Y todos pensamos que somos los únicos, el mundo siempre fue tan
pequeño en un momento que creíamos poseer todo lo necesario para
salir a conquistar el mundo, ese pequeño mundo de nuestras ideas, el
ideal, lo que podíamos ver. No parecía tan difícil, si otros
pueden también nosotros, pero a medida que pasa el tiempo y el mundo
se vuelve más grande, y a su vez más pequeño, quizás podamos
entender un poco la insignificancia de nuestra existencia, y que
nuestro paso, por largo o corto que sea, no es más que un parpadeo
en la inmensidad de la creación, que ni siquiera comprendemos.
Y por eso buscamos alrededor todas aquellas cosas que nos hicieron
falta, porque todos crecemos con vacíos, con traumas, problemas,
familias que hasta una cierta edad parecen ser perfectas pero que
realmente son más disfuncionales que cualquier cosa que hayamos
imaginado. Es ahí cuando el sueño empieza a transformarse en una
realidad que nos cuesta entender, quizás esos años de adolescencia
son el purgatorio para poder tratar de aceptar una realidad que
parece que fuera tétrica y un poco surreal, por fuerza debemos
superarlo y querámoslo o no terminamos embarcados en la aventura de
la vida, siempre anhelando porque cada paso que demos sea más seguro
al anterior, así nunca sepamos con certeza hacia dónde nos
dirigimos.
Buscamos en nuestro entorno todo eso que nos pueda brindar
equilibrio, todo aquello a lo que no tuvimos acceso, esas
disfuncionalidades que nos dejó la niñez y la vida que poco
comprendemos. Nos dejamos cegar por los deseos de las cosas que nos
ofrecen, esas cosas que vemos, comenzamos a hacernos una idea de todo
aquello que nos hace sentir bien, o creemos que nos hace sentir así,
y todo aquello que no. Podemos desviarnos un poco, por ignorancia,
por curiosidad, o porque simplemente estamos demasiado perdidos, y
probamos algunas cosas alternativas que simplemente están ahí,
podemos dar y dar vueltas en ello hasta que sucumbimos o salimos con
vida. Comenzamos a hacernos un mapa del camino, comenzamos con las
cosas elementales, luego vamos afianzándolas con ideales, con rasgos
que queremos encontrar, tener, poseer o al menos tener cerca para que
nos den un soporte y no nos deje desfallecer. Continuamos cada vez
buscando más detalles, ubicando todo aquello que queremos en cada
cosa de nuestras vidas, de a poco vamos consiguiendo, exitosamente,
ciertas cosas que comienzan a forjar esa utopía de nuestro camino,
mucho depende de nosotros y siempre así no seamos conscientes,
estamos concentrados en conseguir dichos objetivos sin importar el
costo.
Tratamos de no repetir los errores de nuestros ancestros, tratamos de
aprender algo que sea útil para mejorar la humanidad, sin embargo
muchas veces terminamos haciendo lo mismo potenciado mil veces más o
simplemente tenemos nuestros propios métodos para lograr afectar a
aquellos que vienen tras de nosotros y los que nos rodean. Sin
embargo seguimos buscando la perfección en nuestro alrededor, somos
conscientes totalmente que tal cosa no existe, sin embargo nos lo
negamos siempre porque no podemos creer que aquél mundo de fantasía
pueda existir. Por eso nos conformamos con lo que aparece, hay que
vivir y sobrevivir, y cada eso se hace más difícil, por lo tanto
tenemos que hacer lo mejor de lo que tenemos para seguir adelante, a
pesar de que la mayoría están cegados por un ideal que no logran
comprender.
A pesar de que los tiempos han cambiado, de que cada vez estamos más
cerca el uno del otro y podemos darnos cuenta de lo equivocados que
hemos estado al sentirnos especiales y únicos, existe aún una
resistencia a parecer uno más y tratamos de destacarnos y conseguir
la aprobación y reconocimiento de alguien para no sentirnos como uno
más. Luchamos contra todo lo que no debemos luchar y buscamos afuera
todo lo que no deberíamos buscar. La vida se nos presenta con lo que
algunos llaman pruebas y otros señales, algunos no se desvían y se
mantienen fuertes ante sus principios, otros comienzan a cambiar y a
dudar y toman diversos caminos pensando que ese será el correcto. No
hay bien ni mal, no existe un buen o mal camino, porque ni siquiera
sabemos de qué camino se trata, nos han dicho, nos han insinuado,
pero realmente no lo sabemos, algunos no dudan, otros se la pasan
dudando. No existe un camino, porque existen muchos que llegan al
mismo, sin embargo no lo sabemos y siempre estamos en la constante
duda de si el que escogimos es el adecuado.
Ahora cuando todos estamos más conectados y más cerca parece haber
un cambio, algo que hace ver hacia otros lados que solamente habían
sido explorados por algunos pocos, y se ha formado un grupo de
búsqueda, sin quererlo, por encontrar esa verdad absoluta o eso que
explique todo de manera elegante y sencilla. Sin embargo seguimos
embarcados en la mundanidad de la vida cotidiana y nos es difícil
liberarnos de todas aquellas cosas que creemos nos hacen sentir
conformes. Seguimos en la rueda del día a día sin detenernos a
veces el tiempo suficiente para cuestionarnos lo que nos depara, si
hemos o no cometido errores en nuestras decisiones. La verdad es que
hemos cometido muchos y no solamente contra nosotros mismos sino
contra toda una red invisible que está conectada a nosotros que no
podemos imaginar. No se trata de culparnos ni de buscar la redención,
simplemente de entender que somos tan solo un cuerpo hecho de carne
medianamente consciente de lo que hace y que por lo tanto estamos
destinados a ser ruines, torpes, entre todas las otras cosas
positivas y negativas que cargamos como seres humanos.
Sin embargo nos seguimos apegando a todo eso que esta ahí, eso que
se puede tocar, ver y que nos satisface de cierta manera. Todos
estamos ciegos, no es para sentirse mal hemos nacido ciegos y a
medida que hemos crecido nos hemos vuelto cada vez más y más ciegos
de lo que realmente importa. Aunque todo depende de nosotros y a
través de nuestra vida siempre hemos trabajado para nosotros solos,
porque es un hecho que somos egoístas y es un primer paso para
admitir la realidad de lo que nos rodea, seguimos buscando afuera
todo lo que está adentro. Lo más importante siempre se encuentra
dentro de nosotros mismos, lo de afuera es simplemente un escenario
que igualmente se puede cambiar, que podemos modificar, y si no es
posible no es más que una circunstancia que desaparecerá como la
gente que viene y va y como la lluvia que siempre vuelve pero jamás
se queda. De a poco creo que cada quién quiere encerrarse más en sí
mismo porque ahí encuentra las cosas que realmente necesita, pero a
pesar de esto el exterior nos atormenta y seguimos insatisfechos con
lo que tenemos, queremos más, queremos alimentar nuestro ego,
conociendo más, sabiendo más, tener algo que decir, algo que
contar, vernos ante todos como una experiencia de la vida misma y no
un simple número.
Todos necesitamos metas, propósitos para seguir adelante, por más
lejanos que estén, eso es lo que hace que cada persona se levante
cada día y tenga algo porque luchar, por comprarse una mejor casa,
por viajar alrededor del mundo, por aprender algo, o por cualquier
propósito por insignificante que parezca. Esos propósitos son los
que hacen que exista el mundo y que cada día se cumplan lo que
llamamos sueños y logremos metas que nos hagan creer que somos
felices. Pero al final siempre queremos más, o cambiar algo que ya
hemos conseguido, y seguimos alimentando el falso ego de poseer algo,
material o inmaterial, que nos haga ser importantes. En el momento en
que dejemos de buscar todas esas cosas y que nuestros propósitos
sean más profundos sin la necesidad y el objetivo de alimentar ese
falso ego, será el momento en que comencemos a comprender la
realidad de todo aquello que debemos hacer y el por qué de tantas
cosas que creemos entender pero que simplemente obviamos por las
cosas que nos rodean.
Todos estamos dañados, todos tenemos secretos, todos ocultamos de
nosotros mismos miedos, fobias, furias, trastornos, así como también
la bondad, el amor, la dulzura, el cariño, la felicidad y la
capacidad de transmitir todo lo positivo a los demás sin necesidad
de esforzarnos tanto. Algunos prefieren ver el mundo desde un punto
de vista melancólico, quizás eso les da lo que necesitan para poder
seguir adelante tratando de arreglar los arduos caminos que se
encuentran. Otros prefieren ignorar todo aquello que parece salido de
una fábula y viven más con la carne. Otros tantos prefieren ver el
mundo como un rayo de sol que todos los días nos alimenta de
oportunidades para ser mejores. Sea cual sea la visión el fin es el
mismo, algunos se alejan más y otros están más cerca. Pero sin
importar la visión del mundo que tengamos lo importante es nunca
buscar afuera, jamás aferrarse, jamás dar nada por hecho, siempre
mirar hacia adentro, todo lo que uno necesita se encuentra ahí,
esperando ser encontrado.