15/12/08

Lo que creemos

El cuento siempre es el mismo, ir y venir, quedarse, vivir o sobrevivir. Quizás no somos sino la sombra de nuestra propia alma, el reflejo del rocío de las mañanas, el vago suspiro de un Dios inventado para deleitarnos con nuestra propia ceguera. Somos lo que somos y nada más, todo lo demás es una parafernalia para ocultar nuestra estupidez y lo errados que estamos. Somos lo que somos y lo visible a los ojos no es más que la farsa que queremos mostrar ante todo aquello que creemos nos puede hacer daño. Estamos llenos de miedo, de dudas, de respuestas sin preguntas, y a la final es todo tan complicadamente sencillo que preferimos quedarnos ciegos ante el mundo.

Solamente algunos pocos por un instante, en una pequeña fracción de segundo en sus vidas puedan realmente percibir el aroma del sol y el verdadero color del cielo. Otros seguirán caminando desenfrenadamente con tantos aditamentos que ya no existen realmente, se han sumergido en todo aquello que los hace frente al mundo, más no lo que realmente son. Y seguirán enceguecidos entre los mismos días, las mismas dudas, los mismos ires y venires, entre sobrevivir un día y tratar de vivir el siguiente, entre las plegarias a un Dios perdido como aliento de esperanza para el tiempo inconcebible que viven. A la final siempre seremos lo que hemos sido, lo que nunca hemos dejado de ser, las personas no cambian, las circunstancias si, la esencia se mantiene igual y no hay ojos para el alma porque están demasiado empañados ya con los prejuicios y paradigmas que creamos.

A la final no seremos más que lo que siempre hemos sido, y nadie es igual o diferente a nosotros porque no existen caminos, solamente existe lo que es y todo lo que nos rodea, que a la final es exactamente igual que nada y todo. Algunos seguirán por sus vidas creyendo, criticando, prejuzgando, tratando de sacar o decir cosas por decirlas sin conocer realmente a nadie, ni siquiera a ellos mismos. Pero es así como hemos decidido llevar nuestra existencia, y es así como hemos decidido enfrentar todo esto que nos rodea, sin saber que es posible que no seamos más que la lluvia misma, una lágrima incendiada en medio de la ira o en medio del dolor, o un llanto imparable por el dolor del mundo, de todos. No somos más que lo que somos, y somos todo y somos nada, todo lo demás no es más que el teatro montado, la actuación perfecta de todo eso que creemos quisiéramos ser y queremos que sea, así en el fondo todo no sea más que la gran mentira, porque al final cada uno de nosotros se ha convertido en una gran mentira para los demás. Algunos quizás por instantes veamos el verdadero color del cielo, o percibamos el verdadero aroma del sol, y conozcamos quizás más allá de Dios, lo que realmente hay más allá de Dios, que es todo lo que somos y nada de lo que creemos ser.

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