31/7/09

El instante

Eso que llaman felicidad, al menos en mayúsucla, no existe. Ese sentimiento que la gran mayoría de seres humanos buscan a través de casi todas sus vidas, es simplemente un instante, es quizás más corto que un suspiro, un simple latido del corazón, una respiración profunda. En ese momento todo debería congelarse, quizás es una ráfaga de adrenalina, un milisegundo de conexión entre los nervios y el cerebro y la sensación que se escapa entre la yema de los dedos en un parpadeo.

Eso que llaman felicidad es igual a esa euforia, a ese interés, a eso que la gente llama preguntar y preocuparse. Recuerdo muy bien que siempre, sin ninguna excepción, en cualquier tipo de novedad existe una ráfaga de euforia que perdura por unos instantes, estos no tan cortos como un orgasmo o la felicidad, esa con mayúscula que no existe. Pero son momentos, breves espacios de tiempo, tan insignificantes como al vida de una mariposa para el vasto universo, conocido y no conocido. Es simplemente una anécdota, eso son las emociones de la gente, una anécdota, un breve instante en la existencia de cada persona, del mundo, un grano de arena en medio de la inmensidad del mar.

Esa euforia, ese interés, ese instante no es más que aquellas poses, de todos, que se manifiestan en esos momentos de adrenalina, en esas ráfagas, a unos nos dura más que a otros a otros no les dura y a otros les dura muy poco. Al final lo importante no es saber que solamente todos compartimos ese mismo sentimiento de euforia, o que hemos tenido esos breves instantes de felicidad que quizás no olvidamos nunca. Lo importante es entender que a nadie a la final le importa nada, que aunque todos lo neguemos simplemente no nos importa, solamente por instantes, por momentos, cuando lo necesitamos, cuando los perdemos, es ahí cuando esa adicción a esa adrenalina, a la euforia, al interés, renacen, y ya es demasiado tarde.

Definitivamente el mundo se ha convertido en una egósfera impregnada de solamente fachadas que se levan en la frente. Aquellos tiempos de antaño dónde las cosas quizás si importaban se han perdido. Ya nadie piensa sino en sí mismo, lo cuál desde cualquier punto de vista sería lo lógico y no refutable, pero desafortunadamente el mundo de las maravillas que nos venden en nuestra infancia es muy diferente, y es ahí dónde quizás por la misma venganza contra esa fantasía ahora las cosas son como son.

En alguna época me interesaba demasiado por las cosas de los demás, mucho más que las mías. Ahora por diversos motivos, que no eplicaré, he dejado de preocuparme tanto por todos, inclusive por las personas más ceranas. Ahora, aunque antes igualmente lo hacía, me concentro en mi vida, en lo que quiero y en lo que espero, al fin y al cabo es mía, no la pedí, no la deseé, pero sigue siendo solo mía y debo convertirme en un ser tal que sea lo más importante. Antes podía luchar contra ella misma y poner un escalón entre la mía y la de los demás, podría decir que en este momento si daría la vida por alguna otra persona, lo que pasa es que como dicen por ahí, quisímosle morírnosle a alguien, pero no encontramos a quién querer tanto. Pero a la hora de la verdad con un revolver contra mi cabeza o en una situación extrema no puedo decir que lo seguiré haciendo y por encima de todo estaría mi vida, así no sea la vida que uno siempre ha esperado, pero sigue siendo mía y solamente mía, sin que a nadie, comprobado totalmente, igual le importe, por lo tanto no debe importarme lo demás.

De pronto estoy equivocado, es muy probable muchas veces me equivoco, pero eso no lo sabré hasta que muera, y quizás ni siquiera en ese momento lo comprenda. Si, desde hace tiempo no tenía esa sensación de un inmenso ego, de no contarle nada a nadie y mejor que ni pregunten, ser simplemente la persona de la presentación, del momento, la que se requiera, siempre honesta y franca como lo he hecho todo el tiempo, solamente que sin pensar en nada más, ni en nadie más.

Ahora que leo esas últimas palabras y me tomo ese instante de euforia para reflexionar, me doy cuenta que quizás esto también sea solo un instante, porque espero más siempre de todos, porque quizás siempre doy demasiado de mi mismo, y al no recibirlo se cambia la moneda y el instante se vuelve de un poco de ira eufórica. Seguramente pasará, pero debo hacer la nota mental de no olvidar nunca en que igualmente instante o no, felicidad o no, a nadie realmente le importa nada y en muchos casos nadie, ni siquiera ellos mismos.

No hay comentarios: