30/1/09

Espero.....

Los sonidos del trasnocho, dos gatos agarrándose en medio de un jardín oscuro, porque sí. Dar una y mil vueltas sobre el mismo punto, tratando de acomodarse. Escuchar el despertador, levantarse, mirarse al espejo siempre de la misma manera, cepillarse los dientes empezando por el lado izquierdo. Pasar revista de lo que hay alrededor, fumarse el último cigarrillo de siempre, expulsar ese suspiro profundo que nunca llegará a su destino. Quedarse mirando fijamente ese punto inútil, pensando en cualquier cosa menos pensar realmente en algo. Dejar que se consuma de a poco el humo, un poco de vida que se escape en medio de esos dedos frágiles que andan flotando en el aire como perdidos en el inmenos universo de su vida significativa para el que los posee, pero completamente absurda para todos los demás.

Un poco de cebada de más en el estómago, unas palabras que van y vienen, otras que se quedan trancadas en la mitad del camino, quizás aniquilidas por la frialdad de su creador o simplemente ectravíadas entre lo que no se quiere escuchar. Otra vez el último cigarrillo de siempre, un suspiro menos fuerte que el de la mañana, una mirada perdida solamente oyendo, sin escuchar lo que dicen. Un sí para todo, un tal vez para casi todo, un gesto imperceptible de desaprobación para todo lo demás. Todo da igual y al mismo tiempo cada detalle de movimiento, cada parpadeo, cada movimiento de cabeza, cada paso, cada sitio que se pisa es un universo entero que hace de nuestra presencia algo soportable y leve en los caminos que se recorren. Un apretón de manos, palabras tan gastadas como el adiós, roídas ya por el paso de tanto tiempo que es increíble que sigan con vida todavía.

El camino nunca es el mismo así sea el que se recorre todo el tiempo, pero siempre hay un poco de ligerezas que cambian cada paso que damos sobre él. Los respiros se nos hacen más cortos y no sentimos las manos de la misma manera que antes, nuestros ojos ven los colores con diferente sabor, escuchamos aquellas voces que reconocemos con un color diferente. Nos detenemos, pensamos, actuamos, retrocedemos, seguimos adelante, reaccionamos, dormimos, comemos, hablamos, leemos, escribimos, contemplamos, nos quedamos absortos, nos aburrimos, los aburrimos, nos aburren. Y siempre habrá un último cigarrillo, un último adiós interminable y desgastado, suspiros que nunca han sido creados, dedos colgando tratando de liberarse de su destino implacable. Siempre habrá un poco de vino, alguna sobra de pensamiento que podamos agarrar, unos pasos que nos podamos ahorra y otros tantos que le podamos donar al verde prado que nos acoge.

Siempre sobrarán lamentos, un apretón de manos, un poco más de agua, un poco menos de cordura. Siempre faltará más locura, menos decir sin decir nada, más inventos sobrenaturales, menos de todo y más de un poco. Y otra vez los pájaros cantarán siempre a una hora que no les corresponde, y entrará el golpeteo de la lluvia por medio de la ventana a nuestros oídos, e iremos de a poco abriendo de nuevo los ojos, y quedarán los úlitmos cigarrillos de siempre, y el adíos desgastado y el hola en estado de coma. Y el espejo siempre será el mismo, pero nuestra cara habrá cambiado sustancialmente y todo, todo de nuevo será igual que el día que siempre ha sido, o el que siempre quisimos que fuera, pero al final siempre, sin ninguna duda, todo tiene una pincelada maestra que cambia absolutamente todo, hasta el más suave de los suspiros que se expulsarán en medio de la soledad atribulada de la inmensa compañía. Y espero por mí, y espero por las palabras que no queden suspendidas en el aire, y espero que mis dedos encuentren a otros jugando en el inmenso vacío de sus vidas y se enlacen y surja todo un nuevo brillo ante el sol, y que la luna vuelva a amparar de noche a los gatos negros que pelean hasta morir por acariciar la inmortalidad de la lluvia.

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