25/2/09

Redención

Lo más patético que podemos decir es que alguien más es patético, incluso más que nosotros mismos. Creo que en el vasto mundo en el que vivimos y más ahora con toda esta era de las comunicaciones y la globalización acelerada en la que hemos vivido, nuestros espacios se han vuelto más pequeño y a su vez más grandes. Alguien me preguntó de alguna manera si tenía alguna intención en específico para escribir aquí, o porque quería que la gente me leyera. Realmente no es mi intención ni objetivo primordial que la gente me lea, es un mundo "libre", la información esta ahí, y pues si la quieren leer bienvenido sea, si la pasan por alto me da igual, creo que de una u otra forma el que no lo hagan no tiene absolutamente ningún efecto en mí, y en muchos casos que lo hagan tampoco realmente.

Todo lo que se postea aquí, y en otras partes, no es más que una forma de ver el mundo, como cada uno de los que está leyendo esto la tiene, algunos no la quieren decir, a otros no les interesa comunicarla, y muchos otros la comunicarán de otra manera. Creo que todos tenemos mecanismos de defensa o formas de auto evaluarnos y más que eso, de redimirnos frente al mundo, las personas cercanas y obviamente a nosotros mismos, porque en ese punto el ego es infalible, todos nos queremos salvar, sea para dónde sea que queramos ir o creamos que vamos, pero nos importa es salvarnos a nosotros primero que a los demás, puro insinto de supervivencia animal.

Ahora bien aquí nadie es más patético que otro por decir o no decir las cosas de una u otra manera, nadie es juzgable bajo ninguna vara, salvo la excepción del sistema romano que se llama derecho y rige la gran mayoría de reglas de convivencia y comportamiento social, como para no andar unos por encima de otros, aunque igual eso tiene de todos modos sus cosas viciadas por ahí no muy razonables. Pero el caso es que nadie por ningún motivo tiene la capacidad ni el poder ni razón alguna para delclarar algo en contra de alguien, solamente son formas de vida, son formas de adaptarse al mundo, como dijo el sociólogo Zygmunt Bauman alguna vez, la gente quiere pertenecer a algo y está completamente encerrado en la idea de pertenecer a un grupo, ni siquiera por sentirse realmente parte del grupo en sí, sino por protección, por no quedar a la deriva y por sentir que puede ser respetado en un medio. Aún así el problema, dice él, del siglo veinte y obviamente de éste es que ya la preocupación no es ingresar a algín grupo sino como mantenerse, como hacer que el grupo sobreviva, como no perder esa identidad y seguir en función de ser parte de "algo".

Creo que es claro que con tanta información, globalización y cultura extremadamente light en la que hemos vivido, más o menos una generación y media, estamos acostumbrados a que ahora es fácilmente juzgable o fácilmente rechazable alguien por algún tipo de acto en contra de los parámetros de globalización impuestos y que han sido "aceptados" de cierta manera por la masa, o sea el pueblo, pero desafortunadamente no el inteligente, sino el vulgo realmente como tal, el rebaño de ovejas que siguen sin saber a dónde ir y no tienen una capacidad de pensamiento real más allá de lo que se muestra y se quiere hacer entender por el entorno. Es así como nos hemos tomado el poder de decretar y señalar a aquellos que nos parecen poco o nada con respecto al entorno, esos que estan out, esos que están divagando en la nada y que no merecen ni siquiera, en muchos casos trato humano, y es así como podemos determinar la calidad de una persona.

Quizás no hemos entendido que al final la vida es de cada quién y de ése que la vive, puede que por paradigmas morales, educativos y sociales del entorno en el que se crece, ciertas cosas se catalogan como malas o fuera de esas leyes educativas, morales y demás. Eso es quizás la visión conservadora de una sociedad como la nuestra, muy conservadora aún con claritos de libertad, pero exageradamente conservadora en cuanto a juzgar se refiere. Es así como catalogamos y nos movemos por medio de nuestros semejantes y las relaciones con los demás, pero no hemos entendido aún, en mi humilde opinión, que es la vida de otros, que es la vida del quién la vive, no se trata de apoyar adictos a las dorgas o a asesinos en serie, no, pero tampoco se trata de juzgar o de señalar cosas que puede que sean moral y políticamente incorrectas. Nadie es más patético que uno mismo por querer explicar o tratar de entender las acciones de otros si no van con las de nosotros, todos somos libres de cierta manera y eso hace que el mundo sea mundo y que sea perfecto tal cual es. Pero tenemos que dejar a un lado aquellos paradigmas de juzgar porque creemos que nos vestimos mejor, que nos vemos mejor, que comemos mejor, que tenemos mejor gusto. No existe absolutamente nada de eso, todo eso es lo que creemos, porque el entorno nos ha hecho creer eso de nosotros mismos al sentirnos respaldados por el entorno, pero no es más que un velo, una jugarreta alrededor de nosotros lo que nos convierte en eso.

Nadie tiene la razón de nada, pero a su vez nadie está completamente equivocado. Hay cosas que funcionan por razones que desconocemos, como el mismo hecho de estar aquí en el mundo, pero hay muchas otras que se han ido metiendo de a poco sin sentido y se han tomado como lemas e íconos para motivos a veces no muy humanos o ni siquiera para motivos reales. Ésta es para mí quizás la forma de redimirme por errores, muchos, que he cometido, diciendo cosas, no tan al azar como podrían pensar muchos, cosas que uno piensa después de haber hecho o dejado de hacer algo o haber visto o escuchado cosas alrededor. Es quizás la manera, entre otras tantas, en las que puedo ser explícito, porque en mi arte a veces no puedo o no quiero serlo tanto y me vuelvo más intimista y no dejo las cosas tan a la vista. Es por eso quizás que escribo y que de alguna manera en el fondo espero que alguien lea y le interese lo que escribo, tenga o no algún sentido para esa persona. Si les sirve bien, si lo han pensado igual también bien, si no lo habían pensado y lo van a pensar excelente, si han pensado en otra cosa y me lo quieren decir o criticar algo, más que excelente. Pero al final no espero que me lean o no, en el fondo el ego quiere que sí, pero para efectos prácticos de mi vida diaria no sé realmente cúanta gente me lee o no o si me leen cada vez más o menos o siempre los mismos. No lo sé y realmente, no por desacreditar a mis lectores ni mucho menos, no me importa. Me importa que les importe a ustedes por cualquier, excusa, motivo o situación o cuestionamiento o palabraría que quieran. Me importa que les importe en su medida, no en la mía, me importa que les importe y de alguna manera si yo les importo pues mucho mejor, pero al final eso es lo de menos.

No espero nada a cambio más que los que quieran dar algo, así sea solo leer para olvidarse de ello a los dos minutos, nuestra vida en el universo no son más que dos minutos en la inmensidad de todo este juego extraño en el que estamos metidos. Así que realmente no importa para mí, importa para ustedes. Yo estoy jugando a ser uno más de millones ahí afuera haciendo exactamente lo mismo, de la misma manera o de maneras completamente diferentes, pero al final es lo mismo. Puede que todos lo veamos de maneras diferentes y lo llamemos de diferentes nombres, pero al final es lo mismo y a algunos les puede importar más que a otros, y eso es exactamente de lo que se trata, es la vida de cada quién compartida con la vida de ustedes y mía pero es la del otro y lo mejor es que a uno le importe ese otro y como és y su forma de hacer las cosas, porque ahí está lo bonito de la vida, compartir, tratar de entender y meterse en el juego. Yo no soy más que otro más en medio de tantos afuera que buscan redención, excusas, entendendimiento propio o cualquier otra cosa, estoy jugando el mismo juego que todos ustedes, con mis cartas.

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