26/12/19

Conversaciones

A estas alturas ya puedo decir que puedes saber el tipo de persona que soy, sin necesidad de que realmente me conozcas del todo. Lo más curioso de todo es que no tomaron muchos encuentros para que realmente pudiera desnudar mi alma y entregarte mis miedos y mis alegrías, con un poco de mi esencia.

Es una lástima que durante dichas conversaciones no hayas dicho nunca nada, asumo que estarías de acuerdo conmigo, que de alguna manera me entenderías, estarías de mi lado y seguramente me asegurarías que todo está bien, y que nada de todo eso que no es tan bueno es realmente importante. Escucho tu voz en mi mente, algunas pocas palabras y preguntas que me lanzas, y veo tu rostro, con algo de sorpresa pero enfocado en acuerdo con lo que digo, dándome un soporte para seguir adelante y reafirmarme que voy por el camino correcto.

Una calma me llena de después de nuestras conversaciones, nunca hemos llegada a una conclusión acerca del siguiente paso, de qué va a suceder. Más bien parece que cada vez que hablamos de nuevo volvemos a comenzar, como tratando de reafirmar una y otra vez que todo está bien, y sobretodo que todo va a estar bien, a su debido tiempo, sin calma pero sin prisa. 

Son charlas cortas, más que todo yo hablo más, pero más que todo porque tu solo quieres escuchar, a veces quieres tratar de decir algo, pero te detienes y yo continuo reafirmándote que a pesar de que no es una bonita historia, tu eres el final feliz, que debes confiar en mi y creerme. Usualmente todo queda ahí, no hay verificación ni negación a mi propuesta, no hay nada implícito, ni dicho, ni sugerido, pero ambos estamos de acuerdo.

Es bonito tener estas conversaciones contigo, así no hables mucho, así solamente pocas palabras salgan de ti, muchas veces en dirección contraria a dónde me dirijo. Sin embargo me alivian, me hacen sentir bien, me calman y me hacen soñar con la posibilidad de un futuro, quizás lejano, pero posible.

Es una lástima que jamás realmente vayamos a tener estas conversaciones, que tu voz está en mi cabeza y tu rostro y tus afirmaciones no son más que fantasías delirantes de escenarios ficticios que muy posiblemente nunca se van a construir. Todo es un libreto en mi mente de ti, de tu ser y de la necesidad de que puedas escuchar mi historia, y que me digas que todo va a estar bien y que estás de acuerdo conmigo, y que una nueva vida acaba de comenzar a partir de ese instante en el que dices, yo también.

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