5/11/08

Algún tiempo

Ha pasado ya algún tiempo, no sé si miles de días o algunos miles de años. Recuerdo algunas cosas, otras las recuerdo pero hago que las olvido, para siempre preguntar por qué. No tengo muchas imágenes, no tengo muchos colores, me faltan palabras, me sobran versos, me faltan suspiros, me faltan dedos, me sobre tinta y no tengo más que hojas inmensas naufragando entre el viento.

Ha pasado ya algún tiempo y no recuerdo ya ni mi propio nombre, lo dejé clavado seguramente entre algunos ojos que se robaron mi alma, o entre algunas manos que tocaron mi cara. Ha pasado ya un tiempo en el que mis respiros son más cortos pero mi vida se alarga, en el que dejé mis años anclados en algún puerto fantasma siguiendo la huella del futuro. He olvidado como poner las letras en orden para enviárlas a la deriva de otros brazos que sepan como y cuando pronunciar las palabras que ahora se me clavan en el corazón, sin salida, sin orgullo, con la desazón inmensa de haber sido castigado y de haber cometido el crímen. Han pasado ya muchos años, algunos miles o solamente unos cuantos, pero no tengo recuerdos, no tengo futuro, no tengo pasado, no tengo presente, y solo tengo mis manos. He dejado bajo las estrellas mis huellas, mis ojos, mis pies y mis brazos, esos que ahora se reflejan en las pupilas espectantes de los que van y vienen y no se quejan y solamente me observan con desdicha y compasión.

He olvidado también tus años, esos que junto a los míos hicieron los siglos y los días y las noches donde los lobos aullaban a la luna, esperando ser rescatados de su dolor. Ese mismo dolor que nos acompañó otra vez cuando divagábamos en miradas esquivas, jugando a mirarnos sin vernos y observando con nuestro tacto todo aquello que es invisible a la vista. Han pasado años, días o solamente segundos desde que me vi por última vez reflejado en el agua turbia de los sentimientos desechados por el mundo, deforme, transfigurado en las siluetas de cada cosa que hace este mundo, ese mismo que he dejado tanto tiempo atrás, esperando en el mismo puerto abandonado, ese que nunca abandoné simplemente observando las eternas puestas de sol, esas que nunca terminaban y que eran testigo de mis manos tocando el cielo cuando las nubes recordaban mi nombre.

No ha pasado tanto tiempo desde que dije las últimas palabras, esas que posé sobre tus manos y que imploré para que sobrevivieran siglos dentro de ellas, la caja fuerte de mis suspiros, la protección perfecta para mi alma. Esas mismas manos que alguna vez abofetearon el destino y se aferraron a mis letras, las mismas que dibujo a cada momento con mis manos y las dejo huérfanas luego al echarlas sin compasión al mar de mi amargura, esa misma que llena la copa que alguna vez fue tuya y mía y de nadie y de todos.

No ha pasado tanto tiempo desde que me olvidé de lo que no queria olvidarme, miles de años que son un segundo entre el horizonte y las caricias de la luna. Miles de años que son una milésima de vida entre mis ojos huecos que se han perdido entre tantos atardeceres. No ha pasado mucho tiempo desde que recuerdo haberme olvidado de tu nombre, ese que regresa entre mis manos y se posa como un ave dócil, que pía y canta a las estrellas, que bailan en torno a mi cuerpo, ese mismo que lleva no tanto tiempo, solo unos miles de años, esperándote en el mismo lugar dónde nunca te encontré por primera vez.

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