27/10/08

No tengo

Yo ya no tengo años, los he dejado todos en los pétalos de las flores que arranqué por andar pensando no sé qué cosas de alguna otra vida, pero no la mía, ni siquiera la tuya, ni siquiera la de aquél pobre mendigo que día a día pide un poco de cualquier cosa. No, abandoné mis años en tantos paisajes, en tantos lugares, en tantas flores, rosas, jazmines, margaritas, girasoles, quitando uno a uno cada pétalo, para olvidarme de mí principalmente, aunque también tú tienes un poco de culpa en esa empresa y me hiciste olvidarme de los dos, y de todos, y de todo lo demás también.

No necesito ya canales de comunicación, el viento es el único que ahora me arrulla. Él lleva consigo todos mis mensajes, lleva lo que queda de mí envuelto en un dulce manto de lágrimas, esas lágrimas que también recogí de tantos ojos, los tuyos seguramente estaban por ahí, en algún lugar oculto esperando ser exprimidos y liberados, y tal vez ese día pase y posé mis manos en tu rostro para secarte las lágrimas, esas que llevo ahora, con un poco de las mías también. Aunque esas las reservo para los momentos por venir, no sé muy bien dónde he dejado todo lo demás, pero sé que las lágrimas de todos y de nadie me serán de utilidad el día que necesite derramarlas por el mundo entero.

No me llevo nada más, todo ha quedado enterrado o en su defecto pisoteado por aquellas personas que han atrevasado mi mundo, esas que se han llevado puestas consigo un poco de la ironía, de la rabia, del dolor, de las sonrisas, de las alegrías y tristezas que compartimos, o que simplemente les regalé. Sí, creo que he dejado todos mis años escondidos en cada una de las flores, esas que solía admirar cuando el sol se ponía en esos atardeceres imposibles de ver cuando el sol quiere escaparse y deja su huella languida en medio de mis ojos. No tengo nada más que suspiros, unas notas y melodías que llevo en mi corazón que retumban cada segundo que pienso en tantas flores y que me hacen recordar a cada momento que he dejado atrás los suspiros de la noche oscura y fría en que la luna me cantaba con su coro de estrellas.

Me he quedado sin nada, no llevo realmente nada conmigo mas que vagos recuerdos de una existencia como cualquier otra, esa que se dejó llevar por los placeres mundanos y toco el cielo con las manos tantas veces. Dejo atrás las flores y cada pétalo que arranqué recordando la ira y el amor que sentía en medio de mi pecho, por todos ellos, por mí, por tí, por ella, por él, hasta por el rocío de lluvia que de vez en cuando caía en mi cara y me recordaba estar vivo.

He dejado mis años postrados en los ojos de nadie, y me espera al otro lado el suave aroma y murmullo de tus palabras, esas que nunca pronunciaste, esas que mis oídos inventaban para acompañarme paso a paso en la búsqueda de nada, en dar y dar vueltas al mismo lugar a ver si podía encontrar mi propia sombra y así poder hablarle a alguien que fuera yo mismo de tantas cosas inútiles como mis palabras mismas. Dejo mis años hacía atrás para volver, pero no a nacer sino volver a seguir olvidando y recordando día a día el por qué de las miradas, de las caricias, de las manos, de mis ojos, de mis pies, de mis llantos y gritos a los cuatro vientos excusándome y pidiendo encontrarme de nuevo en el camino. Ese que hice con aquellas flores buscando un paraíso, ese que construí de la nada y al que le entregué todo. Sigo extrañando de alguna manera tener que recolectar lágrimas, suspiros, amores y dolores, para poder llevarlos lejos, para recordar otra vida, no la mía, ni la tuya, ni la de aquél mendigo que día a día pide un poco de cualquier cosa.

Ando pensando en dónde abandoné esos años que arranqué pensando en no se qué vida que se esfumó entre mis dedos y desesperadamente trato de encontrar, sin saber realmente qué estoy buscando. Ando pensando mientras me poso sobre las nubes para ver un atardecer más imposible todavía, ya que mis ojos se han quedado al lado de los tuyos y de tantos otros que ahora observan como el sol dulcemente se quiere ir a dormir. Para darle paso a esa noche en la que ahora soy yo el que susurrará en medio de los árboles y el coro de estrellas a la luna, para que ésta te encuentre, lo encuentre y encuentre esa vida que tanto pienso y que dejé escapar entre mis frágiles dedos, llenos de lágrimas recopiladas y de espinas clavadas de tantas flores que no puedo quitarme de encima.

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