1/5/09

La otra

Solía sentarme en una silla, no siempre era la misma, aunque en realidad tampoco había muchas opciones, una o dos o hasta tres en los mejores momentos. Nunca me sentaba bien, es una costumbre que adquirí no sé en qué momento de mi vida y lo sigo manteniendo en casi cualquier lugar al que voy y me ofrecen un asiento. Las sillas no eran realmente incómodas, tampoco eran unas sillas demasiado cómodas, pero digamos que cumplen su función de ser una silla. Todo esto ocurriá alrededor de las tres o cuatro de la tarde, la habitación no tenía un reloj, por lo tanto intuñia la hora por la luz que se colaba por la gran ventana y a veces is había sol podía calcular más o menos la hora.

En la habitación aparte de la silla y el ventanal había una cama, pero nunca o casi nunca me acostaba o me sentaba en ella. No se por qué, quizás por un respeto una intimidación pero siempre solía sentarme en la silla y subir mis piernas sobre la cama, sin quitarme los zapatos. Algunas veces si ocupaba la cama, me quitaba los zapatos, acomodaba una almohada y me recostaba en frente de la pantalla. La pantalla no era muy grande ni muy pequeña, a veces parecía ser demasiado grande para la habitación, pero la mayoría del tiempo se acomodaba perfectamente al espacio que ocupaba. La habitación era relativamente grande, alta, dónde en medio del silencio se podía escuchar la respiración, cualquier movimiento involuntario que produjera el más mínimo sonido. Su techo es alto, lo cúal generaba un eco a veces molesto. No es una habitación especial, no era ni muy oscura ni muy clara, a veces solamente se podía percibir un poco de luz en medio de las cortinas pesadas sobre el ventanal, o a veces simplemente se acostumbraba uno a la luz natural o a la completa ausencia de la misma. Para esos efectos evidentemente había que prender la luz, una luz justa y a veces no tanto para el espacio. Tampoco tenía un olor particular, no olía a cualquier habitación, tenía su aroma especial, pero no era un aroma notorio o específico que uno pueda describir. Supongo que ahora ese aroma habrá cambiado.

Las tardes tardes transcurrían en calma, siempre sentado en la silla frente a la pantalla buscando aquí y allá entre tantas opciones algo que permanentemente ocupara el espacio de silencio que se generaba. A veces hacía falta un comentario, una respuesta a una palabra y muchas veces hasta la misma palabra se respondía así misma. Algunas veces solía encontrar algo interesante que ver, y podía quedarme un par de horas concentrado en algo. Muchas veces simplemente era un ir y venir y un pequeño espacio de tiempo entre un salto y otro para tratar de encontrar algo que llamara la atención. Algunas de las imágenes sucitaban algún comentario y se rompía el eterno silencio, se podía debatir, opinar y el ambiente se tornaba un poco más entusiasta que de costumbre. Cúando las imágenes eran un poco aburridas hasta morfeo podía atacar y la cosa ahí si se ponía incómoda, ya que una silla no es el mejor lugar para tratar de conciliar el sueño.

Fuera de esos casos todo transcurría exactamente igual una vez a la semana, generalmente a la misma hora, con las mismas circunstancias. Entre tantas imágenes que observé en esa silla algunas ya se borraron o simplemente las olvidé, mientras otras tantas las recuerdo, sin ningún motivo especial, simplemente porque quizás las vi más de una vez o porque de alguna manera captó mi atención y quedó registrada en mi memoria.

Ahora esa habitación aunque sigue en el mismo lugar, con casi las mismas características ha sido abandonada por mí. Cosas de la vida que llaman, no creo que vuelva nunca más a sentarme en una silla o recostarme en una cama y a observar imágenes en la tarde. Ahora otros tienen ese privilegio, o ese suplicio, y seguramente hay otra cama, otra pantalla, otro tipo de luz y hasta quizás otro tipo de siencio y aroma que invadan el ambiente. Sin embargo ahora en una nueva habitación con algunas pequeñas variantes el ritual se mantiene. No necesariamente el mismo día o a la misma hora, pero se mantiene. Ahora acostado en una cama, arropado generalmente, con una pantalla mucho menor y con condiciones de luz, aroma y silencio completamente diferentes, observo una pantalla en las mismas condiciones, pasando de un lado a otro por cortos intervalos de tiempo o encontrando algo que realmente llame mi atención. Lo que sucede ahora es que muchas veces encuentro esas mismas imágenes que vi una o varias veces en la otra pantalla y no puedo evitar no recordar aquellos aromas, colores, luces y silencios que se respondían así mismos de hace un tiempo.

Quizás por recordar o por sentir que no se ha perdido todo observo una y otra vez las mismas imágenes cuando las encuentro, quizás para rendir un homenaje al recinto original donde captaron por primera vez mi atención. Y así a veces paso noches o tardes enteras simplemente observando las mismas imágenes no importa que las tenga que ver al día siguiente otra vez. Extraño esa habitación, más allá del recinto extraño su aroma su poca o mucha luz, el eco del silencio, las palabras que se perdían o volvían con su propia respuesta, los pocos debates, la incomodidad de cada una de las sillas y cómo lograba amoldarlas a mi cuerpo. Extraño también un poco la cama que algunas veces sirvió en momentos de desespero o simplemente en momentos en los cuales podía poseerla. Ahora solamente me quedan los recuerdos y las imágenes que me llevan a esos recuerdos una y otra vez, suspirando en silencio o en el propio eco de mi mente recordando aquellas horas de la tarde de aquellos días en los que solía tratar de encontrar algo, quizás solamente para pasar el tiempo. Ahora aunque hago lo mismo de alguna manera con más comodidad, más control y más tranquilidad, esta nueva habitación nunca dejará de ser la otra, la que llegó después, la que suple una función que ya no puede llevar a cabo su predecesora. Y así aunque realmente no necesito o extraño vehementemente el Alfa de todo esto, no puedo evitar pensar que de alguna manera soy infiel y me quedé con la otra, esa que ahora me acoje en su espacio.

1 comentario:

Andrea Carolina dijo...

Me ha gustado mucho este escrito, mucho.