14/1/09

Rompecabezas

¿ Y si vuelo y no puedes encontrarme en medio del paraíso de tus sueños, ni en la blanca noche de tu corazón?. A dónde irán aquellos cuerpos olvidados por el rocío de la lluvia que deambulan sin camino alguno, que retornan a un sitio no seguro y se pierden en la inmensidad de sus pequeñas y olvidadas almas. Almas que han ido una y otra vez, dejando su marca en tantos otros hombres, tan solo con miradas, caricias, gestos y suspiros que son como ráfagas ardientes del universo.

Mi alma, un rompecabezas al que le han hurtado algunas piezas, esas que ya no encajarán porque se han quedado enganchadas en otras almas accidentadas, esas que pasaron por mi lado, las que hicieron parte de mí, esas que arrancaron de a poco esas piezas que quizás ahora ni siquiera permanezcan a su lado. Quizás estan ahogándose en el río de la indiferencia y del olvido, ése que ha sido creado por las lágrimas derramadas por los suspiros olvidos y esos secretos que jamás llegaron a su destino. Es posible que esas piezas que me hacen falta hayan sido encajadas como puente entre otras dos almas y simplemente quede mi rastro en ello, como el fantasma que reúne y divide aquello que es indivisible. Esas piezas andarán rondando en otros corazones, mientras que mi alma está resquebrajada y se pudre a pedazos esperando encajar con alguna otra pieza que vaya por el aire.

Yo solía coleccionar piezas de aquellas otras almas a mi lado, algunas las conservé en un pequeño cajón, lejos de la luz y de la oscuridad, lejos de los gemidos, de las palabras obscenas y de las mentiras e irrealidades del mundo real. Solía cuidarlas, regarlas todos los días con un poco de recuerdos, con un poco de secretos, de susurros, de suspiros sinceros, de canciones incantables, y de miradas insoportables. Todos los días miraba cada una de esas piezas con esmero, miraba cada detalle, recordaba y olvidaba de a poco cada una de las cosas que habían dejado por ahí, suelen ser desordenadas a veces y hay que limpiar el desorden de vez en cuando. Luego pasaron a un tarro, un tarro cualquiera, algo que las mantuviera más seguras y alejadas de mi propia insensibilidad y olvido, supongo que entre ellas se podían hacer compañía, hablar, criticar acerca de mí y de cómo me quedé con cada una de esas piezas hace tantos años y tantos días y demás trivialidades de la vida de una pieza que hace parte de un alma.

Ahora he abierto el tarro, no las he aniquilado ni mucho menos, no las olvidé, ni las dejé en cualquier parte abandonadas, les dije que eran libres, que buscaran sus almas originales y que encontrarán si aún existía ese espacio que habián dejado para que volvieran a hacer parte de lo que siempre han sido. Tomó un tiempo pero cada una se fue desvaneciendo con el tiempo, ya no podía observarlas de la misma manera, ya no percibía los susurros de la lujuría ni los recuerdos que me transmitían. Un día simplemente ya no estaban y solamente me dejaron un halo de suspiros de quizás un poco de agradecimiento y algo de histeria y de resentimiento por el trato que les dí. Y así el aire se limpio, todo huele diferente, todo tiene un tinte diferente y no sé que habrá sido de ellas, no sé si llegarían a su destino o si realmente tendrían alguno.

Yo sigo esperando en medio de tantas flores marchitas y otras tantas vivas, en medio de tanto verde y algo de gris a que se llene el espacio que tengo vacío. Que alguien libere mis piezas y dejen que busquen el camino a casa, que encuentren ese punto exacto en dónde estaban, que no ha sido llenado por ninguna otra pieza o abandonado a su suerte, todo está exactamente igual que cuando se fueron, los mismos suspiros, susurros, gemidos y miradas al infinito se encuentran en el mismo lugar de siempre, esperando ser ocupados por sus dueños. No sé si quizás ya anden merodeando por ahí esas piezas sueltas de mi alma, esperando caer en algún lugar, o si se cansarían de buscar su hogar y decidieron entregarse al alma del viento y andarán en el espacio contemplando otras almas perdidas o si estarán formando una nueva.

Suspiro esperando que mis piezas escuchen las súplicas de su ausencia, y que aquellos que han aprisionado esas partes de mi puedan sentir su necesidad. A veces también pienso que es mejor que otros cultiven más esas piezas, tantas ya que perdí la cuenta, que se han quedado enredadas entre otras almas y otras tantas que entregué sin esperar nada a cambio, y que nunca las entreguen, o que las entreguen mejoradas a otros seres que necesiten llenar un poco algún espacio. De pronto es bueno pensar que me las devolverán mejoradas así mi rompecabezas tendrá otro aire y otro brillo y será como un renacer. A veces también me olvido que he olvidado o dejado partes de mi en alguna parte, quizás muchas fueron más que merecidas y otras tantas simplemente idioteces que se cometen. Ahora siento un poco esa falta de encaje en algunas profundidades, y sigo preguntando si al volar podrás encontrarme en el paraíso de tus sueños o en la blanca noche de tu corazón, que quizás sea un poco el mío.

No hay comentarios: