24/2/10

No perdono

Yo no perdono a la muerte enamorada. No la perdono porque hace imposible que uno se olvide de amar por cumplir el capricho de quién escogió por oficio acabar con las historias con finales felices, porque al final ella misma queria uno para sí. Será difícil olvidar en los últimos momentos de vida dónde fuimos dejando nuestro corazón?. En manos de quién quedarán esos pequeños pedazos que fuimos repartiendo de a poco, a veces sin pensarlo, a veces sin razón, a veces por capricho o desesperación y muchas veces con la esperanza que fuera el último pedazo de nuestra alma que se quedara en manos de ese alguien, que en ese preciso momento era nuestra propia muerte porque podríamos dar la vida por ella.

Podremos recordar acaso como fue creciendo ese pequeño pedazo de corazón y como se fue alimentando y fortaleciendo. O por el contrario como poco a poco se fue marchitando frente a nuestros ojos, o como lo fueron maltratando sin piedad mientras arqueabamos la espalda sintiendo ese puñal en el fondo de nuestra alma. Yo no perdono a la muerte enamorada porque seguramente ella es la culpable de las desgracias del desamor del mundo, estará celosa seguramente y no hace sino arrasar a diestra y siniestra con eso que le queda al mundo, con lo poco que le queda al mundo que todavía hace posible que este gire y que sigan existiendo las sonrisas, los abrazos, las miradas perdidas y profundas, las respuestas estúpidas y las preguntas aún más estúpidas. Eso es lo poco que le queda al mundo para que se oigan voces cantando, algunos otros con un aire extraño en su rostro mientras caminan afanadamente por un parque tratando de llegar a los brazos de aquél o aquella que espera impaciente. Eso poco que le queda al mundo que hace que revoloteen las mariposas en el estómago, que hace que uno pierda el habla, que hace que uno pierda la cabeza, se enloquezca de felicidad y se olvide que el mundo sigue siendo el mundo a pesar que hemos creado el nuestro, lejos, muy lejos de éste.

No perdono a la muerte enamorada porque es la única que arranca lágrimas de sosobra porque alguien siempre queda sin un pedazo de alma y de corazón, ese que entregaron años atrás, ese que han ido entregando día a día, ese que han ido perdiendo y recuperando, ese que ha sido maltratado y exaltado muchas veces, es que le entregaron a alguien entero porque era su vida entera. No, yo no perdono porque he perdido y recuperado muchas veces pequeños e inmensos pedazos, que ella misma en su desesperación ha dejado por ahí en el camino, y yo los he ido encontrando, y los he ido añadiendo a mi ya maltratado, exaltado, cansado y siempre expectante corazón. Pero a veces los encuentro ya corroídos, débiles, agonizantes, sin esperanzas, y no sólo partes del mío, encuentro de todos aquellos que siempre han creído, que siguen creyendo, y es un mar inmenso, son montañas interminables de pequeños pedazos que se han ido olvidando, que ella ha ido arrasando con el tiempo.

No perdono a la muerte enamorada porque se está robando nuestros corazones para tratar de hacerse uno, con el que si pueda sentir, con el que pueda entender, con el que pueda parar el sucio trabajo que tiene y tener una excusa. Lamento decirle que eso no será posible, porque al final el trabajo de arrancar el corazón de los demás o dejar que otros se lo lleven cuando no debe ser y dejen algunos trozos destrozados detrás es parte de la melancolía y lo platónico que tiene precisamente el amor. La perdono, sí, la perdono porque al final la melancolía, las lágrimas, el ir siempre buscando dónde quedarán nuestros pedazos o quién ya se habrá ido que no devolvió ese poco que le dimos, hace parte del amor, de ese platonicismo, de esa melancolía que hace que todos estemos día a día buscando siempre cómo recuperar esos pedazos destrozados para curarlos y luego encontrar ese alguien a quién dárselo nuevamente, entero, con cuentagotas, con locura, con ternura, con miedo y con sospecha, con desdén y con ira, con la vida entera o sin ella.

No perdono a la muerte enamorada porque de paso se lleva el amor de aquellos que todavía pueden encontrarlo, porque se lleva el amor de aquellos que todavía están curando las heridas y tienen la esperanza de atravesar un parque llenos de esperanza sabiendo que alguien está al otro lado. Se lleva el mundo de esos que quieren crear uno propio y decir estupideces y actuar como idiotas en medio de la "sanidad" que los rodea. No la perdono porque acaba con el pobre y maltratado corazón de todos, pero la perdono porque al estar la muerte enamorada permite que sigamos buscando, recuperando volvíendonos a enamorar y queriendo recuperar eso que hemos perdido o eso que hemos regalado. La perdono porque sin ella no existiria esa constante lucha que tenemos por siempre estar antentos y expectantes, para intercambiar nuestro corazón con otro y seguir sintiendo que toda esta "locura" aún tiene sentido.

No hay comentarios: