16/10/13

Espacios Vacíos

Es interesante que en la naturaleza del ser humano tengamos vacíos por defecto, esos con los que venimos, sea que crean en vidas pasadas, en una sola vida o en lo que sea, todos sentimos y creemos en la necesidad de creer que tenemos un propósito en la vida, que hay cosas que aprender, para dejar de caernos con la misma piedra muchas veces, o simplemente porque sentimos la necesidad de tener nuevas experiencias, aprender algo diferente, a veces por el impulso de simplemente saber algo externo, curiosidad, o muchas veces porque sentimos que es la única manera de avanzar, de crecer o al menos de no sentir que estamos estáticos en un lugar con lo poco que hemos aprendido en los primeros años de la vida.

Todo en la vida es una experiencia, también hay otros que dicen que la experiencia llega demasiado tarde cuando uno ya no puede aplicarla y que la vida se debería vivir al contrario, teniendo toda la experiencia cuando se es joven para no cometer algunos errores o simplemente para disfrutar un poco más de la existencia en este plano. Como es algo natural es inevitable tratar de tener nuevas emociones, nuevas experiencias sean que nos llamen o no mucho la atención, quizás a veces sea solamente por tener algo que contar, para no sentirse algo desplazado de los tiempo post modernos, y tener una historia que contar, porque para muchos al fin y al cabo la vida y lo que nos hace ser nosotros es nuestra historia, lo que contamos, lo que vivimos y lo que podemos transmitir.

Todo eso está muy bien, es natural como digo ir en busca de aventuras en cualquier campo en el que se puedan imaginar, ya sea para tener que contar una historia y sentirse parte de algo, o por el simple hecho de aprender o tener la vivencia de algo sin más futuro que el conocimiento personal y lo que se pueda sacar de ello.

Por otro lado a veces necesitamos de otros para poder dar el paso a esa experiencia inolvidable, o para poder hacer algo que se nos pasó por la cabeza pero que por algún motivo no hemos realizado nosotros solos. Es ahí cuando terceros entran en la jugada, amigos, pareja y demás, gente que está con nosotros por alguna razón, muchas veces hasta desconocida, pero que nos aportan y nos llenan esos espacios vacíos con los cuales hemos nacido y que por alguna, usualmente, “falsa necesidad” necesitamos rellenar. Es ahí cuando podemos hacer una y mil cosas, tener una y mil experiencias, buenas o malas, y cuando muchas veces cometemos algunos errores, por tomar el impulso de aquellos que si se atreven a algo que nosotros no y por inercia somos arrastrados a ese pequeño mundo por un período de tiempo.

Generalmente este tipo de “cosas” no son más que experiencias y cosas que hacemos por el hecho de tener eso, la experiencia, la vivencia de haber hecho algo, porque no éramos capaces y alguien nos dio el empujón que necesitábamos. Llenamos los espacios de ese tipo de cosas de las que carecemos y hacemos un tipo de canje con aquella persona por otro tipo de experiencia que conocemos muy bien que esa persona no ha tenido y mantenemos esos vínculos por toda nuestra vida sin importar el lugar, la edad, ni el tipo de persona que sea.

Hay personas que pueden tener muchas ideas de cosas por hacer en la vida, algunas tienen el impulso suficiente para hacerlas otros necesitan que aparezca alguien en su vida para llevarlos a ese punto y poder realizar esos “sueños”. No tengo en nada en contra de la dependencia, todos somos dependientes en gran medida, más por las circunstancias del mundo que nos han llevado a creerlo que por consciencia y sabiduría interna. Pero todos estamos montados en el mismo barco y es algo que se vuelve inevitable, no sólo porque ya es algo como grabado en nosotros, sino porque así no lo fuera es necesario e inevitable tener contacto con el mundo externo de alguna u otra manera y eso siempre nos afecta.

Es extraño pensar en mi caso personal que quizás no ha habido muchas cosas que haya querido hacer, no digo que no las haya hecho, de alguna manera siempre he terminado en cosas “casuales” que de alguna manera he llamado y que se han materializado sin pensarlo, pero no ha sido un impulso interno de llevar a cabo miles de actividades ni experiencias para sentir que tengo un espacio y un lugar en la vida tanto propia como ajena. No creo que sea algo extraño ni que no tenga vacíos que llenar, es más son muchos los que hay que arreglar y aprender a sanar a lo largo de mi vida, pero es quizás la visión en la cual creo que más que todo esas vivencias o experiencias de la vida son internas, o son para la profundidad de lo que soy sin necesidad de exteriorizarlas o compartirlas, para los que me conocen saben lo introvertido que soy. No niego que he disfrutado de algunas de estas “aventuras” y que algunas han sido satisfactorias, pero no las veo como algo con un significado importante, solo algunas hacen parte del crecimiento, que pienso que es más real, del ser humano y que valen más tanto para uno mismo como para ser compartidas. El problema muchas veces con esto es que la interpretación y asimilación de dichas cosas no es usualmente inmediata, no se trata de la adrenalina del momento ni de la experiencia ni la locura en su instante, sino su significado y lo que realmente puede valer o no para la vida.

Más allá de que cada uno viva o no sus vivencias conscientemente o no les den tanta importancia, me impresiona ver lo dependientes que podemos llegar a ser para poder llevar a cabo ciertas cosas en la vida. A veces la presencia de una sola persona puede hacer que alguien comience a hacer miles de cosas que antes jamás se hubiera imaginado, y no negativas evidentemente, o que simplemente por la obnubilación de algo nuevo se dejen arrastrar a cosas que no hacen parte de su propia esencia. No hay que desmeritar las vivencias, todas traen algo positivo, así hayan sido negativas, y no se trata de encerrarse en una caja de cristal para no salir al mundo, pero si creo que pierden su valor fundamental al ser introducidas por alguien ajeno, una influencia que hace que dichas vivencias adquieran un valor o una importancia que antes nunca existió. No digo que en todos los caso sea así, es más casi nunca lo es, pero pasa que a veces se cambia todo por un elemento apenas conocido que nos lleva a hacer este tipo de cosas.

Afortunadamente casi siempre todo es positivo, porque como dije inclusive de lo negativo salen cosas positivas, pero el problema no es lo positivo o negativo sino que muchas veces cuando pasa ese momento y uno recuerda a veces hay un remordimiento o una sensación de no haber hecho lo que uno realmente sentía que tenía que haber hecho, al final uno sigue, y eso sirve precisamente para la “experiencia” y para tenerlo en cuenta para lo que sigue adelante, para algunos, incluyéndome, ha sido útil, he aprendido cosas, en otros aspectos han sido lo que considero idioteces y muchas veces no he encontrado ni el por qué de lo que hice, sin embargo jamás hay arrepentimiento, pero el remordimiento o la sensación de haber hecho algo que no está totalmente sincronizado con uno a veces permanece, no es el mismo sentido de arrepentirse, es quizás más la incertidumbre de saber el por qué se hizo si realmente no se encuentra razón, ni ahora ni antes, para haberlo hecho. Esa es una sensación que creo todos cargamos por cosas que no sabemos bien por qué pasaron o hicimos, sin embargo a hacen parte de nosotros, no hay arrepentimiento, pero si una incertidumbre del saber por qué llegamos a ese punto si realmente nunca fue necesario.


 Esos son los sentimientos que al final creo que hay que evitar, muchos lo podrán interpretar de muchas maneras, yo me reservo la mía. Me parece algo triste si se puede decir que haya muchos afuera, jóvenes y no tanto, que simplemente terminan en éste tipo de situaciones solamente por alguna circunstancia o por sentir que tienen que hacer o vivir x o y o z sin tener ninguna razón real. Ninguna cosa en la vida es mala, eso es seguro, todo sirve para algo así tome años o una vida entera en entender el por qué, pero creo que sería mucho más eficiente el crecimiento y la “experiencia” si realmente se hiciera desde un comienzo con una consciencia más interna que externa, no se trata de contar lo que pasó, lo que se hizo, y todo lo demás que hace parte de la parafernalia de comunicarse con otros y tener que contarles “algo”. Eso es lo que lleva que aunque toda experiencia sea válida, se pierda realmente el significado de lo que significa, ya que se vuelve algo tan cotidiano que pierde su esencia. Es esto quizás lo que no se debe perder, la importancia de las cosas que hacemos y no y las razones, internas o externas, por las cuales las hacemos o no, pero como todo en este mundo post moderno, se ha vuelto algo de simplemente hacer por hacerlo sin tener la necesidad o la intención de hacerlo, simplemente porque todos lo hacen, porque está de moda, porque hay que vivir de todo en la vida y demás “excusas” que nos hemos inventado para forjar nuestra “vida” muchas veces ni la mitad de ella es verdadera sino un cúmulo de “cosas” que se tienen o se hicieron simplemente por tener algo y no sentir que tenemos esos espacios vacíos. Esos espacios igual existen por algo y de alguna manera si hay que aprender o a llenarlos como se debe o a dejar que nos importe que estén vacíos. No significa que sean algo de lo que carecemos y por ende necesitamos de una u otra manera, pero no es lo mismo comer con hambre que simplemente comer por gula, y desafortunadamente en estos tiempos la gula puede más que la verdadera sensación de comer.

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