13/12/08

Ahora

Para Paola Quiróz Millán

¿Y Ahora?. No importa nada, realmnete todo es simplemente una ruleta rusa, de encuentros y desencuentros desafortunados, y estupideces que permanecen en la memoria. Voy y vengo, vengo y voy, quizás seas solamente un espasmo de todo aquello que significa un recuerdo, si quisiera darle alguno, o quizás solamente seas el éxtasis de otro cuerpo. Ahora el tiempo se detiene, no hay horas, no hay días, simplemente ese recuerdo de aquél instante. Ya no extraño tu piel, ahora tengo otras que hacen que el recuerdo sea solamente la anécdota de lo que ahora puedo recordar como tus ojos. No extraño ni siquiera la sonrisa, estoy más allá de lo que puede significar la distancia que nos aleja, y eso medios que nos acercan.

Ya no queda ni siquiera el recuerdo, ni la memoria, ni siquiera tengo olvido para ti. Miro el cielo y ya no hay suspiros por tu nombre, no hay aliente para respirar un solo momento por tí. Ahora no entiendo nada de lo que siento, todo se nubla, pero así todo es más claro. Ni siquiera me dan ganas de decir palabras que irán a oídos necios, algo sordos y alejados de mi realidad, estoy demasiado lejos de tí, estoy demasiado lejos y cada vez quiero alejarme más. No vale la experiencia, no valen las palabras, ni el brillo del sol, ni la luz tenua de la luna. No importa sino mi corazón, que habla y habla pero jamás te volverá a decir una sola palabra.

Y si vuelvo a ver tu figura dibujada en medio de la niebla, solamente será el reflejo de un alma perdida, esa que me perdió y que deambula buscando nada, así como siempre lo ha hecho. Y ahora el calor de mi alma sobrevive al dolor y elimina el rastro de tu sonrisa, de tu voz, de todas aquellas palabras inútiles que he escuchado. Y sé que no podré lograrlo del todo, al final solo quedará la ceniza y las brasas de lo que nunca fue, de aquello que no aconteció, de lo poco que eres, de lo poco que serás y de lo mucho que queda, con lo poco que me diste. No comprendo ni comprendré los misterios de la vida, ni el por qué te atravesaste en mi camino, una piedra más que ha sido superada y que vuelve a colarse en medio de mi paso.

No queda ni el más remoto suspiro, ni la mas remota lluvia de lo que resucitó. Soy el imbécil que cree que el tiempo se detiene, que cree que los látidos del corazón son estáticos y que nunca más latirá más fuerte que ahora. Me voy sin decir adiós, porque es una palabra que te queda grande. No serás más mi ducle abril, ni el bello amanecer de una semana, ni el sol de un sólo día, es demasiado para darte, ya te he dado demasiado. Me iré sin sentir adiós, porque es una palabra vacía, una apalabra vaga que nos inventamos para no sentir el alma y esconder el dolor. Todo resulta siempre diferente a lo diferente que se tiene pensado, pero lo inesperado siempre resulta al final más satisfactorio que cualquier otra razón para las razones nada importa y el tiempo simplemente se detiene. Y es así como ahora en medio de ninguna parte y absolutamente triste por creer cosas que no son, me despido en silencio, sin que jamás lo sepas, y espero que quizás algún día pueda volver a mirarte a los ojos para decirte, solamente con un gesto todo aquello que me robaste, todo aquello que perdí, y que veas tu reflejo en mis pupilas y te des cuenta del gran error que cometí.


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