2/8/13

Cuestionarse

A veces envidio a la gente que se pasa la vida entre miles de cosas, superficiales principalmente, y aparentan tener una alegría contagiosa en su rostro, puede que sea una de tantas máscaras que usan para los demás, o puede ser algo sincero. A veces los envidio porque no parecen tener preocupaciones, no parecen alterarse sino por las nimiedades de la vida cotidiana, los problemas del primer mundo, de gente de avanzada, sus pequeños problemas, o indicios de depresión no son más que momentáneos, cosas que pasan, pero sin realmente una profundidad o un sentimiento verdadero.
A veces los envidio porque al parecer todo es sencillo, el día a día es simplemente uno más tras otro, quizás no hay a dónde llegar, no hay ambiciones, todo está preparado y no hay necesidad de cuestionarse el por qué de lo que los rodea, o hacia dónde se dirigen. Me da envidia, y de la mala, porque al parecer sus vidas son tan tranquilas, tan “perfectas” y todo parece desenvolverse sin ningún tipo de problema.
Por mi lado me cuestiono todo, no por el hecho de encontrarle respuestas a esas eternas preguntas de la filosofía antigua y moderna ni para hallarle un sentido “real” al mundo en el que vivimos. Creo que esas son cosas del espíritu y aunque cuestionables pertenecen a otra categoría mucho más allá de lo que podemos entender en el plano netamente material en el que nos encontramos. Pero si me gusta cuestionarme la humanidad, el ser, nuestros semejantes y aquellos que están en nuestras vidas, o cercanos a ella, y tratar simplemente de amoldar un mejor presente, pensando en el futuro y el hacía los miles de caminos a los que se pueden ir, pero jamás quedarse quieto ni detenerse por ninguna razón, ni permanecer más de lo necesario.
No tengo ese tipo de personalidad el cual se queda quieto en un sólo lugar o en una sola cosa, quizás el deambular por las miles de opciones que nos ofrece el mundo hace parte del alimento diario que se requiere para poder seguir el camino de la vida, el incierto a veces intimidante camino que recorremos, sin saber por qué. No puedo simplemente dejar pasar todas las cosas de lado y sumergirme en un mundo superficial que se mantiene a flote simplemente por la fuerza de la nada que es como una masa amorfa que simplemente va, pero sin jamás tener un objetivo fijo.
No puedo pertenecer a ese gran grupo de los que van por ir, o a veces ni siquiera por ir, sino porque otros van y si otros van está bien, yo no puedo ir, esté bien o mal, no puedo simplemente tomar esa decisión no tendría sentido, no sería justo con la humanidad andar por ahí como un animal ciego, por instinto sin cuestionarse los pasos, los paisajes, los sentimientos, los pensamientos, las palabras, las miradas, el aire, lo lejano, lo cercano, lo desconocido. Sería un desperdicio no cuestionarse, solamente por el ejercicio per sé, nuestro propio mundo, lo que hace con nuestras vidas, lo que nos rodea y lo que nos ofrece. La idea no es resolver dudas realmente, no se trata de cuestionar o de hacerse preguntas acerca del para qué, ya que ese tipo de preguntas no tienen un sentido mas allá de un pajazo mental que quizás satisface algunos deseos menores de nuestra propia intelectualidad.
A veces cuestionarse no significa necesariamente buscar una respuesta, a veces es como un viaje dentro de las personas, dentro de los sentimientos, pensamientos, comportamientos de aquellos que nos rodean o simplemente de la gente en general. No es necesario buscar respuestas, es la curiosidad de le exploración la que nos lleva a ser mejores, a buscar alternativas, a poder definir muchas cosas de nuestra personalidad, de nuestra vida, de nuestra contribución a la humanidad, dentro del pequeño microcosmos al que todos pertenecemos.
Siento envidia de aquellos que se la pasan sin cuestionarse nada, solamente por el hecho de que no tienen que preocuparse por sus vidas más allá de la rutina cotidiana y sus posibles resultados, es un conformismo firmado desde hace tiempo el cual no permite ningún tipo de cuestionamiento ni duda ante nada, simplemente seguir el camino, los beneficios con sus respectivos efectos secundarios ya han sido predeterminados y aceptados. A veces me da envidia porque es la manera fácil, no se necesita el más mínimo esfuerzo con nadie, ni siquiera con uno mismo, y es simplemente flotar, como en el mar muerto, sin siquiera saber por qué.
 Pero a pesar de la envidia que a veces pueda sentir simplemente no podría soportar el no cuestionar los caminos, lo que nos hace humanos, lo que tenemos y no, la curiosidad de simplemente pensar en el ser que somos y todo lo que podemos adicionarle y restarle, para forjar y fortalecer ese potencial que tenemos dentro y eso que nos permite disfrutar de todo esto que nos rodea. No concibo el no cuestionarme, no puedo simplemente ser y no estar o estar y no ser por separado, esa curiosidad profunda es la que seguramente me ha hecho dar, así sea pocos y pequeños, pasos que han de incrementar toda mi capacidad como ser humano para compartir, escuchar, absorber y dar a todo aquello que me rodea.  

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