Después de haber vuelto por aquí y de haber expuesto muchas de las cosas que han pasado, y otras que no tanto, me he dado cuenta de que la única cosa que permanece constante es el miedo. No algo en particular ni una fobia o miedo a algo específico, es más puede que en realidad no sea un miedo fundamentado en algo real o de verdad un miedo que sea imposible de superar. Es simplemente el hecho de pronunciar o simplemente pensar en la palabra miedo.
Eso permanece constante a través de los años, no lo digo como regla general para todos, aunque si sospecho que todos de una u otra manera tienen miedo a algo, grande o pequeño, algo que quizás pasan por alto y lo evitan precisamente para no sentir ese miedo, viven quizás distraídos para no tener que pensar en ello. Otros quizás vivan más angustiados tratando de sobrellevarlo y sobre pasarlo, y a otros quizás simplemente no les importa y les da igual, no hay tiempo para pensar en esas cosas.
No puedo hablar por nadie más, no conozco los más profundos secretos de la gente que rodea, ni siquiera los más cercanos, para decir que es algo fundamentado y que es general. Además sospecho también que si le pregunto a alguien muy seriamente que me diga a qué le tiene miedo, por miedo, no me serán sinceros y quizás inventarán un miedo pequeño, de esos sin sentido, solo para salir del paso.
En mi caso antes tenía quizás miedos específicos, algo que realmente me preocupara, como morir o algo así, unos miedos identificable. A medida que ha pasado el tiempo esos miedos identificables han desaparecido, ya no son relevantes y quizás por mí experiencia de vida se han ido disolviendo sin ni siquiera haber pensado en ello. Estoy seguro que la vida misma me ha quitado, sin yo saberlo, el miedo específico a tantas cosas que ahora me parecen insignificantes. Tengo que aclarar que muchos habrán, o tienen, esos mismos miedos que tuve y no sé trata de menospreciar lo duro, doloroso ydifícil que es para muchos sobrepasar los. Pero una vez se logra se vuelven cosas de la vida cotidiana sin mucho valor, pero cada quien tiene su propio camino y proceso.
A pesar del paso del tiempo, de que la vida misma se ha encargado de decirme, tuviste miedo durante mucho tiempo sin necesidad real de que fuera así, el miedo, ese en general no desaparece. Antes podría decir a qué le tenía miedo, antes podía más o menos sentirme a gusto con mis miedos porque los conocía muy bien y los podía batallar en su momento. Ahora el problema es que no sé a qué le tengo miedo exactamente, de una u otra manera en el fondo siento que lo sé, pero no logro racionalizarlo para ponerlo en perspectiva, analizarlo, entenderlo y combatirlo. El problema ahora es que el miedo, ese general, la palabra, el concepto solamente, siguen ahí, pero no logro identificarlo, siento su presencia, y me persigue a pesar de haber escapado de tantas cosas y que ahora no necesito preocuparme por otras tantas las cuales antes eran evidentes.
Sin embargo el miedo sigue, es latente y a veces se hace más presente. En parte creo que el miedo es a no querer hacerlo solo, no tanto no poder porque ese fue un miedo que se me quitó hace mucho tiempo, poder hacerlo solo es evidente, lo he hecho y no veo por qué no pueda hacerlo de nuevo. Pero es el hecho de no querer hacerlo solo, es quizás el miedo a querer hacerlo solo pero no totalmente, no volver a repetir la misma historia, quizás con el mismo o diferente final, sino es de la mano de alguien. Creo que el miedo es a continuar sin compañía, y no cualquier compañía basta, tiene que ser esa, la que siempre ha sido esquiva, la precisa, y es quizás por la imposibilidad, la remota esperanza de que exactamente esa esté conmigo, que prefiero seguir sintiendo miedo, y quizás resignarme a continuar el camino que estoy recorriendo, sigiloso, y con lo que tengo, solamente por el miedo al no querer hacerlo solo.
El miedo permanece, sigue ahí, no se mueve, solo se transforma, quizás es algo que nunca me deje a pesar de todo, quizás es algo que siempre deba estar ahí para mantenernos con vida, alerta, quizás seguir anhelando el próximo paso o un futuro diferente. El miedo es constante, muta de acorde a nuestras necesidades, de pronto a nuestra conciencia a esos errores que queremos enmendar, nos acecha para recordarnos de lo que dejamos ir, de lo que perdimos, y se convierte en un fantasma que se adhiere constantemente a esos nuevos remordimientos, arrepentimientos, y acciones que hemos querido dejar atrás, pero que realmente simplemente nos amarran a otros miedos futuros, que nunca nos van a abandonar.
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