11/12/08

Días extraños

Alguien grita en el autobus, no logro escuchar aunque se encuentra relativamente cerca porque tengo mis audífonos puestos y estoy concentrado, no propiamente en la música, ésta es solamente un distractor en estos momentos, escasamente estoy poniendo atención a lo que está diciendo la música en ese momento, mi cabeza está en diversas partes a la vez. Alguien sigue gritando, el autobus se detiene, todos se levantan, todos tratan de ver que sucede, yo escasamente alzo la mirada para seguir la corriente, no entiendo nada, la verdad no me interesa entenderlo, pero trato de hacer un esfuerzo, trato de bajar un poco al volúmen de la música, pero aún así no entiendo que sucede.

Estoy ingresando al mismo restaurante de hace quince días, esta vez hay más gente, hay bullicio en la calle, algún tipo de espectáculo montado en medio de la calle, de una ciudad impregnada de ambiente decembrino, escucho la música a todo volúmen y una especie de animador diciendo palabras que entran y salen por mi oídos. Estoy algo cansado, contento pero cansado. El lugar está repleto, volteo a mirar un poco y justo ahí, en el único lugar dónde no debería estar, esta ella. Justo en medio de la luz, radiante, justo en el rango de mi vista, ese cabello rojizo y esa cara pálida que dejé de ver hace tanto, y ahora la encuentro de nuevo, inmóvil paseando la vista al igual que yo por aquél lugar. Instantáneamente quito la mirada, no cruzamos palabra, no cruzamos mirada, nada, solamente mi espalda seguramente en la vía de sus ojos. Al volverme, se ha extinguido, quizás al verme ella prefirió tomar el primer paso y salir huyendo del lugar, yo no podía hacerlo e igual tampoco pensaba hacerlo, pero alcancé a ver en mi mente todo aquello que podría suceder si nos hubiéramos cruzado de frente, esa situación que uno nunca espera vivir, que se imagina uno que podría pasar pero que es prácticamente improbable. Todo pasa, se ha desvanecido, puedo sentarme tranquilo y comer, algo ansioso, lo que acabo de comprar.

Antes de salir me pego un baño, un pequeño baño, quizás solamente para sentir la sensación de el agua en su punto preciso que recorra mi cuerpo después de haberse ejercitado alegremente. Minutos antes me levantaba de la cama, era un poco tarde ya y había que salir de ahí, digamos que no por decisión mutua, o propia u obligación, simplemente las cosas deben ser como deben ser y es mejor así. Unos cuantos cigarrillos, demasiados para no recordar que he perdido la memoria de muchas cosas, entre esas la cantidad de cigarrillos fumados esta tarde. Un par de copas, que seguramente fueron más de dos, charlas, risas, miradas y un poco de imaginación hicieron de esa tarde memorable en medio de una luz tenue que colmaba el cuarto, con cualquier música de fondo que hiciera compañía en medio de la soledad, no tan desolada de los dos.

Una mañana cualquiera pero con un color diferente, ese de la responsabilidad de tener que hacer las cosas, ese de tener que levantarse temprano para andar a la calle como la gran mayoría de los mortales a cumplir deberes. De pronto la falta de práctica hizo que a la final el tiempo sobrara, he perdido entrenamiento en esos menesteres de madrugar y salir temprano de la casa. Así que el tiempo sobra, una sorpresa inesperada pero inevitable hizo que cambiara un poco la mentalidad de ese día, por otro lado llegué temprano a dónde me esperaban lo cuál me dio el tiempo suficiente para poder completar mis tareas matutinas antes de lo previsto, y así poder hacer esa esperada llamada que esperábamos ansiosamente ambos, para poder volvernos a ver ese día.

Antes de todo esto no recuerdo nada, mi mente está en blanco porque seguramente estaba soñando con princesas, caballeros, extraterrestres o quizás conmigo mismo como cualquier otra cosa conocida o no conocida en el mundo. Pero de alguna manera el antes y quizás el ahora y el después no importan, la verdad es que así como estos días poco, este tipo de cosas no suceden, son días extraños, con algunos acontecimiento más extraños que otros, algunos completamente inesperados con resultados aún desconocidos, otros planeados y satisfactorios, otros simplemente sobre la marcha que terminan siendo la vida misma. Y es precisamente que la vida, extraña como ella sola sin ninguna real competencia, nos presenta así de la nada, en un abrir y cerrar de ojos, estos días, extraños para algunos, normales para otros, en este caso para una vida realmente extraña, compleja, loca y además llena de cosas innecesarias que uno mismo se busca, aparecen de la nada estos días que son quizás de lo más normales del mundo para casi todos, pero que para una vida realmente normal, dentro de lo extraño, es casi inconcebible e inesperado, pero a la final agradable.

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