12/5/09

Volver

El sonido pantanoso de mis zapatos me comunican que he regresado. Es inconfundible, es simplemente inconfundible. El sonido del agua que entra sigilosamente en mis zapatos es completamente diferente a aquél otro, otra agua que se cuela sigilosamente en mis zapatos pero que canta de manera diferente. Ese sonido no me engaña, es imposible olvidarlo y recordarlo puede resultar doloroso. No hay suficientes suspiros, quizás de satisfacción, miedo, desilusión o resignación por saber que he vuelto. Estoy en el mismo lugar aún observando mis pies y su manera de deslizarse sobre el pavimento descolorido, arrugado y añejo de aquella calle de siempre. El sonido de los zapatos andar es igualmente inconfundible, es ese sonido ciego, lejano, oscuro y neutro, diferente a aquél brillante, penetrante y asfixiante de otros asfaltos.

No puedo levantar la mirada del pavimento, quizás porque quiero encontrar algo diferente, algo que me diga que no estoy en el mismo lugar, que todo ha cambiado, que el tiempo ha hecho su trabajo. O de pronto tengo miedo de mirar arriba para ver el mismo cielo opaco, polvoriento de siempre, ese que no me permitía abrir los ojos, y ahí si no habría ni la menor duda, me encuentro en el mismo lugar. No dejo de suspirar profundamente, tratando de defenderme quizás de los pensamientos que revolotean mi mente, esos que me dicen adelante, esos que me dicen quédate, y otros tantos que no se han decidido. Prefiero seguir caminando, en círculos como lo hago en estas circunstancias, mientras algún impulso o simplemente alguna decisión de mi cabeza me desvíe y me lleve a otro lado. De un momento a otro veo que ese asfalto roído, cansado y arrugado tiene una nueva marca, esa marca de alguien inconfundible, alguien que evidentemente no soy yo. Y la sigo.

La sigo tratando de imaginar su rumbo, tratando de imaginar que otro u otros habrán dejado su pasado plasmado en esa misma esquina, en esa misma calle, en esa misma cuadra, en ese mismo barrio, en esa misma ciudad. Y cúantos de ellos habrán huído, escapado, muerto, o abandonado aquél refugio para partir a otros cielos menos polvorientos y a otros asfaltos más brillantes. Muchos de ellos seguramente han de volver día a día o semana a semana a pasearse una y otra vez, sin mirar arriba o mirar abajo, solamente al frente, porque todavía no sienten la necesidad de despedirse, no sienten la necesidad de recordar los sutiles pasos que han dejado huella en aquella esquina. Ellos, quizás la mayoría, nunca tendrán la necesidad de hacerlo, sus suspiros no llegarán a tener la importancia suficiente para recordar.

Yo a veces pienso porqué regresé, qué necesidad tengo de volver una y otra vez. Esta vez la única diferencia ha sido el tiempo, he demorado un poco más, y todavía busco entre mis suspiros porqué estando ya tan lejos, a un paso del más allá, regresé, no corriendo como otras veces, no desesperado, pero igual regresé. He vuelto a mi estado natural, he vuelto a mirar a donde siempre he mirado. He vuelto a dar vueltas sobre el mismo punto dónde siempre lo he hecho, y estoy a punto de partir de nuevo. Quizás no puedo quitarme de encima todo aquello que he arrastrado con el tiempo, de pronto solamente algunas cosas se han quedado enganchadas en medio de las turbias aguas de la lluvia que ha pasado una y otra vez por el camino. Quizás en vez de dejar las que debería he dejado las que no puedo dejar nunca y tengo que regresar una y otra vez para intercambiarlas por otras y volver a comenzar.

Aún no sé porqué volví a mi estado natural, aún no me atrevo a mirar hacia arriba o hacia algún lado, prefiero mantenerme así, mirando fijamente el mismo asfalto de siempre, ese que ya no tiene ningún sabor especial y esperar a que de nuevo al cerrar mis ojos me encuentre sobre otro camino desconocido y ojalá jamás tener que regresar otra vez. Esta vez algo ha cambiado, o por lo menos el aire que llena mis pulmones sabe diferente. Esta vez aparece un camino completamente alejado de éste que me llevará muy lejos, porque el problema de volver es siempre que algo cambia, y no precisamente a lo que se vuelve, sino el que vuelve.

No hay comentarios: