No tengo pruebas científicas al respecto, pero estoy seguro que hay estudios psicológicos y demás, que pueden probar que ciertas cosas que vemos en nuestra niñez y juventud, no solamente marcan o forjan un carácter, pero al mismo tiempo influencia nuestra forma, quizás digo yo, de racionalizar las cosas y ver el mundo.
No sé si esa sea la causa principal para que siempre, en circunstancias como en las que me encuentro ahora, seguramente todas esas historias inexplicables de mi niñez y juventud han hecho de mi un ser de ciencia ficción, un personaje que se encuentra, la mayoría de las veces por propia cuenta, en las historias más surrealistas y sin sentido que se puedan imaginar.
Es claro que en este momento quizás estoy buscando un escape, una alternativa para hacerme sentir bien, porque estoy llenando un vacío seguramente que no tendría porqué llenar de esa manera. Es una situación totalmente inverosímil, tal cual como en las películas, con la diferencia que en ellas el protagonista siempre sale ganando, y todo siempre sale a su favor.
Mis historias son igual de inverosímiles, pero casi en todos los casos nunca han terminado bien y en muchos casos ni siquiera han terminado de ninguna manera. Evidentemente no soy un buen escritor, por todas las cosas que he dicho aquí, las cuales la mayoría no tienen sentido, y así mismo de mis propias películas e historias que creo de la nada, por un capricho quizás, pero en la vida real no puedo conseguir ese final feliz.
De pronto me toca conformarme con crear el idílico final en mi cabeza, vivirlo virtualmente, soñar con él, y levantarme cada mañana a seguir en la tragedia de la historia real, y seguir luchando por ese final feliz, surreal y totalmente escrito para la gran pantalla, esperando que de pronto por algún azar o quizás error del destino, se re escriba mi historia y termine siendo el cliché de protagonista de aquellas ficciones de mi niñez.
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