15/3/09

Qué se espera

He tenido un par de días para evaluar, lo más objetivamente posible, todo lo que sucede, porque sí, o porque no, alrededor. No es que sea la primera vez y seguro no será la última, pero a veces uno va perdiendo esa capacidad de observación de afuera hacia adentro y viceversa por las "actividades" diarias que nos hacen ser parte de todo eso que está ahí afuera. A veces esas contemplaciones son peligrosas, para una persona como yo generalmente todo tiende a tonarse algo gris y generalmente termino dándome más duro de lo normal. Eso realmente no es sano si se vuelve costumbre, una que es difícil de quitar, y puede volverse un arma de doble filo en cuanto a la forma de evaluar las cosas.

Para nadie es un secreto que la vida de cada uno de nosotros está llena de errores, en muchos casos son más los errores que los aciertos, ya que lo que mucha gente considera acierto en su vida no es más que una forma de no tomar las responsabilidad social que nos han inculcado a través del tiempo. Yo sé que he cometido muchos errores, de algunos me arrepiento, de otros no tanto y también sé que nunca cometí ni errores ni aciertos por no atreverme a hacer algo en el momento en que se presentó la oportunidad, ese digamos es el purgatorio, dónde está todo aquello que siempre será un signo de interrogación para nuestras vidas, la eterna pregunta de que hubiera pasado si........ Ahora bien, creo que he cometido más errores que aciertos, pero mis aciertos han sido más significativos, como creo deben ser sino no tendrían ningún valor real para nadie, pero han sido escasos, obviamente lo que uno piensa que va a ser un acierto y no lo es se convierte inmediatamente en el error, en su hermano no deseable que se une a la lista de todo aquello que muchas veces no queremos recordar.

Hay errores de errores como dije antes, los imborrables, los de eterno arrepentimiento y los de prueba y error, las anécdotas de esas cosas que nos da igual si pasaron o no y que tienen una justificación, generalmente insulsa, del por qué hicimos eso. Pero esas no trascienden, no tienen importancia, solamente engrosan la lista de experiencias que se tienen a través del juego, como cuando uno apuesta todo con un par de aces y resulta perdiendo, no pasa nada, se pierde un poco pero nada que pase a la historia. Después de darle vueltas a nada, porque generalmente las reflexiones comienzan cuando uno no está distraído por el resto del mundo vacío y deprimente que nos está rodeando, comienzan a germinar las reflexiones del pasado próximo, y las evaluaciones de lo que se ha hecho y con mayo entusiasmo eso que consecuencias traerá para los planes a mediano plazo.

Todos pensamos en el futuro, cercano, lejano o medianamente próximo, tenemos planes y queremos lograr ciertas cosas, a veces demasiadas y dentro de esas demasiadas, muchas absolutamente innecesarias, pero cosas al fin y al cabo. Todos pensamos que puede pasar si, o ya hice esto entonces que pasará si hago lo otro, o espero a que esto termine para ver que sale. Siempre estamos advinando, es divertido nadie lo niega, y ponemos nuestra fe o como quieran llamarlo en que todo se realizará. A veces las cosas son demasiado fáciles, las cosas se dan de una manera impresionante y todo parece fluir, en otras ocasiones toma más tiempo o es extremadamente difícil. Pero todos tenemos nuestra vida puesta en lo que no conocemos, en lo que viene y cómo queremos que sea lo que viene.

Yo hace tiempo que no me preocupo demasiado por lo que viene, antes solía hacerlo de manera constante y buscaba hasta el cansancio buscar la manera de que eso sucediera. Pero ahora simplemente hago mi trabajo, el que considero un buen trabajo y hago las cosas que tengo o considero que tengo que hacer para que los resultados esperados se den, sin realmente esperar que pase nada. Ahora creo que quizás los errores pueden ser más pesados que los pocos pero pesados aciertos que he tenido y que quizás en los momentos en los que me dejé enceguecer por el mundo perdí el camino y di un mal paso y ahora ya no puedo volver atrás. Estoy demasiado viejo para eso, estoy demasiado acostumbrado, tengo demasiados vicios, tengo demasiadas manías que aunque no son del todo insuperables, no me producen ninguna molestia para querer hacer que desaparezcan. En otras palabras estoy institucionalizado dentro de mí mismo por lo que me rodea y por lo que me ha forjado y me siento demasiado cómodo en esa situación como para pensar en hacer algo diferente, puede que sea otro error o quizás sea el mejor acierto de mi vida y recibiré su recompensa en el futuro.

Yo no sueño con cosas demasiado complicadas, ni quiero cumplir con parámetros demasiado demarcados hoy en día, para sentir que acerté en mi vida. No espero tener una familia, no espero encontrar el amor de mi vida y convivir con él hasta que la muerte nos separe, no quiero fama, no quiero ser una celebridad, que en mi trabajo es uno de los muchos "aciertos" que la gente cree que se logra. No me interesa el dinero en cantidades exageradas, ni "vivir" la vida como muchos creen en medio de parrandas, gustos estrafalarios y comodidades y posesiones absurdas. Al final creo que quiero lo que la mayoría de la gente quiere, algo común y corriente, normal, algo que sea manejable y que sea tranquilo. Yo no espero más que compartir con una pareja todo aquello que haya para dar de parte de cada uno, saber cúando desertar, cúando dejarla ir, espero amar platónicamente a alguien así jamás en la vida esté con esa persona. No quiero dejar herencia, no creo que sea justo para la descendencia vivir lo mismo que uno, que sientan las mismas curiosidades que uno, que tengan las mismas preguntas que uno, que uno jamás pudo responder o entender. Es un poco egoísta para mí delegar la responsabilidad de entender la vida a un hijo o hijos sabiendo que yo ni siquiera pude con eso ni la entiendo en un gran porcentaje, no tiene ningún sentido para mí ser un poco vengativo con la misma vida dándole las mismas preocupaciones a alguien que no las merece.

Yo no espero ya nada de nadie, no quiero disculpas, no quiero más promesas, no quiero excusas reales o imaginarias del por qué si o no de alguna acción que me afecte directamente. No me interesa escuchar cosas sin sentido ni tener la responsabilidad de hacer sentir mal a alguien por esos motivos. No es que no me importe, claro que me importe, gran parte de mi vida se ha basado realmente en la interacción con el resto del mundo, el contacto y el hablar y conocer todo aquello que esconden mis semejantes. Pero así mismo he aprendido que hay cosas demasiado irrelevantes para los demás como para uno preocuparse más de la cuenta. Al final todos terminamos siendo seres egoístas, no significa que todos lo sean, pero creo que conozco pocas personas, demasiado pocas, que realmente son altruistas, y no en el sentido material de la palabra, sino en el sentido humano que ésta conlleva. Al final pensamos es en nosotros mismos, en dar un mejor paso hacia adelante, en buscar la vida perfecta, que socialmente nos han inculcado, vivir para aquellos que nos dieron la vida y nos dan ese tipo de guía para que sigamos sus pasos y así se mantenga una línea de vida de egoísmos y venganzas contra la vida misma.

Somos todos egoístas, nos volvemos hacia lo que queremos, manipulamos hacia lo que nos hace a nosotros felices. Tratamos de absorber todo aquello que nos haga mejores, y claro para esto necesitamos de los demás. Las relaciones humanas no son más que una excusa para llegar a lo que queremos, porque creemos que no podemos solos, nos relacionamos, tenemos relaciones con parejas para que nos den algo que nos falta y cuando el sentimiento es un poco profundo se retirbuye. Pero no hay nada más allá de tratar de llevar una vida de excelencia, porque nos sentimos obligados a ellos y muchas veces no importa el precio, queremos llegar a sentir que valemos algo para los demás, más que para nosotros mismos. Hay una angustía generalizada por demostrarle a los demás algo para que nos vean como queremos que nos vean y por eso de un tiempo para acá se cometen una cantidad de errores, en su mayoría imborrables que si cambian definitivamente el curso de nuestras vidas.

Yo no tengo que probarle nada a nadie, ni tengo que darle explicaciones a nadie de nada. No tengo la necesidad ni la angustia de mostrarle algo a alguien para que se convenza de algo que todos los demás exigen. No me interesa tener que decirle nada a nadie, soy demasiado sincero para andar enredando o tratando de decir o actuar de cierta manera, el problema es que la gente ha perdido la confianza, yo lo he hecho, y no pueden creer en lo que uno dice así, sencillo, sin parafernalia, sin arandelas. Quizás eso espanta a la gente, porque se ha perdido la verdadera esencia de lo que se trata ser un ser humano y vivir una vida. Estamos intoxicados, llenos de cosas innecesarias, llenos de demonios en nuestra cabeza y también demasiado llenos de ángeles y dioses y salvadores y promesas de la vida eterna y demás, que nos han cegado y no nos dejan realmente ver más allá de las narices.

He cometido muchos errores, algunso insignificantes, otros inmensos, otros que todavía me pesan y son indestructibles y son la cicatriz de aquella batalla que me trata de recordar para la próxima vez que no cometa ese mismo error. He tenido aciertos, unos pocos por lo menos creo yo, muchos errores se han convertido en aciertos, muchos aciertos ya no lo son, sino son errores. Y tengo también en una bolsa todo ese purgatorio de cosas insignificantes que hacen que pueda entablar conversaciones con extraños, contando anécdotas con las cuales se puedan sentir identificados conmigo, y seguir nutriendo mi quizás deseperado deseo de interactuar y que interactuén conmigo. Pero hoy, dos días después, realmente no sé a dónde va todo, no tengo intenciones de pensar que pasará mañana, espero que la sangre no sea más densa que el agua y en algún momento no volver jamás, y dejar que me olviden los que tienen que hacerlo, porque no les importa, y dejar que me extrañen con alma y corazón, aquellos que realmente lo sientan, que en la vida de todos son muy, pero muy pocos, menos de lo que todos pensamos. Ahora no puedo deshacer demasiados errores que harían de este presente un universo paralelo, pero estoy demasiado viejo, demasiado perezoso, demasiado maníatico y vicioso, demasiado denso y sumergido en la humanidad, como para tratar de cambiarlo. Sólo espero que el no hacerlo sea un acierto, y no un gran error que en unos años en medio de mi aislamiento del mundo conocido, me pese demasiado y que en ese momento sea demasiado tarde para dejar los vicios, las manías y los estereotipos que me carcomerán y se convertirán en mí, y me dominarán lo suficiente para que yo realmente deje de existir, y que ya sea demasiado tarde para mí.

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