6/12/09

Tradiciones

Diciembre ya está para mí casi por la mitad y seguramente por lo que me encuentro en otras actividades y mi mente anda en otro lado no he sentido el impacto de lo que llaman las fiestas decembrinas. En lo personal no es que no me guste la navidad pero no he celebrado una navidad, como se debe, en más de siete años, nunca estoy cerca, siempre escapo hacia otro lugar diferente al que me corresponde en ese momento y evado quizás ese ritual de antaño que tenemos. La verdad a mi la navidad ni me va ni me viene, no soy cristiano por lo tanto no hay nada que celebrar, no excusas para beber, comer y parrandear.

Este año no será diferente, ya estoy lejos de dónde debería estar, pero estaré lejos de dónde me encuentro ahora, lo cual de cierta manera no rompe con mi tradición. Si, mi tradición, ahora que lo pienso he creado mi propia festividad y he creado mi mundo paralelo para no estar presente ante las banalidades y vacíos del mundo de hoy en día. Yo simplemente no estoy para nadie, no tengo contacto con el mundo, no tengo la necesidad de hacer actos de presencia o como dirían los más escolásticos conservadores de educación. No, afortunadamente yo tengo mi ritual, he creado un día para salir, donde quiera que esté a recorrer nuevas calles, ver nuevas caras, escuchar otras lenguas, pararme en medio de una calle realmente desocupada o en algunos casos en alguna realmente transitada sin ninguna razón en particular. Afortunadamente yo no me dececpiono por no recibir el regalo que quería, porque ya no recibo regalos, tampoco me afano en pensar si a fulanita o a mi madre o a alguien le gustará lo que le compré porque ya no le doy regalos a nadie, y tengo la excusa perfecta de llevar siempre ese detalle, que llamamos souvenir, de los lugares donde he estado y ahí si como dicen mato dos pájaros de un solo tiro y puede ser cualquier cosa y eso ya no me preocupa. No me preocupa el dolor de cabeza o la trasnochada al otro día, puede que igual lo haya hecho el día anterior o lo haga el día después y por lo tanto eso ya hace parte de lo normal. Tampoco me atrae la idea de la comida navideña, si es rica, deliciosa y se puede comer lo que sea, pero ya estoy tan desinstitucionalizado de la navidad que para mí ese día cualquier cosa, con tal de poder ver algo diferente, no me importa.

No todo igual es solamente quitarme un peso de encima, las sonrisas falsas, el interes falso en el cómo va tu vida, que ha pasado, tiempo sin vernos, proyectos para el año entrante y toda esa carreta protocolaria de las reuniones familiares navideñas, que empiezan por lo general con la excusa de las novenas que ya la mayoría de la gente ni reza. Me quito ese peso y otros tantos de encima de lo que supuestamente es la navidad. Hay otras cosas, que recuerdo de cuando realmente la navidad, hasta cierto punto por inocencia y hasta cierto punto por verdad, era algo que recordar y algo que era de esperar. Pero esa época ya pasó, ya no soy el mismo, empezando porque no creo en el cirstianismo, lo cuál evidentemente me lleva a ver la fiesta del veinticuatro de la misma manera que veo la peregrinación a la meca, entre otras tantas. Soy completamente ajeno a eso y todo ha cambiado. Sin embargo hay cosas que uno quisiera que permanecieran y que el tiempo no pasara, ahora en mi caso todo aquello que se denomina familia se ha ido desvaneciendo, el tiempo hace su trabajo y uno a uno se han ido a mejor vida. Eso cambia completamente también el sentido de la navidad ahora, ya noq ueda ese refugio aunque sea de poder reconocer una familia y sentir que hay algo ahí.

En lo personal me quedan los recuerdos, buenos y malos de muchas navidades vividas y temporadas de fin de año que quedarán en mi casi impecable memoria, es una cualidad de mi signo que por alguna razón creo que yo desarrolle bastante y muchas veces es útil y otra veces una molestia total. Y me quedaré obviamente con muchos sueños de como sería si, pero eso ya queda en lo que nunca será. Por ahora creo que disfrutaré mi calidad de ciudadano de ninguna parte y de peregrinación navideña, a mi manera claro, y no sé cúanto me dure la tradición, pero espero poder llevarla a cabo durante mucho tiempo más y ojalá también en el camino otras personas se me unan y así como nacío la tradicional navidad, yo cree una para mí mismo, y los seres que me rodean. Hasta que el tiempo me elimine, y todo quede igual y alguien más se siente un veinticuatro de diciembre en la banca de un parque a un poco más de ocho grados, mirando una bahía, escuchando el sonido del silencio del viento chocando contra la orilla, las piedras y los pájaros. Y cierre los ojos y sienta que el viento golpea contra su cara, un tímido sol aparecera de algún lado apenas rozando nuestro rostro, una leve caricia del eterno frío sol de invierno que siempre está en el mismo lugar. Luego abrirá los ojos de nuevo, un suspiro saldrá de su existencia, y ese momento quedará como uno de esos instantes, casi imposibles, que son una epifanía y que nadie más, nunca, podrá vivirlo de la misma manera. Esos son de esos momentos que para muchos no sirven para nada, solamente para algunos muchas veces de eso se trata la vida y sonreímos tímidamente agradeciendo que esos instantes únicos aún existan y que podamos todavía tener unos minutos para realmente sentir que estamos con vida.

No hay comentarios: