-¿Sabes lo que se siente cuando has casi vivido la mitad de tu vida y tienes todo resuelto y puff, de repente aparece la mujer de tus sueños, esa que siempre fue esquiva, que era inexistente, esa que pensaste que no existía y que hacia parte de una utopía. Y así no más todo eso que era tu vida se va desmoronando lentamente, porque es ahí, justo en ese momento en que sabes que es real, la puedes tocar, la puedes ver a los ojos y comprobar que no estás loco ni muerto tu vida cambia para siempre, y ese momento que pensaste jamás llegaría, llegó?. ¿Sabes a lo que me refiero?. Dijo Andrés a su compañero anónimo, ese que escuchaba sin inmutarse, que no entendía y que solo sostenía una copa, de muchas ya, que había bebido y con tan solo un gesto le dio a entender que no, que no sabía a lo que se refería ni podía entender de qué estaba hablando.
-¿No lo sabes?, pues hombre, déjame que te cuento un poco de mi historia, trágica y al mismo tiempo una comedia, porque así ha sido mi vida, la historia de cómo cuando te habías conformado con todo aquello que podías obtener y cuando ya tenías todo resuelto de repente deja de ser todo eso que tenías y pensabas para convertirse en la búsqueda de esa utopía.
Andrés era un hombre como cualquier otro a primera vista, sencillo, con una vida estable, un trabajo decente y suficientes amigos para hacer la vida llevadera sin mayores pretensiones. Era una persona que gracias a la vida había podido conocer rincones del mundo que nunca se imaginó, que aprovechó ese don aventurero y decidió recorrer el mundo cuanto pudo, hasta que la vida le tomó ventaja y tuvo que comenzar a decidirse por un camino a recorrer. Aunque no era muy sociable nunca fallaba en una conversación, era lo suficientemente atractivo, sin serlo demasiado, pero poseía otros dones los cuales casi siempre eran efectivos con el sexo opuesto, aunque eso a él, a pesar de ser consciente de ello, nunca le importó y pocas veces lo usó como un arma para poder conseguir lo que quería. Aparentemente Andrés era una persona normal, con trabajo, amigos y una vida cotidiana como la de cualquier otro, pero en el fondo no era así, era tímido, introvertido, le costaba mucho relacionarse a menos que tuviera la suficiente confianza para hacerlo, nunca era el centro de atención, prefería los libros y el arte de la soledad antes que la vida nocturna y tener que mezclarse con otros mortales, la búsqueda interna era lo que siempre lo había movido y había pasado por diferentes caminos intentando aquí y allá saber que era lo que quería y como hacerlo, sobre todo para los demás. De pequeño fue algo rechazado por su poca habilidad social, por mudarse tanto con su madre tampoco pudo nunca establecer amistades de por vida, por eso la soledad era su compañera y muchas personas se volvieron solo pasajeras, hasta que en algún momento todas se convirtieron en una página más de un libro que sería olvidado al final, así como él había sido olvidado por muchos en algún momento.
Si, aparentemente Andrés tenía una vida normal y plena, y en el fondo si era así, no se quejaba nunca de cosas que pudieran o no hacerle falta, siempre pensaba que tenía más que suficiente y que otros tenían poco y que el mundo debería cambiar para favorecer a todos por igual sin importar el costo. Su vida era normal hacia fuera, pero adentro siempre era diferente, siempre pensaba diferente y para no desencajar a veces se quedaba callado y se guardaba sus pensamientos, evitar los conflictos era primordial y era así como después de sus veinte años había pasado su vida, andando de un lado a otro en busca de la perfección de la imperfección que lo hacía tan humano como todos pero mucho más consciente a pesar de que no podía comprobarlo, pero en el fondo sabía que alguien tenía que haber allí afuera que se pareciera a él, que por lo menos lograra comprender algunas cosas de la vida de la misma manera y poder compartir esos espacios en dónde no se necesita nada más que la compañía de esa otra persona sin importar el mundo externo, sin prejuicios, sin esperar nada.
La vida continuaba como siempre y ya se hacía rutinaria, el confort que tantos anhelan pero que para él no era más que una falsa comodidad, porque siempre se podía hacer algo por los demás y porque seguía en la búsqueda de aquellos seres utópicos. Ya había intentado encontrar a personas semejantes, por momentos pensó que no estaba solo en el mundo, ni que era loco, ni estaba condenado a delirar por aquello que el creía tan obvio que no entendía por qué los demás no lo veían así. Encontró algunos un poco similares pero se esfumaron por cosas del viento, de la vida, del instante preciso, o se convirtieron en amigos entrañables sin esperarlo. Con eso podía satisfacer por momentos esa angustia que lo invadía, pero siempre en el fondo sentía que debía haber algo más, hasta que un día por cosas de la vida, del universo o por una simple broma del destino, todo cambió, al haber perdido la esperanza la utopía lo encontró a él.
- No te imaginas lo que se siente, sin hacer nada y esperar nada, en la parte menos pensada, ahí estaba. Dijo.
-Hombre parece que hablas es de la mujer perfecta, respondió el tendero.
-No, no lo entiendes, mujeres perfectas he tenido muchas, pero lo que siempre sucede con ellas es que les hace falta o les sobra algo de aquí o de allá eventualmente, y te aburres, se convierten en un simple deseo, pero al final no es más que eso, ella va más allá de la mujer perfecta porque todo eso es insignificante en comparación con su esencia. No sé si me entiendas…
-Hombre, pues no, la verdad no
-Después de pasar gran parte de mi vida tratando de buscar esa esencia que creía era común, de caer en el bajo mundo buscando aquí y allá, pensando que estaba loco, que tal cosa no existía y que era una invención de mi mente perdida y distraída, después de darme por vencido pensando que estaba en el mundo equivocado y después de tratar de encajar en el mundo de todos los normales a la fuerza y de pensar que eso era todo lo que había para el resto de mi vida, aparece ella…
-Bueno pues suena genial, dónde está ella ahora, por qué no fuiste detrás de lo que siempre estuviste buscando
-No creas que no lo pensé y no lo hice, de cierta manera…pero como siempre el destino me jugó otra mala pasada, justo en el momento en que la encontré ella se iba a casar con lo que seguramente ha sido el amor de su vida, y yo, bueno…por huir de uno de esos tantos amores en vano me escapé a otro lugar a comenzar de nuevo a buscar otros horizontes y a enfocarme en otras cosas de la vida común. Es así como la perdí, quizás desde el mismo momento en que la encontré. Siempre he estado en el momento equivocado, o antes o después, pero jamás en el momento que debe ser. Luego inclusive al volverla a encontrar, una de esas tantas bromas de la tragicomedia que es la vida, estaba pasando por un momento para el cual seguramente yo no tenía cabida, y yo, bueno, había vuelto a perder la fe y simplemente dejé que nada pasara, y justo, justo en el momento en que podía haber hecho algo… nos esfumamos de nuevo, y ese día me pesará por el resto de lo que me quede de vida.
-Debe ser de verdad algo especial esta mujer de la que hablas, dijo finalmente aquel borrachín que sujetaba la misma copa sin haber bebido un sorbo.
-Supongo que lo puedes poner de esa manera, depende de lo que hayas estado buscando en tu vida…supongo que tu has encontrado al amor de tu vida, y él también y quizás todos aquí, o de pronto no y sin saberlo aún está allá afuera, llámalo mujer perfecta, la chica de tus sueños o como quieras, es igual…lo importante es lo que te inspira, lo que te mueve por dentro, lo que siempre has querido compartir y hacer con alguien y desear que no sea imposible de conseguir.
La verdad es que Andrés no sabía mucho de ella, a pesar de haberla tenido cara a cara y brevemente en momentos en que se confesaron algunas cosas, él no podía decir que conocía exactamente a aquella utopía, pero después de tantos juegos, de intentos, de creer haberla encontrado antes y haberse decepcionado y de buscar incansablemente esta vez sabía que no importaba no saber nada, sabía lo suficiente, y el pasado no importaba, ni lo que fue, ni lo que era, sino lo que podía ser, y el presente para construir un futuro. Todo lo demás era irrelevante ya que simplemente hacen parte del camino de cada quién y todos cargamos con un pasado que no se puede olvidar ni obviar pero que no tiene pie en los objetivos para el futuro y hay que dejarlo atrás.
-Ahora mi ida se ha convertido en la lucha entre perderla para siempre o aferrarme a la esperanza..
-Yo de ti quizás me iba y olvidaba todo, después de todo ya encajas perfectamente en el mundo de nosotros los demás mortales como nos dices, dijo el tendero.
-Lo pienso todo el tiempo, no creas, vivo con la constante tristeza de no tenerla cerca y con la esperanza de volverla a ver algún día, vivo en la dualidad de olvidar todo y en la alegría de saber que no estaba loco, y que no estaba delirando y que si, si existen tales personas y que por primera vez realmente pude comprobar que son de carne y hueso y no corresponsales a distancia o falsedades…Hay días que quiero olvidarlo todo y asumir que ya es demasiado tarde, es posible que lo sea, pero me cuesta mucho, es como cuando encuentras el tesoro más preciado y no puedes dejarlo ir a pesar de que a veces sientas que es algo que te está matando por dentro.
-Bueno seguro si no haces nada, alguien más verá la misma utopía y será más hábil que tú y perdiste esta oportunidad y quizás no haya otras…con nadie más, porque de seguro puede haber más, pero si tanto te costó encontrar ésta, no creo que tengas tanta suerte la próxima vez, dijo el compañero de copas que parecía haberse repuesto de un momento a otro de sus consumo constante de cognac.
Hubo un momento de silencio, durante todo este tiempo Andrés no había tocado su trago, es más jamás había entrado a dicho sitio, simplemente sintió la necesidad de salir a caminar en una calurosa noche de verano y después de andar y andar decidió entrar al primer sitio que encontró para sentarse un poco. Jamás había visto a sus interlocutores y no tenía razón alguna por la cual debía contarles la tragicomedia de su vida, sabiendo que es de pocas palabras en ambientes desconocidos. Pero ahí estaba, sentando en la barra, con su vaso en frente, la mirada perdida, preguntándose que hacer ahora, nadie sabía nada de esto, el mismo aún no lo podía creer y la dualidad entre la alegría y el dolor era a veces insoportable.
-Es posible que tengas razón, dijo finalmente. De seguro ya estará pasando o pasará o pasó sin darme cuenta, no lo puedo saber ni lo puedo decir, es el riesgo que se corre siempre y las malas bromas que me juega el destino, no hay nada que pueda hacer para impedirlo.
Hizo una breve pausa, se llevó el vaso a la boca pero se detuvo sin haber tomado un solo sorbo, se levantó de la mesa, sacó unos billetes de su bolsillo y los dejó encima de la barra, agradeció al tendero y a su interlocutor por el tiempo, que había sido quizás más de lo que el mismo había imaginado y ya el sol se ponía en el horizonte dándole al cielo un color anaranjado precioso, de esos que nunca se repiten, que es único para cada día, como ella, su utopía. Antes de salir se detuvo en el umbral de la puerta y sin voltear dijo:
-Solo anhelo que la otra mitad que me queda de vida pueda pasarla junto a ella, así se la cuarta parte de ésta, o en mi lecho de muerte y sostenerle la mano firmemente, perderme en su sonrisa y mirarla a los ojos y que ella quizás por tan solo un breve segundo, sepa que quizás yo también, sin quererlo ni esperarlo, soy su utopía…