7/11/08

Cadaver exquisito

Algunas veces me le pregunto a la sombra del sol, si llorar sobre el hombro de la luna hará que no lleguen las hojas y borren las huellas que dejé sobre tu cuerpo. No puedo prometer que llegaría por ti al fin del mundo, porque tendría que dejarte y de paso olvidarte. No puedo decir que te llevaría al fin del universo, porque corro el riesgo de que sea finito y tenga que abandonarte, porque no habría más lugar a dónde ir.

Mi sombra me dijo alguna vez que un guerrero no mira atrás y lo hice, así que se desencadenó y me dejo solo, con la soledad que siempre está presente, la amante despechada que aunque me ame se burla día y noche de acompañarme, y se entristece cuando la acompaño a ella. Para borrar las huellas tuve que huir al paraíso del olvido, no sé si podría vivir en el mar del pecado, porque cada vez que sueño, sueño contigo y así estés a mi lado sigo soñando cosas que quizás no debería decir. Algunas veces observo desde la distancia el olvido, ese que me es esquivo y que se burla entre el bosque porque no puedo alcanzarlo, y se terminan los sueños, y resulta que ya tienes dueño, el mismo de siempre ese que nunca pude vencer.

Cuando la muerte sea un hombre juro que jamás te tocaría, porque son las seis de la mañana en alguna parte y el sol sonrie porque estas dormida, y en unas horas serán las seis de la mañana en esta, tu casa, y el sol sonreirá porque estás despierta. Me canso y me canso de esperar, sin saber lo que estoy esperando, solamente divago entre el tiempo que no me espera, que aguanta pero al final sigue su camino, borrando mi destino y arrastrando mi alma que anhela acariciar alguna piel otra vez. No quiero escoger entre el ayer y el hoy, ni quiero pensar en un mañana contigo o sin ti, solamente quiero vivir cuando duermas para ser el guardían de tus fantasías, solamente quiero morir cuando despiertes para contemplarte desde el cielo y acariciar tu sombra.

Alguna vez vino la sombra del sol y me contó de tu existencia, alguna vez la luna me insinuó que andabas escondida en medio de las estrellas. Pero no puedo alcanzarte porque mis brazos no me alcanzan, porque mis ojos se han quedad en tu alma, porque mis manos se han entumecido al tocarte, porque pasa y pasa el tiempo y sigo esperando, lo que no sé que es. De dónde voy y para dónde vengo es la pregunta que me hacen mis ojos, es lo que me dicen las huellas que he borrado al quitarme los zapatos, que también te extrañan y a su vez se han olvidado.

Y no quiero amores de olvido y no quiero amores que recuerde, ni quiero nada que me mate, ni quiero morirme a tu lado, sino morirme contigo. No quiero esperar lo que no sé, no quiero encontrar lo que estoy buscando, porque lo encontré y en medio de un cajón se han quedado las cenizas de un recuerdo que se consumió entre el perfume de la flor más bella que sin decir adiós se marchitó y no dejo sino una pequeña huella que ha quedado marcada. No quiero revolotearme entre mil sábanas tratando de encontrar aliento, solamente quiero compartir la misma que siempre he conservado, esa que se mantiene atenta y expectante del regreso, aquél que se ha ido, que ha seguido su camino.

No quiero extrañar ni añorar, porque en medio de los dos he muerto muchas veces, no quiero hablar porque no quiero decir cosas que ya han sido escuchadas. No quiero olvidar las palabras de las canciones mudas que tocan los ángeles cuando la luna gime y llora conmigo. No quiero recordar aquellas cosas que nunca dije, ni quiero olvidar aquellas que no he dicho. Solamente quiero descansar sobre el hombro de la luna, darle la mano al sol, conocer el fin del mundo y del universo, para ofrecértelo, pero nunca te llevaría, porque corro el riesgo de tener que dejarte o que simplemente me dejes, o las dos cosas que son al final la misma cosa, y quede como ahora, queríendote llevar sin tener que soltarte.

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