25/9/13

El fin justificado por los medios

Cada día nos levantamos con algún tipo de objetivo, ya sea inconsciente, para poder sobrellevar al existencia, precaria, y a veces un poco rutinaria y sin sentido del día a día. Tenemos metas, nos trazamos caminos, puntos a los cuales llegar, hacemos conexiones con los demás, vamos en parte impulsados por la masa, por los que nos rodean, sobrellevamos el día, las actividades, en parte también nuestra propia energía nos lleva adelante. Siempre queremos aprender algo nuevo, estamos a la búsqueda de algo que muchas veces sea más significativo que las ocho horas diarias de ir y venir, buscamos algo que se pueda rescatar, si no es algo que podamos aprender es alguna experiencia que nos llene, que nos haga sentirnos más plenos y un paso más hacia el “Nirvana” hacia la esencia del ser humano, o hacia la utopia creada por los que han venido antes acerca de lo que se debe ser como ser humano.

Desesperadamente, aunque no conscientes, a diario buscamos ese paso de más, ese algo que sea un escalón más en la cadena evolutiva interna que nos permita sentirnos bien con nosotros mismos y nuestro entorno, eso que nos diferencie un poco de otros, eso que nos haga seguir creyendo que hay algo más al final del camino, que vale la pena seguir, que no hay que rendirse, eso que le da sentido a algo que no podemos ni siquiera comprender, pero que hemos intentado hasta el cansancio en diversos momentos de nuestras vidas por darle un significado y algo que podamos entender para poderlo asimilar y tener algo por lo cual seguir adelante.

Cada día se crean y se destruyen miles de conexiones, aquél que estaba ya no existe, aquella persona que re apareció tomó otro camino, se ha olvidado, nosotros mismo tomamos otro camino, nos olvidamos de los otros, los dejamos un lado. Tenemos encuentros fortuitos quizás con personas de nuestro pasado, de nuestro presente, o del futuro, hacemos la conexión, las memorias hacen que se vuelva algo cómodo, algo en lo cual estamos de nuevo en nuestra zona de confort. En el fondo seguimos los mismos procesos, las mismas rutinas, buscamos siempre al mismo tipo de personas, podemos ampliar nuestro universo pero al final siempre terminamos buscando el mismo tipo de personas, dependiendo para lo que los queramos, pero todos cumplen un patrón, nosotros mismos somos un patrón para los demás, todo es una copia mejorada, o a veces no, de cosas del pasado, de eso que no nos gusta, queremos mejorar, pasar de la versión 1 a la 1.1 y así sucesivamente, pero jamás abandonamos el principio básico de ese elemento a mejorar.

No salimos casi nunca de ese pequeño espacio personal el cual hemos creado, en el cual nos sentimos cómodos, algunos van y vienen, otros se quedan, pero siempre los reemplazos son las mismas versiones de lo anterior, y los que permanecen siempre queremos que nos den algo más para poder seguir hacia “adelante” como una necesidad inefable de tener que ir al frente, de continuar, de ir así no sepamos exactamente a dónde por un rumbo que nos conduzca a un fin, a un final, a un punto en el cual sintamos que hemos llegado, un lugar en el que por fin podemos descansar, sentir esa “plenitud” tan prometida y anhelada por todos, eso que todos buscan, que todos quieren, que nadie sabe qué es, ni para qué es, pero es algo que nos impulsa constantemente a ese lugar, a ese punto, el lugar donde podemos realmente simplemente ser nosotros, sin preocuparnos por lo que nos rodea, ni por lo que haya quedado atrás, ese punto en dónde no tenemos que preocuparnos por lo que viene adelante, porque simplemente ya no hay nada más que esperar.

Hay una fuerza invisible que no conocemos, ni entendemos y que muchas veces ni creemos que existe pero que es algo que nos impulsa a buscar ese fin, sentir que todo tiene un sentido, que no todo sea en vano, que cada día estamos creciendo como seres humanos, como seres espirituales, que hacemos las cosas bien, que nos merecemos el respeto de la humanidad, que merecemos un trato digno que nuestras acciones conllevan a una reacción positiva, que estamos evolucionando. Hay una fuerza invisible que hemos creado, que es la que nos atormenta constantemente, en su mayoría muy superficialmente, pero que está ahí, es como esa cicatriz que no vemos sino de vez en cuando pero siempre nos acompaña, eso que nos recuerda del pasado, de los errores o aciertos y eso que nos lleva a la conclusión de tener que hacer las cosas de otra manera para mejorar, para olvidarnos de esa cicatriz, o para aminorarla lo mejor posible.

Cada día está lleno de posibilidades, es una nueva oportunidad de demostrarnos todo eso que llevamos dentro y cómo puede ser beneficioso para los demás así como para nosotros mismos, para nuestra paz interior, para sentir que hemos cumplido con la moralidad y las buenas costumbres que nos han repetido una y mil veces. A todos nos dan un tiempo, a medida que se agota quizás sintamos que nos hemos quedado atrás, que no hemos hecho lo suficiente, el tiempo aparenta ir más rápido de vez en cuando, no hay tiempo para todo lo que tenemos que re hacer, para seguir adelante, para hacer las conexiones, para olvidarlas, para recordar y para avanzar, por alguna razón el tiempo se hace más corto y estamos sumergidos en un montón de cosas al mismo tiempo que realmente no nos ocultan el verdadero significado, que no sabemos cual es, de tener que levantarnos día a día.

Todos luchamos por un fin, un objetivo, algo que creemos es a lo que debemos llegar, ese punto final de satisfacción en el que se pueda hacer un balance positivo de todo aquello que quedó atrás. Vamos sin dirección alguna pero siempre con ese ideal de una luz al final del túnel, de un punto en la vida en que sintamos que llegamos, así no sepamos a dónde, pero que llegamos a algún lugar, cumplimos, y no importa ya el después, y lo de atrás es simplemente el recuento y la satisfacción personal de haber llegado, así no entendamos ni sepamos a dónde realmente.


 Estamos en una lucha ciega, basada en miles de cosas que nos han dicho, que hemos escuchado, visto, leído o simplemente nuestra propia mente se ha ideado todas aquellas utopias y lo que “debería ser” para hacernos ir hacia adelante así sea sin motivos. Es muy posible que más de la mitad de aquellos motivos o de aquellas metas simplemente sean irreales o innecesarias, algún tipo de fin tiene que haber eso es seguro, sería más triste aún que esto fuera una diversión sin sentido para un público ausente, sentimos que algo nos lleva a algún lugar y que al final que cada vez está más cerca debemos tener algo al qué aferrarnos para hacer un recuento de todo aquello que hicimos y sentirnos a gusto. Sin embargo muchas veces perdemos lo esencial, las conexiones que deberían permanecer se pierden, otras simplemente nunca se nutren ni se cultivan, pero seguimos adelante, ciegos como seres inanimados guiados por una utopía fantasma, hacia un fin que quizás no exista, que no entendemos, y sin embargo cada día buscamos esa pequeña cosa que nos haga sentir que estamos más cerca de esa meta, y muchas veces ni siquiera sabemos el verdadero sentido de aquellas cosas que creemos que nos acercan o nos alejan de ella.

No hay comentarios: