Otras de esas cosas que nunca nos abandona, los errores. Es natural dentro de la imperfecta imperfección del ser humano, cometer errores. Pequeños o grandes, siempre vamos a cometerlos, algunos de ellos, ya sean del primer o segundo grupo, nos importarán más que otros, afectarán a otros de distinta manera y traerán consecuencias diferentes, a nosotros y a los que nos rodean.
El caso con los errores es que mientras seamos jóvenes tenemos cierta libertad de cometer un poco más aquí y allá, a veces sin medir el largo plazo ni las graves, o no tan graves, consecuencias que pueda traer, para otros y para nosotros mismos. Pero a medida que pasa el tiempo, no es que los errores ni las oportunidades para cometerlos sean menores, es más podríamos argumentar que se incrementan las chances de cometer más y más, pero lo que si cambia es la relevancia de los mismos y sus consecuencias. Desafortunadamente al pasar el tiempo por más pequeños que sean los errores a veces el resultado es mucho más devastador que si lo hubiéramos cometido hace unos años. Ya no se puede dar uno el lujo de cometer tantos errores porque las consecuencias son mucho más grandes para nosotros y nuestro entorno.
La diferencia quizás entre los errores del pasado y los de ahora es que simplemente pensamos, y lo digo de una manera general porque no puedo comprobarlo, un poco más antes de cometer el error, porque sabemos que las consecuencias son más graves. También podríamos argumentar que las consecuencias realmente no son muy diferentes a cuando cometimos aquél error hace 10 años, simplemente que nuestra posición antes y ahora es muy diferente. No teníamos mucho que perder, podíamos darnos el lujo de hacerlo porque quedaba tiempo, porque si cometíamos un error grande y grave el tiempo curaría las heridas y más adelante podríamos rectificarlo. Ahora no tenemos tanto lujo, no podemos darnos tanto espacio porque tenemos más que perder, porque es un error definitivo, porque quizás no haya marcha atrás, y porque a medida que pasa el tiempo pensamos que es mejor asegurarnos de conservar lo que tenemos, porque recuperarlo no es tan fácil, porque comenzar otra vez se torna más complicado, porque ahora un mundo de responsabilidades, que queremos y que no, cae sobre nosotros y es mejor preservar lo que se tiene que cometer un error que cambie todo para siempre.
Sin embargo y a pesar de todo esto somos propensos a cometerlos, a veces sin pensarlo mucho y otras tantas porque queremos cometerlo simplemente para saber que puede pasar, podemos arriesgarlo todo por una corazonada, por un deseo, por desespero, por rutina, por aburrimiento, esperando que quizás ese error se convierta en un acierto y que nos cambie la vida para siempre. Cuando se escucha la historia desde el otro lado y una vez finalizada eso es lo que la gente dice, tomé la decisión y me arriesgué y fue lo mejor que me pudo pasar en la vida. Viéndolo así se podría decir que esa persona sabía exactamente lo que estaba haciendo, pero si lo analizamos en realidad muchas veces era uno de esos "errores" que nos lanzamos a cometer, que en un porcentaje, asumo que pequeño, se convierte en un éxito que termina en algo positivo, a pesar de haber cambiado todo lo que teníamos y haber cambiado nuestras vidas, y seguramente hiriendo a muchos en el proceso.
Los errores siempre nos persiguen y de cierta manera el "libre albedrío" nos lleva a que siempre se nos presenten las dos, o más opciones, de qué hacer en determinadas circunstancias, quizás cometemos algunos pequeños por la emoción y adrenalina de ver que pasa. Los más grandes son un poco más serios y no es tan fácil simplemente lanzarse, pero a veces pueden terminar en esas historias exitosas en las cuales toda una vida cambia, y se convierte en esa que tanto anhelamos. Es una pena que no todo dependa de uno solamente y que a veces para que esos errores se realicen se necesita que otros estén dispuestos a cometerlos con uno
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