15/2/10

Cosas de la vida

Por defecto creo que la naturaleza nos pone en la posición de creer que por lo general, por no decir que nunca, siempre tenemos la razón, o sea creemo que la tenemos y por instinto natural, como eso de la supervivencia, tratamos de defender ese punto casi hasta la muerte. En casos más específicos y saliéndonos un poco de la antropología y demás, en la práctica obviamente que muchas veces sabemos que no tenemos la razón, sin embargo el instinto animal persiste y muchas veces eso que llamamos terquedad sobresale más allá de la cognitividad y seguimos defendiendo ciertas cosas hasta que aguantemos o realmente nos prueben que estamos equivocados.


A todos creo que nos ha pasado más de una vez, tanto el tener la razón y tener que probarla como lo contrario. Pero a mi no me interesa el punto de cuándo o no tenemos razón ya que casos habrá millones, sino más bien de dónde nacen, dónde fabricamos esos argumentos y como elaboramos toda la trama para defender nuestro punto de vista, y aquí en el fondo realmente no importa si estamos o no en lo cierto, el punto es porqué desesperadamente siempre tenemos que tirar para nuestro propio lado, será que el ego, presente en todos y lo más nos gusta que nos alimenten, ha sido y será siempre lo más fuerte que nos hará llevar este tipo de circunstancias. O por el contrario hay otros factores, más complejos aún que no sabemos realmente por qué, pero nos lleva siempre ha pensar de una manera muchas veces obtusa y muchas veces sin fundamento real.


Yo trato de ser objetivo, trato porque creo que un desprendimiento del yo total y ser completamente altruista con el mundo en tiempos modernos es imposible, o al menos yo no creo que sea posible y tampoco que sea al final una buena idea. Pero muchas veces dentro de esa objetividad para conmigo mismo no hay espacio para la compasión frente al otro y ese predominio del ego, que siendo obejtivo en esas situaciones trato de mantener al mínimo siempre está presente y obviamente hala para su lado y todo termina en un enredo peor que el del principio, usualmente. La objetividad como muchos dirán siempre es de las mejores armas para mantenerse centrado y tratar de ser ecúanime con las situaciones, puede que sea cierto, de hecho creo que apoyo esa idea de cierta forma y trato de aplicarla en lo posible. Pero hay simplemente cosas que no sé por qué siempre sobresalen y pues el hecho de imponer la propia ley es más importante que cualquier cosa.


Muchas veces obviamente he admitido y sé cúando estoy mal, sobre todo durante los últimos años, quizás sea a eso que llaman madurez o simplemente que aaí ha sido en el transcurso de mi vida y así me siento en estos momento, no sé al final creo que el orden de los factores no altera el producto. En muchas ocasiones por más que trato de imponerme con un golpe certero me han dejado sin habla, otra veces simplemente no sé absolutamente nada al respecto por lo tanto de entrada simplemente me quedo callado y escucho y si de pronto por alguna casualidad de la vida hay algo que pueda decir o que por alguna razón conozca que no es tan del todo así, meto la cucharada, pero eso no ha pasado mucho.


Las razones para ser dominante no las entiendo, o bueno sé que hay una causa instintiva de ser el macho Alfa el predominante, etc, etc, pero no creo que eso sea razón suficiente, no si hablamos de evolución de la especies ni nada de eso, o por lo menos yo supondría que ya hemos sobrepasado eso hace mucho tiempo, ahora puede que me esté equivocando en estos momentos. Si eso hace parte de las razones, está bien se puede aceptar en cierta medida, pero debe haber muchas más cosas detrás de todo eso para que las cosas sean como son.


Quizás es solamente la idea del debate, la adrenalina y el equilibirio universal que permite que siempre haya un positivo y un negativo para que la vida pase y uno tenga este tipo de encuentros a través de la vida y aprenda o no de las situaciones que se presentan. Esa explicación aunque sencilla y sin mucha evidencia puede ser la más obvia, como el principio de Ockham, la explicación más sencilla siempre, o muchas veces siempre suele ser la correcta. De pronto es porque simplemente tenemos que ser así, porque esta tragicomedia que llamamos mundo, o vida, tiene que tener esos ingredientes de tensión entre nosotros y con nosotros mismos, porque este no es un problema de solamente convencer o debatir con otro, al final también es un problema de debatir con nosotros mismos y muchas veces bajar la cabeza o añadir cosas de lo que ya sabemos o simplemente salir victoriosos y confirmar nuestro dominio en esos temas complejos de la vida.


El punto final y quizás más importante es igual cómo se lleva esto a la convivencia y relaciones humanas. No es lo mismo debatir en un momento por x o y razón con alguien, conocido o no, acerca de algo, que argumentar ideas, quejas y/o reclamos acerca de algo que creemos no debe ser así y tenemos que exponerlo a quienes comparten un espacio con nosotros. Ahí la cosa en teoría es igual, pero en la práctica convivir es una cosa completamente diferente y sobre todo cuando se tienen conceptos e ideas completamente distantes con uno de los miembros de la comunidad. Esto hace las cosas más complicadas porque usualmente el problema al final radica en que uno nunca o casi nunca acepta las ideas de los demás de cierta manera que sean lo suficientemente fuertes para que uno cambie su opinión, cambie de posición y demás, sino que nos hacemos estereotipos y creamos paradigmas e imágenes de aquellos que están al otro lado y de ahí en adelante se edifica un muro que no nos permite simplemente crear un ambiente idóneo para convivir.


Creo que es éste es un problema muy común en todo el mundo, y es algo que evidentemente no tiene solución, quizás por las mismas razones expuestas anteriormente acerca del universo y el orden de la cosas y demás, o sea porque simplemente las cosas tienen que ser siempre en opuestos para mantener un balance. Si uno lo viera de esta manera la cosa sería super sencilla, somos opuestos que estamos balanceando la convivencia y se supone que al final el resultado es que todos estamos satisfechos y podemos mantener el equilibrio. Pero desafortunadamente creo que al final la cosa no funciona así, en una paridad de egos, ideas, opiniones y demás que lleven a una pacífica convivencia, sino todo lo contrario, se convierte en un ambiente denso, un ambiente de guerra, de tensión, en dónde no somos totalmente enemigos pero tampoco lo suficientemente amigos como para seguir llevando las cosas por un buen camino como se supone que debería ser.


Soluciones, no sé si las haya, supongo que no o quizás si, el convertirse en el ermitaño, sea porque se cree que siempre se tiene la razón o porque simplemente todo este barullo acerca de las discusiones es algo que realmente es molesto para el desarrollo normal de nuestros ideales de simplemente vive y deja vivir, que lo mejor es alejarse del mundo y tener siempre el espacio solamente para uno mismo, en dónde no haya sino un debate interior y dónde todo esté imperfectamente en el lugar que debe estar para que uno mismo al final sea el que modifique, varie y/o tenga los conflictos con uno mismo y simplemente cambie de rutina para que todo el ciclo vuelva a empezar, con la diferencia que el ciclo es personal, la guerra es con uno mismo, uno pone y desarrolla las reglas y así todo es más fácil. El único espacio que existe para debatir y confrontar el resto del mundo es precisamente ese que está afuera, con el extraño, con el compañero, al amigo, esos breves momentos que aún nos quedan de humanidad, de salir a compartir con la gente, de tener ese contacto con el mundo, y ahí tener esas exasperaciones y orgasmos argumentativos de sea lo que sea que venga al caso.


De pronto ese es el equilibrio que muchos queremos, o es mejor dicho lo que estamos buscando de cierta manera pero igualmente por muchos otros motivos no logramos, porque así es la vida, o porque la idea del ermitaño no siempre es la mejor opción, esas cosas tienden a enloquecer, a molestar y de pronto a mutar en cosas que al final no es lo que queremos, quizás es ese mismo miedo el que nos mantiene en una encrucijada con el resto del mundo acerca de nosotros mismos y del por qué tenemos o no razón o queremos defender esos pensamientos de x o y manera siempre poniéndonos primero que los demás.


Al final todo es demasiado claro que es tan confuso que no creo que haya manera sino seguir comunicándonos, seguir hablando,s eguir tratando de ser amables, no muy orgullosos, menos egoístas y tratar de llevar todo a buen término, dentro de los términos humanos posibles, y continuar lo mejor que se puea por este viaje, al fin y al cabo no hay destino sino el que nosotros mismos forjamos y al final también todos compartiremos el mismo final, el asunto es cómo llegaremos a esa última estacíon.

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