buscamos siempre al mismo tipo de personas, podemos ampliar
nuestro universo pero al final siempre terminamos buscando el mismo
tipo de personas, dependiendo para lo que los queramos, pero todos
cumplen un patrón, nosotros mismos somos un patrón para los demás,
todo es una copia mejorada, o a veces no, de cosas del pasado, de eso
que no nos gusta, queremos mejorar, pasar de la versión 1 a la 1.1 y
así sucesivamente, pero jamás abandonamos el principio básico de
ese elemento a mejorar.
No salimos casi nunca de ese pequeño espacio personal el cual hemos
creado, en el cual nos sentimos cómodos, algunos van y vienen, otros
se quedan, pero siempre los reemplazos son las mismas versiones de lo
anterior, y los que permanecen siempre queremos que nos den algo más
para poder seguir hacia “adelante” como una necesidad inefable de
tener que ir al frente, de continuar, de ir así no sepamos
exactamente a dónde por un rumbo que nos conduzca a un fin, a un
final, a un punto en el cual sintamos que hemos llegado, un lugar en
el que por fin podemos descansar, sentir esa “plenitud” tan
prometida y anhelada por todos, eso que todos buscan, que todos
quieren, que nadie sabe qué es, ni para qué es, pero es algo que
nos impulsa constantemente a ese lugar, a ese punto, el lugar donde
podemos realmente simplemente ser nosotros, sin preocuparnos por lo
que nos rodea, ni por lo que haya quedado atrás, ese punto en dónde
no tenemos que preocuparnos por lo que viene adelante, porque
simplemente ya no hay nada más que esperar.
Hay una fuerza invisible que no conocemos, ni entendemos y que muchas
veces ni creemos que existe pero que es algo que nos impulsa a buscar
ese fin, sentir que todo tiene un sentido, que no todo sea en vano,
que cada día estamos creciendo como seres humanos, como seres
espirituales, que hacemos las cosas bien, que nos merecemos el
respeto de la humanidad, que merecemos un trato digno que nuestras
acciones conllevan a una reacción positiva, que estamos
evolucionando. Hay una fuerza invisible que hemos creado, que es la
que nos atormenta constantemente, en su mayoría muy
superficialmente, pero que está ahí, es como esa cicatriz que no
vemos sino de vez en cuando pero siempre nos acompaña, eso que nos
recuerda del pasado, de los errores o aciertos y eso que nos lleva a
la conclusión de tener que hacer las cosas de otra manera para
mejorar, para olvidarnos de esa cicatriz, o para aminorarla lo mejor
posible.
Cada día está lleno de posibilidades, es una nueva oportunidad de
demostrarnos todo eso que llevamos dentro y cómo puede ser
beneficioso para los demás así como para nosotros mismos, para
nuestra paz interior, para sentir que hemos cumplido con la moralidad
y las buenas costumbres que nos han repetido una y mil veces. A todos
nos dan un tiempo, a medida que se agota quizás sintamos que nos
hemos quedado atrás, que no hemos hecho lo suficiente, el tiempo
aparenta ir más rápido de vez en cuando, no hay tiempo para todo lo
que tenemos que re hacer, para seguir adelante, para hacer las
conexiones, para olvidarlas, para recordar y para avanzar, por alguna
razón el tiempo se hace más corto y estamos sumergidos en un montón
de cosas al mismo tiempo que realmente no nos ocultan el verdadero
significado, que no sabemos cual es, de tener que levantarnos día a
día.
Todos luchamos por un fin, un objetivo, algo que creemos es a lo que
debemos llegar, ese punto final de satisfacción en el que se pueda
hacer un balance positivo de todo aquello que quedó atrás. Vamos
sin dirección alguna pero siempre con ese ideal de una luz al final
del túnel, de un punto en la vida en que sintamos que llegamos, así
no sepamos a dónde, pero que llegamos a algún lugar, cumplimos, y
no importa ya el después, y lo de atrás es simplemente el recuento
y la satisfacción personal de haber llegado, así no entendamos ni
sepamos a dónde realmente.
Estamos en una lucha ciega, basada en miles de cosas que nos han
dicho, que hemos escuchado, visto, leído o simplemente nuestra
propia mente se ha ideado todas aquellas utopias y lo que “debería
ser” para hacernos ir hacia adelante así sea sin motivos. Es muy
posible que más de la mitad de aquellos motivos o de aquellas metas
simplemente sean irreales o innecesarias, algún tipo de fin tiene
que haber eso es seguro, sería más triste aún que esto fuera una
diversión sin sentido para un público ausente, sentimos que algo
nos lleva a algún lugar y que al final que cada vez está más cerca
debemos tener algo al qué aferrarnos para hacer un recuento de todo
aquello que hicimos y sentirnos a gusto. Sin embargo muchas veces
perdemos lo esencial, las conexiones que deberían permanecer se
pierden, otras simplemente nunca se nutren ni se cultivan, pero
seguimos adelante, ciegos como seres inanimados guiados por una
utopía fantasma, hacia un fin que quizás no exista, que no
entendemos, y sin embargo cada día buscamos esa pequeña cosa que
nos haga sentir que estamos más cerca de esa meta, y muchas veces ni
siquiera sabemos el verdadero sentido de aquellas cosas que creemos
que nos acercan o nos alejan de ella.
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